domingo, 30 de abril de 2017

BAILARÍN

RAMON PEÑA


"Danzaban y hacían piruetas Con agilidad de muñecos,
Era una horrible mascarada…"

Oscar Wilde, Balada de la cárcel de Reading

Una de las conocidas exhortaciones de Niccolo Maquiavelo en El Príncipe reza así: “es mejor ser temido que ser amado”. Es evidente que nuestro Golem gobernante no encaja en tal dilema, porque los venezolanos ni le aman ni le temen. Pero con los atributos que natura le dio y la orientación que la Habana le presta, se las ha arreglado para añadir a las recomendaciones del sabio florentino una tercera opción: la de ser odiado. Y lo ha logrado de modo sobresaliente -hasta en las que fueron sus propias huestes- al sostener obstinadamente las condiciones que han hundido a los ciudadanos en hambre, negación de la salud, atraso y asedio del crimen. Pero no le ha sido suficiente. Para asegurarse de ser aborrecido, se ha servido de la burla como componente notable de su estilo cotidiano. De la burla vulgar, con especial ahínco en circunstancias dolorosas para el país.
Nadie olvida cómo en febrero de 2014, cuando la represión cobraba la vida de 43 personas en las agitadas calles del país, en su mayoría jóvenes, le pareció de original lucimiento hacerle saber a los venezolanos que, mientras tanto, él “dormía
como un bebé…” En aquella misma época, no tuvo recato en bailar en cadena nacional mientras se velaba a la joven Geraldine Moreno asesinada por la Guardia Nacional Bolivariana en la ciudad de Valencia. 
En sus emisiones televisivas se adorna frecuentemente con pasos de bailarín, una manera de mofarse, que disfruta mientras niega la terrible crisis humanitaria. En la tarde del miércoles 26 de abril, cuando fue asesinado en Caracas el estudiante Juan Pablo Pernalete, celebró un acto público, en el cual incitaba a la juventud a bailar y decretaba crear escuelas de bailes para los más jóvenes... 
Una advertencia, que no se lee en El Príncipe, sino en La Biblia: “De lo que siembres, cosecharás…”
 

No hay comentarios:

Publicar un comentario