COLLAGE sobre RÓMULO BETANCOURT (LXIII)
(EL Regreso definitivo. El poder)
Carlos Canache Mata
Regreso
definitivo de Rómulo Betancourt a Venezuela.El
23 de mayo de 1972, Rómulo Betancourt regresa para quedarse definitivamente en
Venezuela, después de una ausencia de 8 años, interrumpida con ocasionales
visitas al país.
A su
llegada, la situación político-electoral era la que de seguidas se describe.
Había
un acuerdo parlamentario entre Acción Democrática y Copei, partido en ejercicio
del poder, que no implicaba de ninguna manera compartir responsabilidades
gubernamentales, para la elección de las directivas del Senado y de la Cámara
de Diputados, el cual se comenzó a aplicar en las sesiones de marzo de 1970. Se
había producido una división del Partido Comunista al celebrarse en el mes de
enero de 1971 reuniones distintas del IV Congreso de ese partido: la reunión
convocada por los dirigentes Pompeyo Márquez y Teodoro Petkoff acordó el 23 de
enero su separación del PCV y la fundación del Movimiento al Socialismo MAS;
este partido, en el preámbulo de sus Estatutos, se definió así: “Somos
comunistas de nuevo tipo. Queremos colocarnos a tono con los tiempos y con los
nuevos fenómenos. Queremos renovar viejos esquemas, romper dogmas, ser más
amplios. Somos internacionalistas, pero
soberanos, con sentido de fuerza nacional”; y, además, anuncia que elaborarían
una teoría de la revolución venezolana fundamentada “en el conocimiento de la
realidad nacional, de manera que de esta realidad nazca una revolución propia y
característica del país”.
En lo
que respecta a la situación existente con miras a las elecciones de 1973, cuando
llegó Betancourt, era ésta: ya se había formado, en el curso del año 1971, una
coalición electoral conocida como la Nueva Fuerza, integrada por el MEP
(Movimiento Electoral del Pueblo), URD (Unión Republicana Democrática) y el PCV
(Partido Comunista de Venezuela); en marzo, el MAS había lanzado la candidatura
presidencial de José Vicente Rangel; ya
se había lanzado, a comienzos de 1972, la candidatura de Miguel Angel Burelli
Rivas (ex-candidato del que se llamó Frente de la Victoria en las elecciones de
1968), con apoyo de grupos
independientes; ya Copei había lanzado la candidatura presidencial de Lorenzo
Fernández, al ser triunfador en la controversial Convención Nacional de ese
partido celebrada los días 17, 18 y 19 de marzo de 1972 en el Teatro Radio City
de Sabana Grande.
Ese era
el escenario político-electoral que encontró Rómulo Betancourt cuando volvió,
repito, el 23 de mayo de 1972, para quedarse a vivir nuevamente en Venezuela;
pero, hay que agregar que también a ese escenario, a telón alzado, se
incorporaban a diario análisis y declaraciones sobre una eventual candidatura
suya (de Rómulo Betancourt) para la cita comicial de 1973, la cual, inclusive,
nada menos que el ex-Presidente Raúl Leonl había planteado en 1971, como lo
reseña Ramón J. Velásquez: “A finales de agosto, en una entrevista sostenida
con el Director de La Verdad,
Alfredo Baldó Casanova, el ex-Presidente Raúl Leoni lanzó la candidatura
presidencial del ex-Presidente Rómulo
Betancourt para el período 1974-1979. Durante los tres años transcurridos del
gobierno del Presidente Caldera, Rómulo Betancourt había continuado viviendo en
Suiza, salvo ocasionales visitas a Venezuela y había mantenido absoluto
silencio con respecto a las candidaturas presidenciales de su partido. A Berna
viajaban los dirigentes de AD para examinar en unión del fundador y jefe del
partido, todos los aspectos de la situación venezolana y la impresión que
obtenían después de diálogos interminables era la de que Betancourt acopiaba
datos y analizaba posibilidades antes de tomar una decisión con respecto a su
regreso a la Presidencia” (1).
