LAS MAROMAS DEL PSUV
TRINO MARQUEZ
Para
darle algún atractivo a la desangelada Mesa de Diálogo Nacional creada entre el
régimen y algunos partidos minoritarios, el Psuv decidió reincorporarse a la
Asamblea Nacional. Pero esa reinserción
ha estado rodeada de tantas ambivalencias, que en realidad no se sabe
para qué los parlamentarios del oficialismo fueron a calentar sus curules.
En una rocambolesca conversación con el
periodista Román Lozinski en su escuchado programa matutino en Unión Radio el martes
24 de septiembre, el diputado Saúl Ortega fijó la posición del partido de
gobierno: sí, pero no. Ortega
señaló que a pesar de la presencia de la fracción del Psuv, la Asamblea
continuará en ‘desacato’. Es decir, en rebeldía frente al TSJ, con lo cual las
decisiones que adopte el cuerpo serán írritas. El señor Ortega, entonces,
considera que los cincuenta y tantos diputados del Psuv son unos desocupados,
que no tienen nada mejor que hacer que ir a perder el tiempo en un organismo carente
de competencias legales y cuyas resoluciones son intrascendentes. ¡Qué manera
tan extravagante de asumir la representación popular que los votantes les
entregaron a esos parlamentarios en las elecciones del 6 de diciembre de 2015! Se
burlan de la soberanía popular, delegada en unos mentecatos decididos a
rendirse ante los abusos de los miembros TSJ, quienes usurpan las funciones del
Parlamento.
Con su reincorporación al Parlamento,
el Psuv no intenta resolver las tensiones entre la AN y la Sala Constitucional
del TSJ. Esta Sala, concebida originalmente para que actúe como cancerbera de la
Carta Magna, se convirtió en su verdugo. Es la instancia legal que acomoda de
forma caprichosa el espíritu y la letra de la Carta Fundamental a los designios
del régimen. En esta tarea le amputó todas las competencias importantes al
Parlamento. Saúl Ortega, en la entrevista mencionada, decía que a lo mejor los
diputados del oficialismo se opondrían incluso a que algún ministro o alto
funcionario del gobierno fuese interpelado en el Hemiciclo para que respondiese
por su desempeño al frente del organismo que estaba dirigiendo. ¿Y entonces?
El Psuv también resolvió mantener la
asamblea constituyente. Operaría simultáneamente con la AN. Esta coexistencia
podría comprenderse y aceptarse si la asamblea constituyente tuviese alguna
legitimidad. Si hubiese sido convocada de acuerdo con las pautas señaladas en
la Constitución de 1999. Si estuviese abocada a redactar una nueva
Constitución. Nada de eso ocurre. La constituyente es un adefesio, cuya única
función consiste en construirle un coto a Diosdado Cabello, ahora de visita en
Corea del Norte, para que no luzca como un mandadero de Nicolás Maduro y
Vladimir Padrino López. Sin ese burladero, Cabello habría quedado desamparado
luego de haber perdido de forma ominosa en las elecciones parlamentarias de
2015, cuando se postuló como diputado por el estado Monagas. En la lucha dentro
del Estado madurista, el eje de poder se desplazó hacia la dupla Maduro-Padrino.
Maduro, quien en 2017 aún no había terminado de consolidarse como el jefe
indiscutido del oficialismo, le concedió esa cuota de poder a su eterno
competidor. Ahora el hombre se aferró a esa tabla salvadora, intentando surfear
la ola que casi lo deja convertido en náufrago solitario. Sabe que en política
no hay derrotas definitivas, ni triunfos irreversibles. La constituyente y su programa en Venezolana
de Televisión pueden servirle de estribo para convertirse de nuevo en opción
frente a Maduro cuando este se descuide.
La constituyente es un incordio.
Resulta incompatible con la AN. La normalización del Parlamento será imposible
mientras ese órgano opere. El Psuv lo sabe. La normalización de la vida
parlamentaria requiere una atmósfera transparente. La constituyente
supraconstitucional opaca todo. Los
diputados oficialistas realizan piruetas para justificar lo injustificable. Le
tienen más temor a Cabello que a hacer el ridículo.
La normalización de la Asamblea
Nacional, foro fundamental para el funcionamiento de la democracia, exige que el Psuv deponga
la actitud obstruccionista que ha mantenido desde enero de 2016, cuando la
nueva mayoría asumió la conducción de la AN. El partido de gobierno debe
demostrar voluntad de rectificación. Me
imagino que los firmantes del pacto
entre el gobierno y la representación de los partidos minoritarios creen que el
giro es posible. Hasta ahora no hay ninguna señal que permita pensar en la factibilidad del cambio. Las cabriolas del
Psuv para eludir los retos fundamentales han sido al estilo de las ferias de
pueblo.
La Mesa de Diálogo Nacional, para
legitimarse, necesita algo más que documentos firmados. Hasta ahora ha sido
flor de un día. No enganchó con la opinión nacional, ni con la internacional.
Tampoco el Psuv ayuda. Lo digo con pesar porque Venezuela necesita diálogo
en todos los foros posibles.
@trinomarquezc
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