COLLAGE sobre RÓMULO BETANCOURT (LXIV)
(Actividades del fundador de AD entre 1973 y 1981)
Carlos Canache Mata
El
Gobierno del Presidente Carlos Andrés Pérez, a través del Ministro de Minas e
Hibrocarburos, introdujo en la Cámara de Diputados, el 11 de marzo de 1975, el
proyecto de Ley Orgánica que Reserva al Estado la Industria y el Comercio de
los Hidrocarburos, popularmente conocida como
Ley de Nacionalización Petrolera.
Antes
de referirme al debate dado en la Cámara de Diputados, y, posteriormente, en el
Senado, donde, en su calidad de Senador Vitalicio, Rómulo Betancourt pronunció
un discurso, que analizaremos detenidamente en su momento, en el que
testimonia, una vez más, su preocupación y conocimiento del tema petrolero,
haré algunos comentarios sobre la aparición del petróleo y su impacto y
trascendencia en la vida nacional.
El 31
de julio de 1914 el pozo Zumaque I, explotado por una empresa transnacioal en
el campo Mene Grande del Zulia, comienza a producir petróleo en volúmenes de importancia comercial, que
dejó sólo como un recuerdo la experiencia de Petrolia del Táchira, la primera
empresa venezolana de modestísimas operaciones que atendía, básicamente, el
consumo de kerosén de los pueblos andinos. El 14 de diciembe de 1922, con el
famoso reventón del pozo Los Barrosos 2 en el campo La Rosa aledaño a Cabimas,
se impulsa decisivamente la explotación petrolera en el país: para 1925 el
petróleo supera al café como principal producto de exportación, y para 1928
Venezuela se convierte en el primer país exportador de petróleo y en el segundo
productor, después de Estados unidos.
Es conocida la dedicación de Rómulo Betancourt,
fundador de Acción Democrática, al estudio del tema petrolero. Cuando inició su
primer exilio en Curazao en 1928 expresó que “veía llegar buques atiborrados de
petróleo crudo que había de refinarse en el extranjero por venezolanos que
emigraban del país, aunque bien hubieran podido realizar aquello en su tierra”
y confiesa que “descubrí en Curazao que no sólo debíamos afrontar la lucha
contra el despotismo, sino también un problema crucial para Venezuela: el
petróleo”. En el Plan de Barranquilla, escrito por Betancourt en 1931, se
denuncia que “la Standard Oil, la Royal
Dutch, el Royal Bank, cuatro o cinco compañías más con capitales integrados en
su totalidad en dólares o libras esterlinas, controlan casi toda la economía
nacional”.
Cuando
el PDN (Partido Democrático Nacional) clandestino (1937-1940), cuya Tesis
Política ratifica la posición antiimperialista, se legaliza en 1941 con el
nombre de Acción Democrática, prosigue, desde la oposición o en el ejercicio
del poder, la defensa y ejecución de una política petrolera nacionalista.
Hitos
relevantes de la historia de esa política son la decisión de “no más
concesiones; el famoso 50-50 o fifty-fifty de
las utilidades petroleras decretado en 1945 por la Junta Revolucionaria de
Gobierno presidida por Betancourt, y luego establecido por Ley bajo el gobierno
constitucional de Rómulo Gallegos; la creación de la OPEP el 14 de septiembre
de 1960 (“la iniciativa de Betancourt y Pérez Alfonzo adquiere una relevancia
histórica que es imposibe minimizar, puesto que ella implicaba, en los hechos,
un desafío ala hegemonía norteamericana”, esribió Teodoro Petkoff en uno de sus
libros), y, por último, la nacionalización petrolera de 1976 bajo el gobierno
de Acción Democrática presidido por Carlos Andrés Pérez.
La
nacionalización de la industria petrolera tuvo que esperar la coyuntura
histórica propicia, nacional e internacional, para poder realizarse. En su obra
“Venezuela, política y petróleo”, cuya
primera edición se publicó en 1956, Rómulo Betancourt ya había dicho que “el
desiderátum para Venezuela y la aspiración última de todos los patriotas
venezolanos, sería la nacionalización de la industria…pueblo que no manipula,
siquiera en parte, sus riquezas
naturales y permite que indefinidamente se exploten con capitales y comando
administrativo extranjeros, enfrenta el riesgo de adquirir una deformada
mentalidad colonial” (1).
