A NUESTRA VENEZUELA SOBRE LA UNIDAD Y LOS TIEMPOS POR VENIR
HENRIQUE CAPRILES RADONSKY
Siempre he creído y demostrado que la unidad, como estrategia política y como valor social, es imprescindible para atender los problemas que padece nuestro país. Y, en esa medida, no sólo he apoyado y luchado por la unidad: incluso me ha correspondido representarla, siempre pensando en los venezolanos.
Por eso me permito con responsabilidad decirle al país que la unidad no es un fin, sino apenas un medio para lograr los cambios.
La unidad no es un asunto que se pacta entre unos políticos solamente, sino que debe trabajarse junto a todos los venezolanos, en especial con las grandes mayorías que sufren los embates de la pobreza, hoy en los niveles más altos de nuestra historia.
De modo que los llamados políticos a la unidad pueden ser vacíos, cuando lo que se requiere justo ahora es atender y sacar a nuestra Venezuela de la pandemia, del hambre, de la destrucción, de la corrupción, de la autocracia, de la indolencia, de la fantasía.
Los venezolanos claman por una UNIDAD que sea capaz de atender sus verdaderos problemas, esos que están todos los días en las calles de nuestro país, y no sólo de reunirnos a los líderes nacionales en un mismo salón y decir que con eso ya la unidad ha sido conquistada.
Justo ahora que en lo político se habla de "establecer una nueva ruta”, como si para eso fuera suficiente una discusión entre unos pocos, quiero hacer énfasis en cinco puntos:
1. Sostengo que la ruta inmediata que debemos tomar es la de escuchar a la gente.
A quienes son maltratados, a quienes padecen la pobreza, a quienes están enfermos, a quienes no tienen comida en su nevera, no les llega agua corriente, no tienen electricidad ni gas doméstico. Debemos escuchar a los trabajadores, a los gremios de la salud, de la educación, del transporte. Debemos escuchar a los empresarios, que, a pesar de estar casi sin ingresos, pagan hasta diez veces más que el salario mínimo que paga el régimen. Debemos escuchar al Pueblo, en lugar de conformarnos con oírnos entre nosotros mismos, repitiendo una y otra vez las mismas ideas.
En resumen: sólo así se le podrá proponer al país medidas concretas, realistas y posibles como verdaderas opciones para salir de la crisis.
2. Es inaceptable tener que optar por una ruta que signifique más sacrificios para las familias venezolanas.
Quedarnos sin gasolina no afecta a Maduro ni a su cúpula, sino a quienes tienen que llegar a los hospitales en ambulancias sin combustible, a los camiones que trasladan alimentos y medicinas, a médicos y enfermeras que tienen que llegar a su destino o más nadie atenderá a nuestros enfermos.
No tapemos el sol con un dedo: la gente con plata y quienes pueden conseguir dólares al final siempre resuelven, pero no son la gran mayoría. El Pueblo siempre ha terminado siendo el más afectado por la dinámica de "ensayo y error" de quienes tienen como prioridad su propio beneficio y no el del país.
3. Creo que los recursos que tiene la Nación en el exterior tienen que usarse con criterio y de forma transparente, de manera que la OPS o cualquier otra organización reconocida permita adquirir pruebas para el diagnóstico del COVID-19, además de respiradores, equipos de protección para los trabajadores de la salud, dotación de hospitales y todo lo necesario para salvar vidas venezolanas.
Esos recursos en el exterior son de los venezolanos y a ellos deben ir dirigidos. En ese orden se podrían activar apoyos para al menos seis millones de familias, con un bono de cien dólares mensuales.
Sé muy bien que eso no resuelve el problema, pero también sé que el dinero existe y que en mucho ayuda a cada familia. No solo para sobrevivir, sino para quitarse de encima la extorsión hambreadora del régimen.
4. Siempre estaré al servicio de las grandes mayorías de nuestro país: ésa ha sido, es y será mi única ruta, con el objetivo claro de sacar del poder al mayor fabricante de pobreza en el mundo.
Y por eso estoy seguro de que la única ruta que espera seguir la mayoría del país es la que consista en soluciones reales y posibles para la gente, además de mantener nuestra férrea oposición al régimen más autocrático, represivo, indolente e incompetente de nuestra historia.
Viene un gran desafío y una realidad que no se puede obviar: el próximo 5 de enero de 2021 la Asamblea Nacional, electa por el voto de nuestro Pueblo, culmina su período constitucional y es en ese contexto que el país espera que el liderazgo dé una verdadera discusión sobre el evento convocado para el próximo 6 de diciembre.
No se trata de volver a discutir lo que ya sabemos: que el régimen de Maduro no quiere que el descontento use su voto, que será capaz de todo aun teniendo 80% del país en contra y que estamos en medio de una pandemia que a diario cobra la vida de venezolanos. Se trata de que, tal como lo señaló la Conferencia Episcopal Venezolana, se discuta una ruta que no sea solamente la de la abstención y la resignación.
El país merece que de la forma más transparente se le responda si lo que corresponde es seguirle la coreografía a Maduro, que ha diseñado quirúrgicamente unas parlamentarias para que los venezolanos no voten. ¿Vamos a complacer su intención de arrebatar por abandono del juego? ¿Nos vamos a dar otra vez con la misma piedra?
Un evento electoral siempre puede convertirse en un hecho movilizador que permita al país reencontrar el camino de la política, estando conscientes de que lo primero es la vida de los venezolanos que se enfrentan en terribles condiciones a la pandemia. Si la situación del
Covid-19 sigue empeorando el deber ser es que se busque posponer dicho evento hasta el primer trimestre del 2021 y/o la fecha que no exponga a la gente. Si la situación fuera contraria, de una pandemia en control, en el camino al 6D se lucharía por condiciones mínimas que le permitan a los venezolanos expresarse. Es un falso dilema votar o no, el verdadero dilema es luchar o no.
5. No hay nada más poderoso que decir la verdad. Como líderes políticos nacionales, tenemos que poner los pies sobre la tierra y no seguir alimentando fantasías que lo único que generan es más frustración y desconfianza en los venezolanos.
Es un grave error pretender diseñar y convocar a una suerte de consulta “virtual”, con la intención de legitimar y mantener el status quo. Nuestras acciones deben ser para unificar las fuerzas y lograr ser una alternativa real al Poder que hoy controla Maduro. Porque insisto: en el Poder está Maduro, usurpándolo, pero está. Y es lo que queremos que cambie.
Nosotros no somos Gobierno ni estamos en el Gobierno: estamos en la oposición y queremos un cambio por la voluntad del Pueblo venezolano.
Creo que en la ruta de tener un mejor país podremos encontrarnos todos, siempre con respeto por nuestras diferencias en el hacer, pero exigiendo que las prioridades estén claras.
Creo en la libertad que tiene cada quien de decidir lo que mejor le parezca, razón que me permite optar por el realismo: los pies bien puestos en la tierra y ocupándonos de lo que es verdaderamente importante para salir de esta terrible inercia en la que nos encontramos.
La unidad, sí, al servicio de lo que reclama el Pueblo.
Henrique Capriles Radonski
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