domingo, 13 de junio de 2010

América latina

Redefiniciones en el mapa político de la región

Un trabajo especial del Grupo de Diarios América muestra cómo ha ido evolucionando el panorama político de los países latinoamericanos

A comienzos de este siglo, América latina dio un giro hacia la izquierda. Hugo Chávez se había consolidado en Venezuela y su gestión no despertaba las críticas de las que es actualmente objeto. Lula se estrenaba como presidente del Brasil y pocos imaginaban su pragmatismo. La popularidad en Chile de Ricardo Lagos le auguraba a la Concertación cuatro años más de socialismo moderado. En Uruguay triunfaba Tabaré Vázquez y en la Argentina, tras el colapso financiero de 2001, se preveía la llegada de un gobierno progresista. La derecha sólo mantenía el control en Colombia, Perú y México, mientras que Ecuador y Bolivia, con sus crisis institucionales, eran una incógnita. Comienza ahora una nueva década y el mapa latinoamericano vuelve a cambiar. Chile dio el primer paso con Sebastián Piñera, quien en el espectro ideológico se suma a sus pares de México y Perú. En Brasil habrá elecciones este año, y si la candidata de Lula no triunfa vendrá un gobierno de corte más liberal. Colombia se encamina a continuar las políticas de Uribe tras el triunfo de Juan Manuel Santos en la primera vuelta. Y tanto Hugo Chávez como los Kirchner parecen sufrir el desgaste del poder, mientras que Rafael Correa y Evo Morales siguen firmes bajo la bandera del Socialismo del siglo XXI.

El continente parece así iniciar un camino por el que podría tomar cierta distancia de las posiciones de izquierda triunfantes a principios del nuevo siglo para buscar en el centro respuestas a algunos de los principales problemas que lo aquejan, como el desempleo y la inseguridad ciudadana. El Grupo de Diarios de América elaboró un informe detallado del mapa político regional, con una nueva mirada al horizonte ideológico de la región y el modo en que nuestros países miran el momento democrático actual.

EL DESGASTE AFECTA A LOS KIRCHNER

BUENOS AIRES

Hay clima de fin de ciclo en la Argentina. Los siete años que llevan los Kirchner en el poder empiezan a desgastar la gestión presidencial. Pero los tropiezos y divisiones en la oposición son tan grandes que el oficialismo logró sobreponerse en los últimos tiempos con la firme idea de continuar en el poder. Néstor Kirchner se plantó como el "candidato natural" del peronismo para suceder a su esposa y cumplir el sueño de permanecer 12 años en la Casa Rosada. Pero hoy no existe un solo peronismo: por lo menos seis presidenciables conviven en el justicialismo disidente (Duhalde, Solá, De Narváez, Das Neves, Rodríguez Saá y Reutemann) y sólo en los últimos días lograron unificarse para enfrentar al Gobierno en 2011.

El resto de la oposición también está fraccionada. El radicalismo cuenta con la figura del vicepresidente Julio Cobos y Ricardo Alfonsín acaba de ganar unos comicios internos que lo posicionaron para disputar la presidencia. Una pelea de carteles también se vislumbra en el socialismo y en la Coalición Cívica. ¿Podrá la oposición unificarse en dos grandes fuerzas? Este es el mayor reto que ahora se impone el frente antikirchnerista. Es, a la vez, la clave central para que crezca o no la figura de Kirchner. Falta un año y medio para las elecciones y la política argentina está plagada de incertidumbres: no sólo las candidaturas son inciertas, la inflación también es un fantasma que acecha al igual que la inseguridad en las calles.

LA IMPORTANCIA DE LA POLÍTICA EXTERIOR

BRASILIA

El lugar de Brasil en relación con América del Sur va a depender del resultado de las elecciones de octubre de 2010, marcadas, hasta el momento, por Dilma Rousseff, del PT, que cuenta con el respaldo de Lula y asegura la continuidad de la actual política, y José Serra, del PSDB, que promovería el fin de la alianza con los llamados países bolivarianos: Venezuela, Bolivia y Ecuador.

Para el científico político Leonardo Barreto, la política externa del gobierno de Lula se pauta por el principio de que Brasil nunca será una nación rica mientras esté cercada por países pobres. "Eso significa abrir la mano de Petrobras en Bolivia, tolerar al presidente venezolano Hugo Chávez y renegociar el Tratado de Itaipú con Paraguay. Esto fue generado y concebido dentro de la gestión del PT. No sé si el PSDB lo va a costear", afirmó Barreto.

Hay consenso entre los especialistas en que EE.UU. es y será el principal compañero de Brasil y en que los resultados electorales no cambiarán esto significativamente.

