(Llegó la dictadura: la Resistencia, el Exilio –II- )
CARLOS CANACHE MATA
El asesinato del
13 de noviembre de 1950 del teniente coronel Carlos Delgado Chalbaud, lo llevó
de la silla presidencial de Miraflores a la oscura tumba del magnicidio. Su
sustitución por el doctor Germán Suárez Flamerich, un civil puesto en la
presidencia de la Junta que pasó a llamarse Junta de Gobierno, fue el mascarón
de proa que sirvió de adorno a la
dictadura militar. Ésta, en vez de
mellar el filo de su política represiva, lo hizo más cortante, tanto en
la política doméstica, como contra quienes hacían oposición desde el exilio.
Esta opinión, que se alza apoyada en la contundencia de los hechos, la comenta el
economista Eduardo Mayobre, de esta manera: “El contraste entre la represión
política de los años 1948-1950, realizada a
través del desconocimiento de los mecanismos y de la institucionalidad
constitucional, por medio de decretos de carácter jurídico, y limitada a la
persecución de los militantes y simpatizantes de AD, el partido político
mayoritario, por una parte, y la actuación policial iniciada a partir del
asesinato de Delgado Chalbaud, cuando se suspendieron las garantías políticas,
ha conducido a que el período de la Junta Militar de Gobierno se califique de
manera generalizada como la dictablanda,
por oposición a la dictadura que a partir de entonces dominó la vida política
nacional” (1). La actuación policial de la dictadura, en efecto, pasó el umbral
que separa a la represión del crimen.
El frustrado
atentado contra Rómulo Betancourt en La Habana.
La tarde del 18 de abril 1951,
en la barriada céntrica del Vedado de La Habana, donde Rómulo Betancourt estaba
desterrado, se abalanzó sobre él, cuando se iba a montar en su vehículo, una
persona que llevaba en sus manos una jeringa cargada de veneno, cuyo contenido
líquido, afortunadamente, no pudo
vaciar, al ser rechazado por el fundador de AD con su brazo izquierdo, que sólo
fue “arañado” porque la aguja se había
doblado. Se le aplicó termo-cauterio para evitar la circulación del tóxico. El
agresor huyó, la jeringa fue recogida, y su contenido (dos centímetros cúbicos)
fue analizado por el Laboratorio de Química Legal de la Policía Secreta cubana,
que determinó que era una sustancia conocida como Iperita o Gas Mostaza, usado
por los alemanes en la primera guerra mundial. El Comité Ejecutivo Nacional
(CEN) de Acción Democrática en la clandestinidad, cuyo Secretario General era
Leonardo Ruiz Pineda, emitió el 22 de abril un comunicado, en el que se lee:
“AD cumple en señalar a Pérez Jiménez y su grupo como instigadores y
responsables de este atentado y les hace responsables por la vida de todo
conductor y dirigente de nuestro Partido que sea víctima de sus bestiales
propósitos criminales”. La revista ‘Bohemia’, de La Habana, editorializó el 29
de abril sobre el intento de asesinato, con frases lapidarias: “Fue un
procedimiento siniestro y sombrío, propio de aquellas épocas de las repúblicas
italianas cesarizadas en el Renacimiento, en que el arte de matar se vió
asistido por todos los refinamientos y maquinaciones de la ‘razón de Estado’…concretamente:
hay todas las razones del mundo –aparte de las que se fundan en las declaraciones
del propio Betancourt- para hacer responsable de ese crimen, directa o
indirectamente, al Gobierno militar de Venezuela, para quien el prestigio de
Rómulo Betancourt y su mera presencia en una tierra libre, constituyen una
verdadera pesadilla” (2).
