TRINO MARQUEZ
Aunque los hechos del lunes 30 de abril revelaron que existen fisuras en la FAN -de otra manera no se explica la participación del exdirector del Sebin, general Cristopher Figuera, en la fuga de Leopoldo López- la respuesta del Alto Mando en contra del movimiento rebelde fue categórica. En su alocución al país, Vladimir Padrino López estuvo acompañado de sus generales. Su intervención no tuvo matices: apoyó a Nicolás Maduro sin atenuantes.
¿Qué hace falta para que el Alto Mando, único sostén realmente importante sobre el que se apoya Maduro, se coloque del lado de los venezolanos? Los ciudadanos se han extenuado en su lucha por recuperar la libertad y el bienestar. La gente ha marchado, ha participado en miles de protestas exigiendo mejoras en los servicios públicos, ha intentado salir de Maduro por las vías previstas en la Constitución (referendo revocatorio), le concedió a la oposición la mayoría parlamentaria en 2015 para que balancease el gigantesco poder del Ejecutivo y del Estado construido por el chavismo-madurismo. Nada ha servido. El régimen ha bloqueado todas las salidas legales y democráticas. Maduro se atornilló a Miraflores. Ignora la Constitución y reprime tanto a la oposición como a quienes protestan. Carece de legitimidad de origen porque las elecciones del 20 de mayo fueron cuestionadas hasta por Henri Falcón. Tampoco posee legitimidad de desempeño porque su gestión al frente del Gobierno ha sido desastrosa. El país se ha hundido en la miseria y la catástrofe. Los militares saben que la solución de la crisis pasa por remover a Maduro, el obstáculo más pesado que impide realizar elecciones libres y normalizar la nación. En vez de pedirle que se mantenga apegado a la legalidad, avala sus desafueros.
La rebelión del 30 de junio trató de modificar el cuadro congelado que fue formándose en las recientes semanas, luego del meteórico ascenso Juan Guaidó a partir del 5 de enero, cuando fue elegido Presidente de la Asamblea Nacional. El movimiento fue improvisado. No contaron con diez años para preparar la revuelta, como tuvieron Hugo Chávez y los conjurados del 4-F. El movimiento, aunque logró la liberación de Leopoldo López, el preso político más emblemático de la nación, careció de las repercusiones que sus organizadores esperaban. Al comienzo la dirigencia opositora no se vio unida. Ningún cuartel de Caracas ni del interior se sublevó. Ningún avión sobrevoló Miraflores, ni Fuerte Tiuna. No fue tomada ninguna repetidora, ni emisora de radio o televisión. El régimen pudo mantener el control informativo casi total a lo largo de la jornada. Conatel afiló el alicate. Provocó un bloqueo informativo casi completo. Sacó del aire a CNN Internacional, a la BBC de Londres y cerró Radio Caracas Radio. Los circuitos radiales más importantes no pudieron difundir las informaciones veraces. Venevisión, Televen y la mayoría de las emisoras de radio, se colocaron en modo ausente. Durante todo el día estuvieron en Babia. Solo las redes, con muchas limitaciones, se mantuvieron activas informando lo que ocurría.
A pesar de los errores y deficiencias inocultables, el episodio del 30 de junio no fue evaluado negativamente por la gente. Ese mismo día, muchas personas atendieron el llamado de Guaidó a retornar a las calles en la noche. El 1 de mayo la gente volvió a desbordar las vías de Caracas e importantes ciudades de la provincia. El deseo salir de Maduro no decae, aunque algunas veces las esperanzas parpadeen. Esto ocurre con el ánimo de la gente.
Con el Alto Mando sucede algo totalmente distinto. Habla de apego a la Constitución y lealtad a Nicolás Maduro. ¿A cuál Constitución? Será a una distinta a la de 1999, que se refiere a elecciones libres y justas, a Poderes Públicos autónomos y equilibrados, a gobiernos alternativos, a una Fuerza Armada profesional al servicio de la Nación y de ninguna parcialidad política. A esa Carta Magna el Alto Mando no le es leal. Al contrario, permite que el régimen la viole de forma continua. ¿Por qué esa complicidad? Porque el Alto Mando ha desvirtuado el objetivo de la institución armada. La FAN ya no está para servirle al país, sino para beneficiarse del país. Para aprovecharse de la administración de Pdvsa, de la CVG, del Arco Minero, de la distribución de la gasolina y los alimentos, de los varios centenares de empresas que fueron estatizadas y que hoy son dirigidas por militares activos o retirados, de bancos, estaciones de televisión y otros activos públicos que han sido colocados en sus manos. Los militares se convirtieron en capitanes de empresas, muchas de ellas quebradas.
La institución se transformó en una gran corporación, en una inmensa compañía anónima. Por eso al Alto Mando no le interesa defender la Constitución ni el bienestar de la gente, cada día más empobrecida y menos empoderada. El argumento de la lealtad a la Carta del 99, esgrimido por Padrino López para defender este régimen decadente, en realidad constituye una excusa que le permite proteger los enormes beneficios que obtiene la compañía anónima que dirige. El pueblo que siga padeciendo y la democracia que continúe extinguiéndose.
@trinomarquez
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