LA GIRA DE GUAIDÓ
CARLOS CANACHE MATA
Muchos y variados comentarios han fluído
sobre la gira que Juan Guaidó, Presidente de la Asamblea Nacional legítima y
Presidente (e) de Venezuela, ha venido realizando desde el pasado 19 de enero
por América y Europa. Al momento de escribir este artículo (la noche del lunes
10) se está pendiente de su regreso, pero desde ya hay la unánime opinión de
que ha sido un periplo colmado de resonantes éxitos. La dictadura de Maduro y
sus voceros no han podido eclipsar, con la omnipresencia de sus abusos
mediáticos, el tronío que los pasos del líder venezolano ha ido dejando en los
países visitados. Si el régimen infame que impera en nuestro país ya era
conocido por la comunidad internacional, ahora, después de las denuncias y los
señalamientos que Guaidó hizo ante gobiernos democráticos y en relevantes
escenarios mundiales, el desprestigio y la condena contra los usurpadores
seguramente están creciendo a ritmo exponencial.
No es cualquier cosa lo que pasó el 5 de
febrero en el Congreso de los EEUU, cuando el Presidente Trump presentaba su
Mensaje Anual sobre el Estado de la Unión, y Guaidó asistía como invitado
especial. Había sido recibido con honores de Jefe de Estado y una ovación de
algunos minutos le tributaron de pie los parlamentarios republicanos y
demócratas, más los independientes, que integran la representación popular de
la primera potencia del planeta (la economía de EEUU cubre el 25% de lo que el
mundo produce y consume, y su gasto militar supera el de de todos los demás
países juntos). Esa aclamación bipartidista es tanto más significativa si se
repara que se produjo en momentos en que todavía estaba por resolverse el
problema del impeachment contra Trump que dividía y enfrentaba a republicanos y
demócratas. El rechazo a la perversidad
de la satrapía que oprime y arruina a la patria de Simón Bolívar saltó por
encima de la diatriba política interna. En la ocasión, el Presidente Trump
dijo: “Con nosotros está acá un hombre muy valiente que lleva consigo la
esperanza, los sueños y las aspiraciones de todos los venezolanos, el verdadero
y legítimo presidente de Venezuela, Juan Guaidó”. La cháchara armada contra la
gira de Guaidó por los prestidigitadores de feria aposentados en el Palacio de
Miraflores ha quedado como una bisutería
más de sus desvaríos.
Al
día siguiente (después de haber sido alojado en Blair House, donde se hospedan
los Jefes de Estado visitantes), Guaidó fue recibido en la Casa Blanca por el
Presidente Trump, y en la reunión de la Oficina Oval, que duró poco menos de
una hora, es de suponer que se analizarían la situación venezolana y la
situación internacional. Es sabido que hay relaciones y nexos entre la
dictadura castro-chavista de Nicolás Maduro y el narcoterrorismo transnacional,
por lo que se puede conjeturar que ese tema ocupó espacio importante en el
diálogo presidencial. Coincido con Asdrúbal Aguiar al afirmar, en artículo
publicado hoy lunes 10 de febrero en la edición digital de El Nacional, lo
siguiente: “El desiderátum de ‘urgencia’ es conjurar, desde Venezuela, la
degeneración del socialismo real, a partir de 1989, en una entente global que
une al crimen y al terrorismo con la política. Ocurre la captación de Estados y
gobiernos por grupos estructurados delictivos y transnacionales, ávidos de
espacios de impunidad. Reconocer desde Washington al presidente Guaidó dice,
pues, algo más que la mera validación de su legitimidad o el aprecio de la
lucha de los venezolanos por su libertad. La guerra no es de laureles. El
enemigo, sin ataduras morales, es el narcotráfico y son sus negocios
planetarios”. Estamos ante un problema que va más allá de la tragedia de
Venezuela y de la seguridad y de la estabilidad hemisférica.
Antes de ir a Estados Unidos, Guaidó
intervino en la reunión anual del Foro Económico Mundial, celebrado en Davos,
Suiza, especie de cónclave del capitalismo mundial, en el que políticos,
intelectuales y empresarios, discurren sobre los retos cruciales planteados a
nivel global. Se entrevistó con los gobernantes de Francia, Reino Unido,
Alemania, Holanda, (Pedro Sánchez, jefe del gobierno de España, no recibió, por
presión del cogobernante Iglesias, a Guaidó, aún cuando lo reconoce como
Presidente encargado de Venezuela), Canadá y de importantes países de América
Latina. Todos ratificaron su solidaridad con el pueblo venezolano en su lucha
por el rescate de la libertad y la democracia.
Cada día que pasa aumenta el aislamiento
internacional del régimen de Maduro. El apoyo de la Rusia de Putin, cuya
economía está por debajo de la de Italia y apenas algo por encima de la de
España, no es comparable al apoyo que podía ofrecer la antigua URSS. Y, como ha
señalado el internacionalista Mariano de Alba, “para Rusia, preservar su acceso
al mercado estadounidense sigue siendo mucho más importante que sus actividades
económicas en Venezuela, por lo que pronto tendría que decidir si prioriza la
geopolítica por encima de sus beneficios económicos”. El apoyo de China también
está subordinado a los vaivenes de sus intereses comerciales.
El
regreso de Guaidó al país, que no sé si se habrá realizado al salir publicadas
estas líneas, debe estar centrado en el objetivo de que el repontenciado
respaldo internacional con que ciñó su gira se acompañe con una gran unión
nacional que movilice al pueblo en las calles de toda Venezuela para que se
materialice la aspiración de ese 80% que en las encuestas pide la salida de
Maduro del poder. Esa presión internacional y una contundente movilización
popular nos llevarían al triunfo.
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