ESPAÑA: TANTA MENTIRA NO SALE GRATIS
JUAN CARLOS GIRAUTA
ABC
La ministra del mundo exterior, con su visión cósmica vedada a los terrícolas, se raya cuando le preguntan si el gobierno sigue considerando a Guaidó el líder adecuado para sacar a Venezuela de su actual situación: «He dicho todo lo que tenía que decir», repetía y repetía. ¿Y qué tenía que decir? Que Guaidó es presidente y líder de la oposición.
De entrada sospeché que la ministra era una nueva versión de R2-D2, y que en su programación simplemente no había nada más sobre Venezuela. ¿Qué iba a decir la pobre? Luego contemplé la posibilidad de una lectura cuántica de Guaidó: quizá estaba sugiriendo un caso de superposición. Después recordé que la luz se puede comportar como onda y como partícula. Recalé entonces en San Agustín («Yo soy dos y estoy en cada uno de los dos por completo»), y acabé en la niña de «El Exorcista», cuyo demonio okupa se permite citar a San Marcos con voz de cazalla: «Mi nombre es Legión porque somos muchos».
Esto me pasa por buscarle alguna lógica alternativa a una triste traición, la del Gobierno español al pueblo venezolano, a los Derechos Humanos, a la Unión Europea y al resto del mundo libre, que tiene a Guaidó por presidente encargado y que, por ende, solo puede responder «sí» a la cuestión planteada. Por eso acaban de recibirlo con honores de jefe de Estado Trump y el Congreso estadounidense, la canciller Merkel, los primeros ministros Trudeau y Johnson, y el presidente Macron. Justo antes de ser recibido a golpes en Caracas por los agitadores de Maduro, el empleador de Rodríguez Zapatero.
La ministra del mundo exterior juega al rojo, al negro y al cero de la ruleta. Quiere que las democracias nos sigan considerando un socio fiable y, a la vez, complacer a su presidente y a su vicepresidente decantándose más bien por la presidencia de Maduro. Como bien apuntó Alsina, es por este por el que hay que preguntar al gobierno. ¿Es Maduro presidente o no? ¿Eh?
Francia y Alemania no se fían de este gobierno social-comunista y prefieren darle a Polonia el papel protagonista que nos correspondería, con todos los recelos que en la Unión Europea ha provocado la línea política autoritaria de Andrzej Duda y el partido Ley y Justicia, presidido por Jaroslaw Kaczynski. No parece que su etiqueta de ultraderechistas, ni su orientación sobre la muy sensible inmigración, ni sus delirantes zonas libres de LGTBI les alejen del liberal Macron. Ese cuyo supuesto rechazo a Ciudadanos por entrar en gobiernos con el voto de Vox tanto aireó la prensa socialdemócrata. Por cierto, Francia y Alemania también nos han ignorado en los primeros contratos para el desarrollo del futuro avión de combate europeo.
España no va bien, hay que afrontarlo. La jefa de la diplomacia no es muy diplomática y el ministro del Interior exterioriza demasiado su impostura. Dejemos constancia de que, en la última sesión de control al gobierno, mintió. Ya sabemos que eso es lo que define al sanchismo-redondismo, pero algún día nos sorprenderemos del abismo moral que nos separa de las sociedades donde la mentira se paga con el cargo. Especialmente si se vierte en el Parlamento, y respondiendo a la oposición. ¿Qué es eso de que Delcy «no entró en espacio Schengen»? Por supuesto que entró, y el ex juez ex prestigioso lo sabe porque no ignora el Derecho. Encastillarse en una mentira tras otra es lo que hará estallar con estrépito el escándalo Delcy.
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