miércoles, 19 de mayo de 2010

LA NOCHE MÁS LARGA DE EUROPA

ELIZABETH BURGOS

La noche del domingo 9 al lunes 10 de mayo del 2010 quedará en los anales como la noche más larga en la historia de la Unión Europea.

Fue durante esas once horas de negociación entre los ministros de finanzas de los países que comparten el euro como moneda única, que se decidieron una serie de medidas sin precedentes en la historia de la Unión, hasta ahora, más propensa al laxismo que a la exigencia del respeto a las normas.

Fue el peligro inminente de contagio ante la caída espectacular de los mercados de valores que ocasionó una pérdida espectacular del euro frente a dólar y que hizo perder a algunos mercados de valores más del 10% tras el endeudamiento de Grecia lo que condujo a los gobiernos europeos a tomar medidas de urgencia.

Los vientos que soplaban hasta el sábado pasado eran de una debacle anunciada. El temor de que dicha tormenta arrastrara en lo inmediato a otros países como Portugal y España, además de la voluntad de atajar la especulación en los mercados contra la deuda soberana de algunos miembros de la UE, fue lo que indujo a que en la madrugada del lunes 10, se aprobara un “histórico mega plan de rescate para los países del euro” en peligro de enfrentar una situación similar a la griega. El “megaplan” no consiste en un cheque en blanco a los país en donde el déficit fiscal es la norma, y la corrupción es la practica común en el seno de la clase política, como es el caso de Grecia. Beneficiar de la ayuda europea, significa de ahora en adelante, someterse estrictamente a las normas de reajuste severo de las finanzas, acordadas en el seno de la Comisión Europea, y según palabras de José Manuel Barrosos, presidente de la Comisión europea, someterse al control de Europa los presupuestos nacionales. Según el Presidente del Banco Central Europeo, Jean Claude Trichet, ese control es la condición de la continuidad de la zona euro, porque si se quiere que la confianza se consolide “es necesario realizar actos y no quedarse en las palabras.”

La puesta en marcha del “megaplan “ de defensa de la zona euro, consiste en 750.000 millones de euros de garantía para cubrir los previsibles reembolsos de los cuatro países más vulnerables. Varias entidades participan en el montaje del fondo: 60.000 millones aportará la Comisión Europea en forma de préstamos, a los que se añadirán 440.000 millones procedentes también de préstamos y garantías de los propios países de la zona euro. La participación sin precedentes del FMI que aporta 250.000 millones de euros en forma de créditos. El Banco Central Europeo (BCE) participará también en esta operación con la compra de títulos de deuda, tanto pública como privada, iniciativa ante la cual el BCE se había mostrado en principio reacio.

Para adoptar esta serie de decisiones sin precedentes en la historia europea, los principales dirigentes habían llegado a la conclusión de que había un riesgo real de que la crisis de la deuda griega se extendiera a otros países de la zona, e incluso, arrastrara a Europa entera.

Pese a la inusual discreción de Nicolás Sarkozy, es de conocimiento publico que una vez más, el pragmatismo y el espíritu de iniciativa del presidente francés, jugaron un papel determinante ante aquellos gobernantes europeo que se mostraban reacios a dar su aval a la adopción de dicho plan.

Un ejemplo fue el de la negativa de Gordon Brown al pedido de Sarkozy y de Ángela Merkel para que diera su aval a un plan coordinado para frenar la especulación, y luego, la marcha atrás de Ángela Merkel de solidarizarse con Grecia, para luego terminar imponiendo toda suerte de condiciones, y finalmente terminar aceptando otorgar su ayuda a Grecia. Es cierto que Gordon Brown estaba en víspera de elecciones y no quería darle argumentos a los conservadores, opuestos a la Unión europea. De igual manera los titubeos de la canciller alemana se debían a su preocupación por no darle votos a la oposición en las elecciones de Renania del Norte-Westfalia, lo que significó una pérdida de tiempo que fue aprovechada por los especuladores, multiplicando las pérdidas de por sí altas. Por cierto, de nada les sirvió pues ambos líderes salieron derrotados. Brown perdió el poder y para Ángela Merkel, la pérdida de Renania significó también la pérdida el control de la Cámara alta.

Ante la actitud decidida de Nicolás Sarkozy que abogó decididamente desde el principio por ayudar a Grecia, pues de otra manera se corría con la responsabilidad de llevar a Europa a la ruptura al ocasionar la exclusión de uno de los países miembros, Ángela Merkel terminó aliándose a la postura de Sarkozy, porque como gobernante de un país líder de la UE, no podía mantenerse en una postura recalcitrante, además de correr el riesgo de dejarle al presidente francés el monopolio del liderazgo europeo.

El presidente de Estados Unidos Barack Obama percibió la gravedad de la situación y la necesidad de que se consolidara la zona euro, porque una Europa en crisis, retrasaría la salida de la crisis que, a su vez enfrenta Estados Unidos; como también un euro en declive sería un obstáculo para la recuperación de la economía norteamericana

Y para quienes en Europa consideraban que Barack Obama demostraba un desinterés absoluto hacia el viejo continente, la iniciativa del presidente estadounidense de implicarse directamente en la crisis fue reveladora. Al percatarse que Nicolás Sarkozy no había logrado persuadir del todo a Ángela Merkel, tomó la iniciativa de llamar el domingo por la tarde a la canciller alemana, para convencerla de aceptar la responsabilidad que la gravedad del momento le exigía y dejara de lado sus preocupaciones electorales y pedirle, que tanto ella como Sarkozy, actuaran de manera coordinada y enérgica para que devolvieran la confianza a los mercados. También Rodríguez Zapatero recibió un llamado de Obama para incitarlo a tomar medidas de urgencia antes de que no fuera demasiado tarde.

