LA DESPRECIADA UNIDAD
BERNARD HORANDE
Si algo aconsejan políticos y protagonistas que nos han visitado en
Venezuela y que han vivido graves crisis en sus países, es la necesidad
de que la oposición se mantenga en unidad frente a regímenes
autoritarios.
En nuestro país, construir y mantener la unidad no ha sido fácil.
Desde los tiempos de la Coordinadora Democrática hasta la más reciente
Mesa de la Unidad Democrática, hemos vivido diferentes etapas.
Las experiencias vividas han sufrido fisuras, resquebrajamientos y divisiones. Momentos de felicidad y momentos de amargura.
En cualquier ocupación hay siempre intereses. Es parte inherente del
ser humano. Ocurre en familias, condominios, empresas y gobiernos de
países enormes y poderosos. No importa la dimensión de la actividad.
Sin embargo, esto se exacerba si se trata de la actividad política.
Por eso, impresiona que cuando se está buscando de nuevo reconstruir
la unidad de la oposición venezolana se disparen tantos dardos desde
algunos sectores.
Sectores por cierto que gozan de inteligencia comprobada y que uno asume que no lo hacen sino llevados por la buena intención.
Si se trata de enfrentar con más eficacia el régimen dictatorial
venezolano, la unidad es indispensable. Pero es despreciada
olímpicamente por compatriotas de los que uno esperaría mayor
desprendimiento y, particularmente, un poco más de humildad.
El creerse el ombligo del mundo y el suponer que se es dueño de toda
la verdad son formas muy clásicas de destruir las mejores iniciativas.
Por otra parte, en el caso venezolano, algunos partidos políticos han
abusado de forma grosera del tema de la unidad. Han creído,
erróneamente, que la única unidad es alrededor de ellos y nadie más.
Se ven como los amos y señores de la unidad. Se han apropiado de la
franquicia de la unidad, convirtiéndola progresivamente en un chantaje. “Si no estás conmigo, estás fuera de la unidad, te denunciaremos ante la gente y pagarás por ello”.
La manipulación no les funcionó por mucho tiempo. “La trampa sale”, suelo decir.
Y quedaron desnudos ante una opinión pública que los viene castigando.
Así las cosas y aparte de estas consideraciones, para enfrentar
apropiadamente el castro-madurismo que gobierna a Venezuela, el concepto
de unidad no puede ser dejado de lado. Representa una herramienta
fundamental.
Cuando un equipo de fútbol enfrenta una pésima racha, lo primero que
hace el manager es agrupar a su gente y buscar mantenerla unida.
Cohesionada. Sabe que lo peor que le puede pasar es que se dispersen.
Pueden haber diferencias, pueden haber señalamientos, pueden haber
diferentes formas de ver las cosas, pero lo primero es la unidad.
Importante es la unidad en cuanto al objetivo que se persigue. Y en
Venezuela está muy claro. La unidad de propósito nos une y no es otra
que este régimen destructivo de miseria y hambre se acabe lo antes
posible.
En cuanto a las estrategias, estas pueden ser diversas. Ninguna puede
ser descartada a priori. Todas suman. Y todas tienen su oportunidad. Su
momento. Su lugar.
Algunas son controlables directamente. Otras no. Otras dependen de
factores externos, poco controlables aunque sí influenciables.
Finalmente, la unidad tiene un factor decisivo sobre el ánimo de la
gente. Ese intangible emocional. Esa chispa que está haciendo mucha
falta desde hace meses. Esa luz de esperanza que necesitamos que se
reavive entre todos nosotros los venezolanos.
Es invalorable que el país vea que, a pesar de las naturales y
legítimas diferencias, en la oposición hay un deseo de enfrentar esto en
unidad.
El acto de unidad que se realizó esta semana en el Aula Magna de la UCV es un ejemplo de ello.
Sería muy triste que esta estupenda iniciativa de la sociedad civil
sea secuestrada, tergiversada o anulada por otros eventos y que la gente
se sienta que nuevamente ha sido engañada mediante un truco
gatopardiano.
Más bien lo que uno desea es que la unidad manifestada ese día goce de réplicas a muy corto plazo en todo el país.
Y que desde diferentes sectores sociales y políticos se propongan
acciones concretas que revitalicen el ferviente deseo que tenemos el 90%
de los venezolanos de salir de este tenebroso y catastrófico régimen.
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