TU LO QUE QUIERES ES QUE ME COMA EL TIGRE
Richard Casanova
Cuando se conversa con alguien que siempre está negado a otro punto de vista, tiene una respuesta negativa para todo, se aferra a cualquier argumento para sostener su posición y no ofrece ninguna alternativa, entonces en Venezuela decimos “tú lo que quieres es que me coma el tigre”, una expresión popular derivada de una vieja canción del compositor Diomedes Díaz que traigo a colación porque la designación de un nuevo CNE no puede abordarse desde la postura inflexible y muchas veces irracional de quién solo anticipa su propia derrota. Si usted ya tiene posición tomada y está cerrado a revisarla, no siga leyendo pues está reflexión va dirigida a quien se atreve a avanzar, no cree “en pajaritos preñados”, ni apuesta a la violencia y en medio de las más adversas circunstancias, encuentra un espacio para impulsar un cambio democrático. La alusión a las aves encinta nos remite a posarnos más en la realidad y menos en nuestros deseos, analizar desde la lógica y no desde las emociones. Hagamos un intento:
Si objetamos la designación del CNE porque fue hecha por la AN fraudulenta, no importará entonces si todo el organismo electoral está integrado totalmente por opositores y es presidido por Teresa de Calcuta, pues habremos perdido la oportunidad. Ergo eso no es argumento. Esa designación no legítima al truculento parlamento y lo que se debe evaluar es la conveniencia para el país, punto. ¡Lo demás es gamelote! Otro razonamiento absurdo es que nos abstuvimos en las parlamentarias y para ser coherentes hay que perpetuar la misma línea. ¡Nada de eso! Somos demócratas y queremos votar pero nos abstuvimos porque no existían condiciones electorales, ni políticas en ese preciso momento. Ya veremos en el futuro…
Las condiciones electorales dependen del CNE y/o del régimen, mientras que las condiciones políticas están referidas a nuestras propias capacidades, por ejemplo: la cohesión interna o unidad opositora, sin ella es difícil derrotar al gobierno, pese a su extrema debilidad e inmenso rechazo. En este sentido, un avance en las condiciones electorales es tener una representación de la oposición en el órgano electoral y a partir de ella es posible alcanzar otros objetivos como la observación internacional, por ejemplo. Pero estemos claros: ninguna dictadura da condiciones electorales, hay que arrancárselas con presión nacional e internacional. Y es producto de esas presiones que hoy la oposición tiene dos rectores en el CNE y sus suplentes, lo cual es el mejor escenario posible, por cierto. Es iluso, casi infantil, pensar que el régimen va a darnos tres rectores y ellos quedar con dos. ¡Esa no existe!
Lo que conozco de Enrique Márquez y Roberto Picón, me permite decir que son personas honorables y comprometidas con la oposición democrática. Ahora bien, uno puede entender que la gente albergue dudas, lo que es inaudito es la avalancha de insultos que algunos han lanzado a los nuevos rectores y a quienes insistimos en abrir una ruta democrática. Algunos opositores dicen apostar a un cambio pero imitan al chavismo en su manera de expresar las diferencias, acusan de traidor a todo el que piense distinto. Descalifican de entrada y sospechan a todo evento, son opositores demasiado parecidos al chavismo: aplican la “justicia revolucionaria” y revierten la carga de la prueba, todo el mundo es culpable hasta que demuestre lo contrario. Extraña forma de demostrar su vocación democrática.
Y para cerrar, una realidad imponente: los gringos no vienen, la invasión internacional no está planteada, un golpe militar estaría en manos del régimen y las posibilidades de un estallido social existen pero sus consecuencias son impredecibles y pueden conducir a escenarios de violencia que siempre benefician a quien posee las armas. En consecuencia, nuestra opción más racional es forzar al gobierno a una confrontación en el escenario donde están nuestras fortalezas y es una insensatez asirse a argumentos pueriles para mantener una eterna postura abstencionista. Al contrario, con un gobierno que exhibe 80% de rechazo, la más elemental lógica sugiere llevar la confrontación al terreno electoral.
Por supuesto, la participación electoral depende de que tengamos condiciones electorales -y tal parece que avanzamos, como indicamos- y de las condiciones políticas, las cuales debemos construir y no podemos hacerlo a partir de posiciones dogmáticas o en un clima de intolerancia. El país clama por un debate mesurado y respetuoso que conduzca a decisiones inteligentes y racionales en procura de una salida a esta tragedia. No podemos abordar este debate desde prejuicios, mucho menos desde el resentimiento e intereses subalternos. Los venezolanos aspiran que el liderazgo político este a la altura de las circunstancias.
En fin, pareciera que hay una oportunidad. Por ahora, solo eso: una oportunidad, pero que pudiera ser de oro si se logra capitalizar y la estupidez no embriaga al mundo opositor. A los que apresuradamente ven siempre una victoria del régimen y su propia derrota, les digo “tú lo que quieres es que me coma el tigre” y sigo trabajando…. ¡Venezuela no se rinde!
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