Siete meses después del atentado, un Informe Confidencial del Jefe de
la Policía Secreta Nacional de Cuba (Erundino Vilela Peña), de noviembre de
1951, entregado al Presidente Carlos Prío Socarrás, hace las siguientes
revelaciones: “De las averiguaciones practicadas por este Cuerpo para
esclarecer el hecho, merece atención especial una confidencia recibida por esta
Jefatura. De acuerdo con esa confidencia, el atentado fue perpetrado por tres
individuos que se trasladaron desde Tampa, Florida, contratados para ejecutar
el asesinato del ex-Presidente de
Venezuela, a esta ciudad de La Habana. Según el informe obtenido, fue un
dominicano de nombre Carlos Torres, residente en Miami, quien hizo el trato con
la banda de malhechores que opera en la mencionada ciudad de Tampa, para su
traslado a La Habana y ejecución del plan señalado, mediante el pago de una
suma que al parecer ascendió a $ 150.000 facilitados, según las mismas fuentes
de información, por la Junta de Gobierno de Venezuela”, y, se asevera en el
Informe, “que la sustancia contenida en la jeringuilla no era ‘Iperita´, como
lo informara el Doctor-Jefe del Laboratorio de Toxicología del Gabinete
Nacional de Identificación, sino veneno de cobra traído,
a ese efecto, por los componentes de la banda de malhechores” (3).
Me he extendido en el relato sobre el fallido atentado contra Rómulo
Betancourt en La Habana porque la Junta de Gobierno, y sus represantes del
servicio exterior en varios países latinoamericanos, manifestaron que tal
atentado no existió, que era “una mentira, una farsa”.
Prisión y rescate de Alberto Carnevali. El 8 de mayo
del mismo año 1951, mientras celebraba una reunión clandestina, es detenido en
Caracas Alberto Carnevali, quien había entrado subrepticiamente al país en el
mes de octubre del año anterior; pero unas semanas después, el 26 de julio,
fue rescatado del Puesto de Socorro de la esquina de Salas, donde había
sido trasladado por motivos de enfermedad, en una operación de comando
realizada por una brigada de activistas de Acción Democrática.
Creación del Bloque Democrático Nacional.
El 19 de abril de 1951, un día después del intento de atentado contra
Rómulo Betancourt en Cuba, fue promulgado el Estatuto electoral que regiría
para las elecciones de la Asamblea Nacional Constituyente, y en mayo se nombra
el Consejo Supremo Electoral, presidido por Vicente Grisanti, cuya actuación en
los comicios del 30 de noviembre de 1952, analizaremos más adelante. Para
participar en esos comicios, se constituyó el Bloque Democrático Nacional (BDN)
por relevantes personalidades de diversos sectores de la sociedad venezolana,
encabezados por el doctor Carlos Morales, Martín Pérez Guevara, José Antonio
Mayobre, Lucila Palacios, Enrique Tejera País, entre otros. Por ante la
Gobernación del Distrito Federal fue solicitada su legalización el 26 de agosto
de 1951, la cual fue acordada, no así en el resto del país.
Cuatro días después, el 31 de agosto, Pedro Estrada es nombrado
Director de la Seguridad Nacional. Los dirigentes del BDN fueron hostigados,
algunos encarcelados, otros expulsados del país. En la noche del 23 de
septiembre del mismo año 1951, “la policía política acribilló a balazos la
carrocería del automóvil donde viajaba el doctor Leonardo Ruiz Pineda,
Secretario General de Acción Democrática y jefe de la resistencia clandestina,
quien por esa vez logró eludir la sentencia de muerte que lo amenazaba” (4).
En ese tenso ambiente político nacional, se inicia “un octubre
conmocional”, como dijera Rómulo Betancourt.
1)Eduardo Mayobre.“Venezuela 1948-1958 la Dictadura Militar”. Serie
Antológica Historia Contemporánea de Venezuela, número 6. Fundación Rómulo
Betancourt. Página27.
2)Antología Política. Volumen Quinto. 1948-1952. Fundación Rómulo
Betancourt. Página 574.
3)Antología Política. Obra citada. Páginas 583 y 584.
4)Rómulo Betancourt. “Venezuela, política y petróleo”. Fondo de Cultura
Económica. 1956. Página 486.
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