Así las
cosas, Betancourt, el 20 de julio de 1972, convocó una rueda de prensa, en la
que manifestó: “Mi regreso al país, para
vivir en Venezuela en forma permanente, ha reactivado la publicación en
diversos medios de comunicación social acerca de una supuesta aspiración mía a
volver de nuevo a ser Jefe de Estado. Por esa circunstancia vengo a declarar,
en forma clara y enfática, qe no seré candidato a la Presidencia de la
República en los comicios a realizarse en 1973. Esta declaración no debiera
sorprender a nadie. Porque ha sido precedida de afirmaciones en el mismo
sentido hechas en forma pública y recogidas en documentos oficiales, en libros
y periódicos. El 2 de abril de 1964 me
juramenté como Senador Vitalicio en mi
calidad de de ex-Jefe de
Estado…Estoy consciente de que cumpliré mejor y con mayor eficacia al actuar
como factor de conciliación y de armonía entre los venezolanos y de apoyo a sus
libres instituciones democráticas, en la medida en que deje de ser un personaje
controversial y proclive a la sospecha de ambiciones políticas nuevas. Ninguna
de ese carácter tengo después de haberme correspondido en dos oportunidades, y
en condiciones disímiles, regir desde Miraflores los destinos del país. Meses
antes, el 3 de enero de 1964, en rueda de prensa en Miraflores que publicaron
todos los periódicos venezolanos y está insertada en el libro que recoge mis
papeles de gobernante, había sido aún más enfático. Así me expresé: ‘Rotunda y
categóricamente digo que no volveré a ser más Presidente de Venezuela. Ya lo he
sido en dos oportunidades y hay que darles ocasión de ejercer la primera
magistratura, con todo lo que comporta de responsabilidad y de satisfacciones,
a otros venezolanos’…En ninguna ocasión ni a ninguna persona le he insinuado siquiera la
posibilidad de que había variado el criterio que en forma tan diáfana hice del
conocimiento público en 1964”. Y remató
la rueda de prensa con esta afirmación: “Seguirá en mí viva y ardiente la
pasión y devoción por Venezuela y por su pueblo. Procuraré servirle al país en
la medida de mis posibilidades. Pero queda ratificado, en forma inmodificable,
mi propósito de no aspirar ya más al ejercicio de la Presidencia de la
República” (2).
Al ser
precisada, una vez más, la posición de su fundador, Acción Democrática reunió
su Convención Nacional, la cual, el 18 de agosto de 1972 escogió a Carlos Andrés
Pérez como su candidato presidencial para los comicios del año siguiente.
El 29
de julio del mismo año 1972 se instaló, en el Palacio de los Deportes de Caracas, el Congreso extraordinario de la
Nueva Fuerza, con el objeto de escoger el candidato presidencial de la alianza
tripartidista que integraban el MEP, URD y el PCV. Cada uno de esos partidos
llevaba 300 delegados propios y 300 independientes simpatizantes suyos; en
total, fueron 1.800 delegados que, mediante el voto secreto, escogieron el
candidato presidencial entre Paz Galarraga por el MEP, Jóvito Villalba por URD
y Gustavo Machado por el PCV. Los resultados de las votaciones fueron 756 votos para Paz Galarraga, 671 para
Villalba y 341 para Machado. Villalba reconoció el triunfo de Paz Galarraga
“sin reservas de ninguna clase”. Sin embargo, nos relata Ramón J. Velásquez lo
que ocurrió después: “En noviembre, el Directorio Nacional de URD publicó un
documento dirigido a los jefes de los otros dos partidos integrantes de la
Nueva Fuerza rechazando la candidatura presidencial de Paz Galarraga. Alegaban
los urredistas que Paz Galarraga no garantizaba el triunfo revolucionario a que
aspiraba el urredismo y le concedían quince días para que retirara su
candidatura. Villalba había viajado a España y confió al Directorio Nacional el
manejo de las negociaciones con los socios de la Nueva Fuerza. El Directorio
Nacional aplazó la reunión del Congreso del Partido fijada en principio para el
30 de noviembre, y convocó un Consejo Supremo que debía reunirse en Maracay el
2 de diciembre. El Consejo Nacional declaró a URD libre de todo compromiso con
la Nueva Fuerza, pero las delegaciones de varios Estados desconocieron la
determinación del Consejo. El Consejo Nacional fijó el 31 de marzo como fecha
para la reunión del Congreso del partido. El domingo 1° de abril de 1973, el X
Congreso Nacional de URD proclamó por unanimidad la candidatura presidencial de
Jóvito Villalba” (3). Por mi parte, recuerdo que en esa ocasión Luis Beltrán Prieto
dió una declaración, que debe estar registrada en la prensa de la época, según
la cual los acuerdos o pactos que se realicen con Villalba habría que firmarlos
en presencia de un notario.