La
discusión parlamentaria del Proyecto de Ley. Al presentar el Proyecto de Ley al Congreso,
el Presidente Pérez expresó: “…Me refiero al artículo 5°, donde se establece la
posibilidad de que los entes estatales, con la previa autorización del
Congreso, puedan ir más allá de los convenios operativos con entidades privadas
cuando así convenga al interés público. No se me escapó, ni se me escapa que
esta alternativa causará ardorosa controversia. Pero no puedo hacerme
concesiones ni cálculos medrosos en el cumplimiento de mis deberes y
responsabilidades”.
La
primera discusión del Proyecto de Ley se inició en la Cámara de Diputados el
día 5 de junio de 1975. Hablé en nombre de Acción Democrática –yo era el
Secretario General del partido- y manifesté: “…Venimos a asumir el supremo
derecho, consagrado en la Constitución Nacional y en la Carta de las Naciones Unidas, de
ejercer soberanía plenaria sobre nuestro recurso natural más importante.
Venimos a realizarnos definitivamente como pueblo libre e independiente. Venimos a decirle a los centros imperiales
del mundo que el régimen neocolonial de concesiones de hidrocarburoa va a
desaparecer para siempre en Venezuela dentro de unos días”. Durante mi intervención
me referí al artículo 5° del Proyecto de
Ley, y señalé que sólo por vía
excepcional y si así lo demanda el interés nacional, el Estado podrá celebrar convenios
de asociación con entes privados, además
de requerirse la previa autorización de las Cámaras en sesión conjunta, con las condiciones limitantes que el propio
artículo 5° establece: “…con una participación tal que garantice el control por parte del Estado
y con una duración determinada”. Los representantes de los partidos de
oposición estuvieron en desacuerdo con el artículo 5°.
Una vez
aprobado en la Cámara de Diputados, el Proyecto de Ley pasó, el 30 de julio de
1975, al Senado, donde intervinieron, en sus condiciones de Senadores
Vitalicios, los ex-presidentes Betancourt y Caldera.
El 6 de
agosto se efectuó la intervención del
ex-presidente Betancourt. En su discurso, hizo una extensa y detallada
exposición sobre la historia de la explotación petrolera en el país, de las
leyes petroleras, de la lucha entre las compañías petroleras para obtener
concesiones, que se acentó después de haber terminado la Primera Guerra
Mundial, y destacó la posición nacionalista de Gumersindo Torres. En relación a
éste, señaló: “En 1930, acaso por uno de esos extraños caprichos suyos, Gómez
llevó de nuevo a Gumersindo Torres al Ministerio de Fomento (al que se atribuía
entonces lo relacionado con los hidrocarburos, nota nuestra). Ahí siguio
insistiendo, con admirable terquedad, en la defensa de los mejores intereses
del país. Creó ese organismo incipiente, técnico, para controlar los mecanismos
de la industria al cual se refirió en su discurso el ex-Presidente Caldera.
Envió en 1930 un memorándum histórico a las compañías petroleras. En ese
memorándum condenaba la importación incontrolada de toda clase de productos que
hacían las compañías por los puertos de la República, y citó unas cifras
memorables. En los siete años precedentes, las exoneraciones de aduana habían
alcanzado a doscientos diecinueve millones de bolívares; y el Fisco por
impuestos sobre la industria de hidrocarburos apenas obtuvo ciento ochenta y
siete millones de bolívares. De allí la frase histórica inolvidable con que
Gumersindo Torres terminó ese memorándum: ‘las compañías se llevan el
petróleo y el gobierno les paga para que se lo lleven’ “(2). Eso explica por qué cuando en 1947
muere Gumersindo Torres, Rómulo Betancourt, que era el Presidente de la Junta
Revolucionaria de Gobierno, se presentó con sus ayudantes militares a la casa donde se velaban sus restos y
estuvo más de una hora cerca de su ataúd, para sorpresa de todos los presentes,
la mayoría de ellos supervivientes físicos del gomecismo.