De hecho, la adopción del « mega plan » es en gran medida, producto de un acuerdo franco alemán. Pero las convergencias entre ambos países, no atenúan las nubes que se ciernen sobre Europa y las crisis por venir. Según el presidente del BCE, Jean Claude Trichet, ésta sería la peor crisis vivida por Europa desde la I Guerrea Mundial. La victoria electoral de los conservadores en el Reino Unido, cuyo programa es la salida progresiva de la UE, presagia el estallido de futuras crisis. Sin embargo, - y de nuevo se manifiesta la autoridad del presidente de Estados Unidos en la dinámica de la UE – Barack Obama le habría expresado a Gordon Brown, desde ayer ex-primer ministro del Reino Unido, de abandonar las ambigüedades en relación a la pertenencia de Gran Bretaña en la EU y al contrario, lo incitaba a formar parte del conjunto europeo al mismo título que Francia y Alemania. Dado el grado de compenetración que caracteriza las relaciones entre Gran Bretaña y Estados Unidos, y al hecho de que el conservador David Cameron deberá compartir su gobierno con el liberal proeuropeo Nick Clegg, deja entrever cierta esperanza para que la actitud anti europea británica, no alimente las corrientes euro escépticas que gravitan en el continente.

El importante fondo de estabilización tiene contrapartidas de obligado cumplimiento, y así lo ha ratificado John Lipsk, número dos del Fondo Monetario Internacional (institución que apoya el plan europeo): la liquidez sin ajuste sostenido no es solución. Como contrapartida, los países susceptibles de recurrir a la ayuda europea, se comprometieron a tomar "importantes nuevas medidas de consolidación fiscal en 2010 y 2011" y de saneamiento de su economía que deberán presentar en la reunión de ministros de Economía del 18 de mayo próximo, al mismo tiempo que se impuso a todos los países la cláusula del respeto riguroso al pacto de estabilidad, hasta ahora poco observado por los miembros de la UE.

El objetivo del mecanismo de rescate es "garantizar la estabilidad del euro, en la zona y en los mercados financieros", declaró desde Bruselas la ministra de Economía francesa, Christine Lagarde. Para la responsable francesa, es necesario establecer una coordinación de la política económica, para perennizar lo que se construido en la urgencia, « puesto que la moneda única es lo que une a Europa, de allí la necesidad de salvarla ». La ministra persiste en su orientación libérale, « pero es partidaria de que se ejerza un control estricto », pues como lo declaró su homologo sueco, Anders Berg : "Estamos viendo en los mercados comportamientos de manada de lobos y, si no detenemos a estas manadas, harán pedazos a los países más débiles".

El comisario de Asuntos Económicos explicó que en este mecanismo intergubernamental participarán todos los Estados de la eurozona. Se activará en cuestión de "algunas semanas", tal y como ha ocurrido con Grecia, porque cada Estado miembro deberá completar sus procedimientos parlamentarios.

Quien enfrentará la situación más delicada ante su opinión pública es el Presidente del gobierno español, José Luís Rodríguez Zapatero quien hasta hace pocos días clamaba que no procedería a recortes presupuestarios; negándose incluso a admitir la gravedad de la crisis que afecta a España, el país con la mayor tasa de desempleo de la UE.

Pero no solamente España y Portugal deberán someterse a una drástica disciplina del gasto público, también Gran Bretaña deberá adoptar urgentemente decisiones impopulares, desde una subida de impuestos hasta drásticos recortes del gasto público, al igual que Francia, en donde ya el presidente Sarkozy anunció el congelamiento del gasto público, la reforma del sistema de jubilaciones.

Para la ministra francesa Christine Lagarde, la política económica que debe implementarse no debe limitarse a la aplicación de medidas de saneamiento fiscal y del gasto publico, sino que debe desarrollarse una política muy sutil que se oriente hacia el crecimiento durable, manteniendo el poder adquisitivo, al mismo tiempo que se sanean las finanzas “pues no se puede vivir eternamente a crédito”. Menciona un tríptico de tres “R”: reactivación económica, reformar para reactivar la economía, y reinvertir para reindustrializar y así activar la competitividad.

El euro ha pasado por una fase de grave peligro, pero ello no significa que haya salido del peligro pese al gigantesco fondo de estabilización de 750.000 millones de euros.

Lo positivo de la crisis es que en la búsqueda de solucionarla, se ha dado el primer paso hacia la construcción de una política económica europea común, y la primera manifestación de esta política común, es el acatamiento por parte de los países necesitados de la ayuda europea, de aplicar las medidas de rigor económico que hasta hace pocos días se resistían a tomar. En declaraciones al semanario alemán Der Spiegel, en su calidad de presidente del BCE, Jean Claude Trichet, que aparece como la personalidad de mayor prestigio y autoridad en el panorama de la eurozona, expresó : “Lo que necesitamos es un salto cualitativo de la supervisión mutua de las políticas económicas en Europa. Hay que mejorar los mecanismos que evitan y castigan las negligencias, y necesitamos aplicar este control de una manera eficaz, con las sanciones pertinentes contra todas las violaciones del Pacto de Estabilidad y Crecimiento", ha añadido

También ha revelado la necesidad de obrar por el surgimiento de un verdadero liderazgo europeo, cualidad que no poseen los tecnócratas que hasta ahora han integrado el Consejo y la Comisión de la UE. El general Charles de Gaulle, Konrad Adenauer, Helmut Khöl y François Mitterrand aún no han encontrado la generación de relevo.

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