Virgilio Arraes, del Instituto de Relaciones Internacionales de la Universidad de Brasilia, apuesta aún a cambios significativos en la hipótesis de victoria del PSDB, en la postura del gobierno brasileño en relación con Irán, Cuba y Venezuela.

"Lo que ciertamente no cambiará es la posición brasileña ante el agronegocio. Brasil buscará una mayor apertura para sus exportaciones en ese sector", dice Arraes.

UN RECLAMO DE MAYOR EQUILIBRIO

LA PAZ

Las elecciones departamentales autonómicas del pasado 4 de abril definieron un empate técnico. El oficialista Movimiento Al Socialismo (MAS) logró el 49, 97% de los votos frente a la oposición que obtuvo el 50,03%.

Los resultados mostraron que el MAS de Evo Morales obtuvo la más baja votación desde 2005 (aunque el presidente no fue candidato, sí hizo campaña en favor de las listas de su partido): no logró captar la votación que había alcanzado en diciembre del 2009, cuando fue reelegido con el 64%. El MAS sucumbió ante fuerzas de izquierda hasta hace poco cercanas a Morales y reavivó a una oposición que languidecía. Aun así, todavía tiene mayoría en el Congreso: de 130 miembros, 88 son del oficialismo. En el Senado, 26 de los 36 miembros responden al gobierno.

Según los analistas, las cifras de las elecciones regionales llevan implícito un reclamo del electorado por un mayor equilibrio en el manejo del poder. En el nuevo escenario político, la estrategia de Morales consistirá en eludir a las autoridades opositoras y operar programas de desarrollo con las organizaciones sociales afines al Gobierno.

LA TRAGEDIA DESVIÓ EL PLAN DE PIÑERA

SANTIAGO DE CHILE

Hasta el 27 de febrero, Sebastián Piñera parecía tener todo claro. El primer presidente electo de la centroderecha en medio siglo estaba listo para asumir el 11 de marzo. Pero el terremoto lo cambió todo.

Entre los proyectos más destacados había grandes cambios en materia de seguridad, empleo y crecimiento. Anunció un paquete de medidas que, entre otras cosas, contemplaba identificar tempranamente a los niños y adolescentes en situación de riesgo social, incrementar la dotación policial en 10.000 efectivos, endurecer las penas para el tráfico de drogas y crear nuevos centros de rehabilitación de criminales jóvenes. En lo económico se proponía un crecimiento del 6% durante los cuatro años de gobierno.

Sin embargo, los 432 muertos, 98 desaparecidos y 800 mil damnificados que dejó el terremoto hicieron que todo lo anterior pasara a un segundo plano. Las tareas de reconstrucción se convirtieron en la máxima prioridad.

Pese a la dimensión de la tragedia, Piñera ha conservado un discurso de unidad nacional y ha dicho que intentará mantener sus principales promesas de campaña. La oposición, sin negarse a la posibilidad de integrar algún comité de reconstrucción, ha señalado sin embargo que no renunciará a su función fiscalizadora.

CHINCHILLA, LA HORA DEL DIÁLOGO POLÍTICO

San José

El pasado 8 de mayo Costa Rica estrenó un nuevo gobierno y también una historia nueva en su vida democrática con una mujer al mando por primera vez. Laura Chinchilla Miranda llegó a la presidencia con la promesa de imponer un nuevo estilo de gobierno: el diálogo con todos los sectores de la sociedad.

Esa línea también significará un cambio para la política interna del país que en los últimos cuatro años fue presidido por Óscar Arias, poco accesible para sus interlocutores.

El diálogo con todos los sectores tiene sus razones: de 57 bancas en diputados, el oficialismo ocupa 24 y la oposición, 33. Las desventaja numérica obliga al oficialismo a buscar alianzas para impulsar sus planes.

Chinchilla enarboló en la campaña electoral la bandera de la lucha contra la inseguridad, a la postre el principal problema que inquieta a los costarricenses.

"Las prioridades son muy claras: reactivación económica para la generación de empleo, articular mejor la lucha contra la pobreza y la seguridad ciudadana", dijo Chinchilla.

LA CENTRODERECHA SE CONSOLIDA EN PERÚ

LIMA

Las próximas elecciones locales del 3 de octubre permitirán tener una idea clara del nuevo mapa político de cara a las elecciones generales, que tendrán lugar seis meses después, en abril de 2011.

Despierta especial interés la elección para la alcaldía de Lima, cuyo actual titular, Luis Castañeda Lossio, cumple su segundo período y retiene aún niveles de aprobación que no bajan del 70%. Es un secreto a voces que será candidato presidencial.