Finalmente,
12 candidatos presidenciales, legalmente inscritos, concurrieron a las urnas
electorales del 9 de diciembre de 1973, en la que sobre 4.351.444 sufragios
válidos, las primeras cinco votaciones se repartieron así;
Carlos
Andrés Pérez: 2.122.427 (48,77%)
Lorenzo
Fernández: 1.598. 929 (36,74%)
J. A.
Paz Galarraga: 221.864 (5,09%)
J. V.
Rangel: 183.513 (4,21%)
Jóvito
Villalba: 132. 829 (3,05%)
Reflexión
sobre Rómulo Betancourt y el poder. Buscar
el poder es tarea propia de los políticos. Pero los grandes políticos son
aquellos que esperan y saben cuándo deben buscarlo, para desde el poder dirigir
el Estado y aplicar la oferta que proponen para lograr el bien, en todos los
órdenes, de la sociedad que se dirige. Es necesario no equivocarse sobre el
momento propicio de esa búsqueda, y ello exige realismo y sentido de la
historia.
Rómulo
Betancourt dijo muchas veces que el partido que él fundó, Acción Democrática,
había nacido con vocación de poder. Sus adversarios lo tldaban de ambicioso,
como si la lucha política no fuera solicitar apoyo popular para acceder a la
dirección de lo que, desde remotos tiempos, se llama la cosa pública. Lo
importante y deseable no es carecer de ambición política, sino saber
administrarla.
Rómulo
buscó el poder, pero supo conducir esa búsqueda sin precipitaciones y acertando
para no llegar tarde. Cuando se le cerraba la vía del sufragio, apostó a la
salida revolucionaria del 18 de octubre de 1945. Siendo Presidente de la Junta
Revolucionria de Gobierno, se dicta el Decreto número 9, de fecha 22-10-1945,
donde se dispone que los miembros de esa Junta “quedan inhabilitados para
postular sus nombres como candidatos a la Presidencia de la República, y para
ejercer ese alto cargo cuando en fecha próxima elija el pueblo venezolano su Primer Magistrado”. Hubiera bastado que él, Rómulo
Betancourt, renunciara a la Presidencia de ese gobierno provisional colegiado,
y se lanzase como candidato presidencial para tener en sus manos la victoria que estaba cantada para Acción
Democrática en las elecciones por realizarse. Esperó. Posteriormente, tres veces tampoco se dejó
tentar por el poder, cuando podía alcanzarlo con seguridad, si lo hubiese
querido. Veamos.
