CARLOS DELGADO
Tremenda confusión ha sido sembrada entre todos los espectadores, los captadores e intérpretes de noticias. Por un lado, se confirma la reunión en Oslo, en algún fiordo o sima, de representantes de la oposición y del gobierno con agentes de la monarquía democrática parlamentaria nórdica, por separado. La oposición lo ha confirmado sin mucha alharaca, tibiamente, recibiendo tenaz crítica de los extremistas duros opositores; el gobierno, desde diversas fuentes, también confirma el encuentro pero asoma, o afirma, que opositores y gobierno tuvieron un contubernio con los pacíficos cuasiárticos, al extremo de vociferar "hay buenas noticias". ¿Para quién? Obviamente, esta afirmación causa desconcierto y provoca lamentos entre opositores, blandos y duros. Para rematar, los cubiches, aprovechando la elasticidad canadiense, se ofrecen como mediadores después de permanecer como depredadores durante 20 oprobiosos años en esta extierra de gracia o tierra de desgracia, como le guste. ¿Con qué se come eso? Algunos oran por un pronta solución a nuestras calamidades, otros, los sapos y enchufados, aspiran a que siga el merequetén. Como en los juegos de fútbol, cuando tienes riesgo de perder, al gobierno le interesa el "alargue". Algunos quieren que se repita lo del 89: la captura del panameño Noriega o un caracazo, otros, que la solución sea pacífica, con o sin diálogo. A la mayoría, desconcertada por la difusa y manipulada información, no le queda otra que encomendarse a sus respectivos santos. Como no sé hacerlo, yo no ruego pero otros sí ruegan. ¿Qué piensa o hace usted? ¿Noriega, Noruega, ruega o no ruega? Eso sí, no riegue lo que no sabe.
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