OBAMA SE OLVIDA DE LA DOCTRINA PREVENTIVA DE BUSH
PEDRO RODRÍGUEZ
ABC
La Administración Obama ha hecho hoy pública su primera estrategia de seguridad nacional para Estados Unidos jalonada por toda una serie de cambios radicales con respecto a los principios adoptados tras la ofensiva terrorista del 11-S. Según este nuevo guión estratégico, los intereses americanos en el mundo deben defenderse con una combinación de multilateralismo, disciplina económica, diplomacia activa y superioridad militar. El documento de 52 páginas -exigido por ley desde 1986 a cada nuevo ocupante de la Casa Blanca- insiste en que Estados Unidos debe expandir su respaldo internacional más allá de sus aliados tradicionales. La nueva doctrina de seguridad nacional insiste en establecer vínculos de cooperación con poderes emergentes como China o la India, con el fin de hacer frente a problemas globales. Objetivo que en los dos últimos años ha quedado reflejado en la emergencia del G-20 frente a las explicitas declaraciones de la Administración Bush de no tolerar la rivalidad de otras súper-potencias.
En un esfuerzo por combinar sus promesas electorales con la experiencia acumulada en año y medio de gobierno, el preámbulo del documento firmado por el presidente Obama reconoce las limitaciones que tiene Estados Unidos en la esfera internacional: "Las cargas de un joven siglo no pueden caer solamente sobre los hombros de Estados Unidos. De hecho, a nuestros adversarios les gustaría que minásemos nuestra fortaleza extendiendo en exceso nuestro poder".
La declaración -remitida al Congreso y con potencial impacto tanto en presupuestos como en nuevas legislaciones- destaca la precaria situación económica de Estados Unidos, con el consiguiente impacto negativo en su prestigio internacional. Hasta el punto de incluirse el crecimiento económico y contener el disparado déficit público como prioridades destacadas: "En el centro de nuestros esfuerzos se encuentra un compromiso para renovar nuestra economía, que sirve como fuente del poder americano".
Dentro de ese llamativo énfasis económico, la declaración de la Administración Obama asume la necesidad de encauzar a la economía Estados Unidos -con una deuda pública que supera los 13 billones de dólares y un déficit galopante- hacia un "sendero fiscalmente sostenible". Esfuerzo de saneamiento en el que también se menciona reducir la actual dependencia energética con respecto al petróleo extranjero.
«Naciones hostiles»
En este esfuerzo de redefinición, la nueva estrategia ignora cuestiones tan polémicas como la doctrina de guerra preventiva asumida por la Administración Bush. El documento refleja el deseo de encontrar soluciones diplomáticas a los grandes retos existentes en la arena internacional, relegando a un segundo plano la opción del uso de la fuerza militar. Con referencias a seguir intentado conectar con "naciones hostiles" y recurrir a medidas de aislamiento si esos gobiernos persisten en desafiar básicas reglas internacionales.
El plan del presidente Obama renueva el compromiso de mantener la superioridad militar del Pentágono pero se distancia claramente de opciones como la invasión de Irak ordenada por el presidente en el 2003. A pesar de reconocer las limitaciones existentes en el entramado de instituciones internacionales, el documento se distancia de acciones unilaterales. Dejando claro que Washington no se puede permitir el lujo de ignorar al resto del mundo.
La declaración estratégica de Obama también se olvida del concepto genérico de "guerra contra el terror" utilizado por la Administración Bush. En su lugar, se identifica como principal enemigo de Estados Unidos a la amenaza terrorista planteada por Al Qaida. El documento reitera el objetivo de"interferir, desmantelar y derrotar" la red terrorista encabezada por Osama Bin Laden. Pero dentro de una lucha con respeto a los derechos humanos y donde la tortura no sea utilizada como herramienta de seguridad nacional. El texto reitera el deseo de cerrar la prisión extrajudicial de Guantánamo pero sin ofrecer plazos o detalles. Entre las prioridades de la nueva doctrina también se destaca combatir la amenaza del terrorismo producido dentro de Estados Unidos. De acuerdo a las explicaciones ofrecidas por John Brennan, principal asesor de la Casa Blanca en la lucha antiterrorista, "estamos ante una nueva fase, no limitada a ataques coordinados y sofisticados al estilo del 11-S, sino de individuos que intentan llevar a cabo ataques relativamente poco sofisticados". Lo que para el gobierno americano supone e reto de responder a la adaptación y evolución de las tácticas terroristas.
En este sentido, la Casa Blanca insiste en que el enemigo de Estados Unidos no es el terrorismo o el terror. Ya que el terrorismo no es más que una táctica y el terror, un estado mental. A juicio de la Administración Obama, "el peligro más grave para el pueblo americano y la seguridad global proviene de armas de destrucción masiva, particularmente armas nucelares.
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