La gira de Guaidó
JOSÉ GUERRA
El presidente encargado de Venezuela, Juan Guaidó, emprendió una gira que lo ha llevado dese Colombia a Inglaterra, Suiza, España, Francia, Canadá y Estados Unidos, realizando encuentros con líderes mundiales tales como Emmanuel Macrón, Mike Pompeo, Boris Johnson, Ángela Merkel, Justin Trudeau, entre tantos otros. En el Foro Económico Mundial de Davos, tuvo la oportunidad de dar un discurso donde relató las condiciones de miseria en que se encuentran los venezolanos, habló del ecocidio del Arco Minero y planteó las líneas generales del Plan País, donde se esbozan los principios para la recuperación económica y social de Venezuela. En Madrid asistió a un acto público que sacudió a la ciudad. Nunca antes, ningún líder extranjero había hecho un acto de esas dimensiones en la capital española.
La gira ha servido para estrechar el contacto con millones de venezolanos que viven fuera de su país y llevarles un mensaje de esperanza. Pero también ha sido fundamental para delinear una política que una las dos puntas del Atlántico en aras de la solución a la crisis que hoy agobia a Venezuela. Se trata de alinear posiciones entre las principales fuerzas democráticas del mundo para aumentar la presión política para de esta manera facilitar una salida a la crisis. A este tipo de régimen como el que rige en Venezuela no se le puede tratar como si fuese un gobierno común y corriente que se guía por valores democráticos. Maduro se ha burlado en la cara y ha ofendido a los interlocutores que han facilitado la negociación política. Así lo hizo con el enviado del Papa Francisco, luego con el presidente de República Dominicana, Danilo Medina, quien generosamente fue el huésped de reuniones interminables y más recientemente, Maduro abortó las reuniones propiciadas por el Gobierno de Noruega. Cuando llegó la hora de las propuestas concretas, se pararon de la mesa en Barbados. Esa es la historia incontrovertible. Esos son los hechos.
A pesar de ello, las fuerzas democráticas de Venezuela, representadas por sus principales partidos, gremios, sindicatos, sociedad civil organizada y federaciones estudiantiles han sido claras en su discurso de que la solución estable y permanente a la crisis es mediante un proceso electoral presidencial y parlamentario para poder ganar la esquiva gobernabilidad. Elecciones transparentes y competitivas. Y una vez que el pueblo vote y se produzca el cambio, hay que garantizarle al PSUV todos sus derechos políticos, esos que ellos le han conculcado al pueblo venezolano. Porque nosotros no queremos hacer una revolución que borre al chavismo, sino una transición política parecida a la de España tras la muerte de Franco y a la de Chile con la salida de Pinochet del poder. Lo demás son ilusiones. Deseo irrealizables y además inviables.
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