1-Las
elecciones que acabo de mencionar líneas arriba se realizaron el 14 de
diciembre de 1947. Cuando se acercaba la escogencia de los candidatos
presidenciales por los partidos políticos, el Comandante Carlos Delgado
Chalbaud, miembro de la Junta y Ministro de la Defensa, le planteó a Betancourt
que se derogase el Decreto de la Junta que lo inhabilitaba y él fuese el
candidato de Acción Democrática. La respuesta de Betancourt fue terminante: “…el
partido está comprometido, el país está comprometido, yo estoy comprometido con
él y la candidatura de Gallegos es un hecho irreversible, irrevocable”. La
anécdota, que ya era conocida, la contó Rafael Caldera en una conferencia
pronunciada el 19 de mayo de 1988 en la Universidad Rafael Urdaneta de
Maracaibo. Dijo Caldera: “Me contó Betancourt –y algunas otras personas también
conocieron por sus labios esta versión- que un día el Comandante Delgado Chalbaud,
miembro de la Junta Revolucionaria de Gobierno, le planteó que Don Rómulo
Gallegos es una personalidad eminente, pero no es un político, no va a poder
manejar el gobierno, nos van a derrocar y vamos a pagar las consecuencias de
todo lo que haya ocurrido a partir del 18 de octubre. Yo le propongo a usted
que deroguemos el decreto que prohibe a los miembros de la Junta ser candidatos
a la Presidencia. Usted se va en un viaje al exterior, deja encargado como
Presidente de la Junta a Mario Vargas, que le ofrece más confianza que la que
le puedo ofrecer yo, y en su ausencia nosotros dictamos un decreto por el cual
derogamos aquella disposición que precipitadamente promulgamos cuando obtuvimos
el poder”. Y continúa Caldera: “Betancourt
me contó que le había respondido: ‘Lo entiendo. Quiero mucho a Gallegos, pero
sé que realmente no es de su temperamento el manejo de la situación política;
pero el partido está comprometido, el país está comprometido, yo estoy
comprometido con él y la candidatura de Gallegos es un hecho irreversible,
inmodificable’. Este, a mi entender, es
uno de los elementos que ayudan para calibrar su figura humana. Cumplió, a
sabiendas de lo que podría ocurrir después; a sabiendas de que la situación del
país no era para ofrecer favorables auspicios a un gobierno como el que podía
realizar un ilustre maestro, un intelectual, pero que era al mismo tiempo un
hombre que sentía despego por el poder público, como Don Rómulo Gallegos” (4).
En la misma conferencia, Caldera asentó que Betancourt “mantuvo una admirable
lealtad en el compromiso que AD había
contraído con Don Rómulo Gallegos en la campaña de 1941”. Efectivamente, en ese
año, cuando el Presidente lo elegía el Congreso -y no el pueblo al no existir
el sufragio universal, directo y secreto-, Gallegos fue candidato “simbólico”,
y Betancourt tenía claro que en 1947 la
justicia histórica imponía repetir la postulación del gran novelista.
2-Derrocada
la dictadura perezjimenista el 23 de enero de 1958, el triunfo de AD, como se
comprobaría después, era seguro en la
elección presidencial de ese año. Sin embargo, Betancourt no se precipitó a
lanzar su candidatura, sino que propuso a las Mesas Redondas de entonces, en
nombre de AD, cinco alternativas en las que él no figuraba como candidato
presidencial. No fueron aceptadas –y no hubo consenso para la candidatura
presidencial unitaria y única- porque los partidos que apoyaban a Wolfgang
Larrazábal creían que éste era una mina electoral que habían encontrado y les
daría el triunfo. Sólo cuando el 3 de octubre Larrazábal acepta públicamente la
candidatura, y Caldera lanza la suya a los tres días siguientes, el día 6, es
que AD lanza la cadidatura de Rómulo varios días después, el 12, y aún estaba
condicionada a que podía retirarse si surgía un candidato de consenso interpartidista.
3-Si
Betancourt no renuncia -como se señaló arriba, en rueda de prensa del 20 de
julio de 1972 y en carta al CEN de AD- a
la candidatura para las elecciones de 1973, hubiera sido él, y no Carlos Andrés
Pérez, el abanderado victorioso para el período presidencial 1974-1979.
En el
próximo Collage, continuamos con las actividades de Rómulo Betancourt hasta su
fallecimiento.
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Notas
1-Ramón
J. Velásquez. Venezuela Moderna Medio Siglo de Historia 1926-1976. Fundación
Eugenio Mendoza. Caracas 1976. Pág.329.
2-Rómulo
Betancourt. Selección de Escritos Políticos 1929-1981. Compilador Naudy Suárez
Figueroa. Fundación Rómulo Betancourt. Caracas, Venezuela, 2006. Pág. 398-399.
3-Ramón
J. Velásquez. Obra citada. Pág. 340-341.
4-Rafael
Caldera. La Parábola Vital de Rómulo Betancourt. Conferencia inaugural de la
cátedra Rómulo Betancourt en la Universidad Rafael Urdaneta. Maracaibo,
Venezuela 19 de mayo de 1988. Folleto impreso en los Talleres Gráficos del
Congreso de la República en el mes de agosto de 1988. Pág. 33-35.
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