En la
continuación de su discurso, el ex-presidente Betancourt hizo esta importante
observación: “El petróleo, aún la parte insuficiente que entonces percibía el
Fisco, si se hubiera convertido en riqueza instrumental habría
servido para que crecieran coetáneamente la industria minera extractiva, y la
agricultura, la cría, la sanidad y la cultura”. Recordó que en el trienio
1945-1948 se logró una mayor participación del país en los beneficios de la
industria y se firmó el primer contrato colectivo entre el Estado y los
trabajadores del petróleo; y que en 1960 se creó la OPEP. Apoyó el artículo 5°
del Proyecto de Ley, retengamos su reflexión: “Ha habido real consenso
parlamentario y me atrevo a decir que nacional sobre la toma de control por el
Estado de la producción y comercialización del petróleo. La controversia ha
girado en el Congreso en torno de ese artículo 5° del Proyecto de Ley. Voy a
decir que respaldo a plenitud ese artículo 5°, el cual no establece sino dos
posibilidades: la posibilidad de contratos operacionales de la casa matriz que
va a administrar toda la industria; o de contratos de asociación, que no podría
hacerlos el Ejecutivo sin el apoyo del Congreso, reunido en sesión conjunta de
las dos Cámaras…Puede presentarse la coyuntura en que sea favorable y necesario
para los intereses del país un convenio de asociación” (4). Concluyó su
intervención afirmando que se está a punto de dar “un paso histórico
trascendental”.
El 21
de agosto de 1975 el Parlamento sancionó la Ley; el 29 de agosto el Presidente
de la República la promulgó en solemne acto celebrado en el Salón Elíptico del
Capitolio Federal; y el mismo 29 de agosto se publicó en la Gaceta Ofiicial.
La
Vigésima Convención Nacional de Acción Democrática. Esa Convención se reunió en Caracas del 17 al 20 de julio de 1975. Una
de las tareas de la Convención era elegir el nuevo Comité Ejecutivo Nacional
del partido. Cuando el compañero Octavio Lepage fue nombrado Ministro de
Relaciones Interiores, yo había pasado a ocupar la Secretaría General. En una
reunión del CEN, el ex-Presidente Betancourt había planteado la conveniencia de
que la Convención eligiese al compañero Luis Piñerúa Ordaz para la Secretaría
General, y sugirió que yo no presentara mi candidatura. Ramón J, Velásquez,
hace el siguiente comentario: “Frente a las aspiraciones presidenciales de
Piñerúa Ordaz, se constituyó una alianza de dirigentes para apoyar la candidatura
de Canache Mata como Secretario General en busca de un factor de equilibrio en
el futuro proceso electoral” (5).
Efectivamente,
en la ya citada reunión del CEN, expresé que la candidatura para que yo
continuara en la Secretaría General había sido lanzada por una mayoría de los
miembros de la Dirección Nacional, a quienes exhorté para que hablaran y
manifestaran si seguían manteniendo su posición, así lo hicieron y ratificaron
la postulación que habían hecho. Al celebrarse la Convención, de los 743 delegados,
485 votaron por el compañero Piñerúa y 250 por mí. Días después, en un
restaurante del Este, los 25 Secretarios Generales Seccionales del Partido, con
la asistencia del compañero fundador Rómulo Betancourt, me ofrecieron un
almuerzo, y en mis palabras de agradecimiento por el agasajo, de nuevo le dije
al compañero Piñerúa, también presente, que contara con mi afecto y con mi
solidaridad en el cumplimiento de la responsabilidad partidista que se le había
entregado.
El
próximo Collage será el último, y en él me referiré a la gran pérdida que
significó la desaparición física del Padre de la Democracia venezolana.
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Notas
1-Rómulo
Betancourt. “Venezuela, política y petróleo”. Fondo de Cultura Económica.
México 1956. Pág. 717-718.
2-Rómulo
Betancourt.”Venezuela Dueña de su Petróleo”. Discurso en el Senado de la
República. Catalá/Centauro/Editores Caracas/Venezuela 1975. Pág. 22-23.
3-Rómulo
Betancourt. Discurso en el Senado de la República. Obra citada. Pág. 24.
4-Rómulo
Betancourt. Discurso en el Senado de la República. Obra citada. Pág.60-61.
5-Ramón
J. Velásquez. Venezuela Moderna. Medio Siglo de Historia 1926-1976. Fundación
Eugenio Mendoza. Caracas 1976. Pág. 385.
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