miércoles, 29 de mayo de 2019

EL DILEMA: VOTOS O BALAS
CARLOS TABLANTE
La ambición desmedida de mantenerse en el poder a costa de lo que sea, del autócrata Nicolas Maduro, es la causa principal de la tragedia y del colapso que padecemos en Venezuela.
Cuando mueren niños por falta de tratamiento médico y la población en general no tiene alimentos ni medicinas, estamos en una emergencia, una verdadera y profunda crisis humanitaria que no se originó por las sanciones, y que plantea la urgencia de detener la destrucción del país evitando mayores traumas y dolor.
Un acuerdo para realizar elecciones generales con un nuevo CNE, con todas las garantías democráticas que estamos exigiendo, es decir, sin presos políticos, sin inhabilitados, sin exiliados y con la presencia de observadores internacionales independientes que sean garantes de la mas absoluta transparencia en el respeto al derecho al voto que ha estado asediado por el ventajismo y el fraude, de lo cual hay suficientes evidencias como se demostró una vez más con el robo de las elecciones regionales a Andrés Velásquez.
El cambio político que exige el país pasa por abrir la vía electoral que ha sido cerrada por el abuso y las trampas del régimen.
Toda nuestra lucha y la presión internacional tiene como objetivo lograr la plena vigencia de la Constitución y las leyes para sustituir a la casta corrupta que se ha adueñado de Venezuela, principal causa del hambre y la violencia.
Debemos detener la destrucción. Esa es la prioridad. Como lo ha dicho el presidente encargado Juan Guaidó, cuando vamos a Noruega con el respaldo de la comunidad internacional, estamos exigiendo a Maduro que se aparte para facilitar desde la Asamblea Nacional la hoja de ruta que nos lleve a un desenlace político y pacífico para atender de manera inmediata la grave crisis humanitaria que sufre la mayoría del país.
De entrada, los representantes de Guaidó deben exigir a los de Maduro la liberación de los presos políticos ilegalmente encarcelados, muchos de ellos incomunicados y sometidos a la sistemática violación de sus derechos humanos.
Cómo resolver entonces los nudos críticos? Qué hacer con la falsa asamblea constituyente? Cómo lograr un equilibrio con contrapesos que dé garantías a las partes desde una AN con todas sus competencias restituidas y el TSJ?, Cómo organizar y preparar un proceso electoral complejo en medio de tanta desconfianza?
A estas y otras preguntas debemos encontrarle respuesta para evitar que la violencia y el conflicto armado nos trituren aún más como país en esta diabólica mecánica que trata de imponer la dictadura.
Es comprensible la desesperación y la falta de racionalidad política de quienes creen que lo deseable es una intervención militar multilateral, sin revisar las experiencias de otros pueblos que han pasado por guerras y conflictos para finalmente tener que negociar acuerdos encima de miles de cadáveres y una historia manchada de sangre cuyas heridas son de muy difícil curación.
El régimen utiliza las consignas guerreristas para intimidar, la presencia cubana y rusa para amedrentar, la represión, torturas y asesinatos para aterrorizar. Estamos frente a una cleptocracia y por ello el desafío es mayor. Debemos utilizar todas las herramientas de la política con inteligencia y creatividad para, con el apoyo contundente de la comunidad internacional, encontrar una salida por la calle del medio para construir una verdadera democracia de todos y para todos.
Debemos evitar entonces que la política se convierta en un mantra, un dogma. Nuestra propuesta debe ser flexible y ajustable en lo estratégico. La dinámica política y la correlación de fuerzas deben priorizar el orden de las opciones.
Lo deseable sería iniciar la transición luego de realizar unas elecciones generales verdaderamente libres y democráticas, con un gobierno de unidad nacional. Es decir, lograr entre todos el cese de la usurpación con votos y sin balas.

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