¡Piérdanle el miedo a Chávez!
Como se ha dicho, Chávez manda, ordena, pero nada ocurre. No confía en los que lo rodean; nuevamente, con razón. Alienta el temor, gobierna con el miedo. Pero él, a su vez, tiene miedo y hasta de pronto denuncia que hay una huelga de las inversiones privadas y hasta envía a su ministro Ramírez a convencer a los norteamericanos que inviertan en Venezuela. De vez en cuando un zarpazo justifica el temor, como lo ocurrido con la finca La Carolina. No todo le resulta mal a Miraflores. En su lucha interna, los copeyanos invocan una decisión del Tribunal Supremo de Justicia como argumento de una parte contra la otra, legitiman cualquier decisión que tomará mañana el TSJ contra la oposición Como la punta del iceberg la banda de Los Invisibles desvela la descomposición del país, como los secuestros que no se denuncian por miedo a la misma policía, la rebatiña entre la gente común por robar, estafar, el familiar que estafa al familiar, el mecánico de confianza que roba a una anciana. Mañana este deterioro no se detendrá. Este socialismo no nace de un impulso moral, del sacrificio de unos idealistas, funciona como el asalto a la riqueza que muchos miran con envidia y en pequeño, según sus posibilidades imitan. La corrupción no es un tema político, no escandaliza a nadie una valija llena de dólares, o la aprehensión de un venezolano al servicio de los carteles de la droga en México.
Hay que perderle el miedo a Chávez de una vez, ganará el que pierda primero el miedo. Aquí hay que temerles únicamente a los que conspiran contra la unidad de la oposición.
El país unido, claro, tiene futuro.
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