sábado, 1 de mayo de 2010

Unidad: entre el miedo y la esperanza

Miguel Ángel Santos
El Universal

Sin duda el fin de semana pasado se cuenta entre los más afortunados de la última década para la oposición venezolana. Lo digo con plena consciencia de que podría estar incursionando en el resbaladizo plano de la candidez, algo que aquí se suele pagar muy caro. Aún así. Ahí está el anuncio de la unidad improbable, el rompecabezas final, integrando nada menos que ciento sesenta y cinco piezas por nombres y otras tantas listas, mezcla de complejos acuerdos y de primarias. Quizás no alcance para devolvernos la esperanza perdida, pero sí nos pone ante una encrucijada. Se trata de creer en nuestras posibilidades o abandonarnos al síndrome "Chávez lo tiene todo calculado y nos va a ganar" que a ratos pareciera circular por el ADN de la oposición. En su última carta el Emperador Adriano escribe a su sucesor Marco: "Todavía no estoy tan débil como para ceder ante las alucinaciones del miedo, casi tan absurdas como las de la esperanza, pero mucho más penosas. De engañarme, preferiré siempre el camino de la confianza. Acaso no gane más con ello, pero sí sufriré menos". De eso se trata, de escoger entre el miedo y la esperanza. La alianza de oposición también ha suscrito un acuerdo de prioridades y políticas públicas: "100 Propuestas para Venezuela". Este es el resultado de meses de discusión y ha sido suscrito por los 16 partidos que participan en la MUD y los más de 50 que comprende la coalición, además de todos los candidatos postulados. En un país con la herencia individualista y divisionista del nuestro, eso no es poca cosa. Alberto Quirós le ha dedicado al documento algunas reflexiones que a mi manera de ver son un tanto mezquinas. El mensaje final ha sido algo así como "muy bien niñitos, esta tarea es para 15 puntos, pero vamos a ponerles 20 para reconocerles el esfuerzo". Ha dicho que es una mezcla de todo, y utiliza el punto 48 ("Garantizar la continuidad y la más alta calidad de las políticas y programas sociales") como ejemplo de "Socialismo del bueno". Un símil confuso, maniqueísta y absurdo. Como si la sola referencia a la política social tuviese alguna relación con el Estado Socialista. También se ha quejado de que el principio de promover "la diversificación de la economía" (punto 32), está muy "trajinado". Trajinar, del latín TRAGINARE, arrastrar. Es decir, que si el gordo quiere adelgazar, no le digan que tiene que comer menos o hacer más ejercicio, porque eso está muy "trajinado". Alberto quiere un atajo, un SLIMFAST. Su propuesta es "acercar la industria petrolera al ciudadano y permitir que reciban directamente parte de sus ganancias". Bastante trajinada también, pero no por todos, sino por un pequeño grupo. Para formar parte de las 100 propuestas tiene que existir consenso, y ahí estamos lejos de alcanzarlo. Tanto así, que para no dejar por fuera el petróleo, ante los múltiples puntos de vista, tuvo Ramón Guillermo Aveledo que recurrir a una redacción ecléctica, que se limita a "administrar con mayor eficiencia y justicia los recursos del subsuelo". Hasta ahí llegó el acuerdo, no dio para más. Y eso ya es bastante. ¿Es una propuesta ingenua? Sí, hasta cierto punto. Pero ingenuidades así, a veces alcanzan a salvar un país.

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