ELECCIONES GENERALES O GOBIERNO DE TRANSICIÓN
TRINO MARQUEZ
Vladimir
Padrino López y Nicolás Maduro, probablemente en ese orden, son los
responsables fundamentales de la escalada represiva desatada en Venezuela desde
comienzos de abril. Otros actores dentro de la trama ocupan posiciones secundarias.
El ministro de Relaciones Interiores y los comandantes de la Guardia Nacional y
la Policía Nacional apenas son amanuenses relegados a cumplir las órdenes provenientes
de la cúpula, entre ellas dejar que actúen con impunidad los grupos
paramilitares financiados por el régimen. La represión representa la única
política de la dupla Padrino-Maduro frente a la descomunal protesta que se
desató en el país. La represión se articula con el aislamiento creciente que remata
con la salida de la OEA.
El detonante de la crisis fue la
decisión de eliminar en los hechos la Asamblea Nacional y arrogarse las
atribuciones del cuerpo legislativo. Vista en perspectiva, la insurrección
popular constituye el resultado de una larga acumulación de abusos y atropellos
cometidos por el régimen desde que Maduro llegó con malas mañas a Miraflores.
En el inconsciente de la gente quedó instalado el despojo del referendo
revocatorio, luego de que, a pesar de todos los obstáculos levantados, los
ciudadanos habían logrado sortearlos y se encaminaban a cubrir los extremos
legales que el CNE exigió para realizar esa consulta. El referendo revocatorio
habría permitido resolver el fracaso de la revolución bolivariana en los
términos del pacto constitucional propuesto por los mismos chavistas. Hoy los
venezolanos pasan la factura por una confiscación, considerada por el gobierno
una gran victoria.
Al arrebatón del revocatorio se suma la
crisis económica y social sin precedentes. La gente se convenció de que la
única forma de superar la crisis es cambiando de gobernantes. A Maduro se le
acabó su tiempo. Han sido demasiados sus errores, acompañados de cinismo y
torpeza. Con los actuales gobernantes no existe ni la menor posibilidad de que
ninguno de los graves problemas nacionales se resuelva. La camarilla instalada
en el poder no es capaz de promover ningún cambio que encamine a la nación
hacia su recuperación global. En el futuro cercano y lejano la gente ve más
inflación y pobreza, más escases y desabastecimiento, mayor inseguridad
personal y menores posibilidades de estabilizarse y crecer. Los jóvenes sienten
que se les robó el futuro. Los adultos se ven acosados por la miseria.
Frente a un porvenir tan oscuro las
amenazas de represión no actúan como factor disuasivo, sino como catalizador y
desencadenante. En una reciente entrevista, una joven que acudía a una marcha
decía frente a una cámara de televisión portátil, que no tenía miedo a ser
asesinada por la policía porque ella moría lentamente todos los días: el dinero
que ganaba no le alcanzaba para comer y no tenía ni la menor esperanza de
independizarse de su familia porque jamás tendría vivienda propia, ni podría
construir una familia. Esa muchacha resumió la situación en la que se encuentra
la inmensa mayoría de los venezolanos. Ya no se trata sólo de oponerse al
Gobierno para ampliar los espacios de la democracia. Hay que cambiar de régimen
para sobrevivir. Así de simple y de drástico. Con Maduro al frente del Gobierno
lo que le espera a la gran mayoría de los venezolanos es más miseria y
restricciones.
El régimen tendría que asumir que el
cuadro nacional cambió. Maduro y la camarilla que lo acompaña abortaron el
revocatorio. Ahora, no podrán satisfacer las demandas populares proponiendo únicamente
la elección de gobernadores. Estas debieron haberse realizado el año pasado. En
el nuevo ambiente, la exigencia básica consiste en el cambio de gobierno.
Elecciones generales o gobierno de transición. La oposición quedó escaldada con
la nefasta experiencia de finales de 2016. Maduro creyó que había coronado la
faena cuando, luego de pulverizar el revocatorio, metió a la MUD en un diálogo,
saludado internacionalmente, que sólo sirvió para ganar tiempo, suspender los
comicios de gobernadores y dejar a los líderes de la oposición como unos
jóvenes incautos e inexpertos. La MUD aprendió la lección. Ya no es
políticamente aceptable que ante una ciudadanía tan comprometida, que ha dado
muestras de heroísmo y desprendimiento tan conmovedores, el desenlace de las
movilizaciones sea la consulta regional. El pueblo estafado reclama una
indemnización mayor: elecciones generales, sin presos políticos ni
inhabilitaciones, o gobierno de transición mediante un pacto político en el que
participen los sectores sociales fundamentales, incluidos aquellos vinculados
con el chavismo y los militares.
@trinomarquezc
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