Las encuestas reflejan, por ahora, que la tendencia del electorado peruano se orienta hacia una continuidad en el modelo político económico: según los últimos sondeos, más del 60% del electorado a nivel nacional se inclina por un candidato de centroderecha. Esto sería consecuencia de los logros de la política económica en los últimos años. De hecho, Perú fue uno de los pocos países del mundo que crecieron en 2009, pese a la crisis internacional. En cambio, en el espectro opositor, desde donde se plantea un acercamiento a las posiciones de izquierda que propone Hugo Chávez, la única figura que surge con alguna claridad es la del ex comandante Ollanta Humala, que sólo tiene el 12% de intención de voto.

EN SEGURIDAD NO HABRÁ CAMBIOS

BOGOTÁ

Tras la primera vuelta electoral realizada en mayo, el candidato oficialista Juan Manuel Santos prácticamente logró posicionarse como ganador de la segunda vuelta frente a Antanas Mokus, que representa al espectro de centroizquierda.

El principal reto del sucesor de Uribe será mantener su política de seguridad, tan exitosa como polémica. Esta tiene el respaldo de EE.UU., en una alianza geopolítica a la que ningún candidato ha pretendido darle un giro radical.

Desde la eliminación del segundo hombre de las FARC, alias ´Raúl Reyes´ (hecho que llevó a la ruptura de relaciones diplomáticas con Ecuador y tensó aún más la relación con Venezuela), la operación ´Jaque´, en la cual fueron rescatados 14 secuestrados por las FARC -entre ellos Ingrid Betancourt-, el proceso de paz con los paramilitares que logró la desmovilización de 31.000 hombres -según datos oficiales-, la política de Uribe mostró tantos avances que ninguno de los otros candidatos ha manifestado su intención de desviar el rumbo en estos temas.

El otro tema en el que tampoco se esperan grandes cambios es el del narcotráfico. En cambio, en el terreno de lo social existen marcadas diferencias.

LOS RECURSOS SON CLAVE PARA MUJICA

MONTEVIDEO

El nuevo presidente uruguayo no va hacia el socialismo; asume que Uruguay debe, en una primera etapa relativamente larga, tener un desarrollo capitalista moderno. Mujica asume abiertamente que su modelo es Ignacio Lula da Silva y que Brasil debe liderar el continente, aunque tiene mayores afinidades ideológicas que su antecesor Tabaré Vázquez con Hugo Chávez, Evo Morales, Cristina Kirchner y también con el régimen cubano.

Mujica ha formulado varias prioridades: un plan habitacional para los sectores más pobres, la eliminación de la indigencia y la reducción a la mitad de la pobreza (hoy en el 19%), la reforma del Estado (en especial la racionalización del ingreso al sector público), entre otras.

Uruguay tiene buen acceso al crédito internacional y es bien visto por los organismos de crédito, de donde espera parte del financiamiento para sus planes. Deberá apelar a asociaciones con privados para otros emprendimientos y ha propuesto recurrir a una porción de las reservas del Banco Central (más de US$ 8.000 millones), pero tiene la virtual negativa del equipo económico, liderado por el vicepresidente y ex ministro de Economía de Tabaré Vázquez, Danilo Astori.

CORREA AÚN TIENE APOYO POPULAR

QUITO

Después de tres años en el poder, el presidente Rafael Correa parece comenzar a sentir los primeros síntomas del desgaste político, aunque no tan vertiginoso como el que sufrieron sus predecesores.

Ni la movilización social ha sido contundente ni la oposición supo presentar alternativas que pudieran confrontar con un presidente que defiende, junto con Hugo Chávez y Evo Morales, el Socialismo del siglo XXI.

En el inicio de su mandato, Correa exhibía niveles de popularidad superiores al 80%. Desde agosto de 2009, fecha en la que el gobierno de Alianza País inició su segundo mandato, Correa ha perdido popularidad: entre enero y noviembre de 2009, las encuestas mostraron una caída de 28 y 16 puntos, respectivamente. ¿Qué más dicen las encuestas? En primer lugar, advierten que el principal problema del país es la falta de empleo, en parte debido a la crisis financiera mundial. La preocupación por la inseguridad está en un segundo lugar. El desgaste de Correa no significa, sin embargo, que el mandatario se encuentre ya en tiempo de descuento. Aún tiene capital político y altos índices de popularidad. El único referente opositor es el alcalde de Guayaquil, Jaime Nebot, pero su figura no ha adquirido dimensión nacional.

LA OPOSICIÓN PONE A PRUEBA SU FUERZA

CARACAS

Desde que se fijó la fecha de las elecciones de diputados a la Asamblea Nacional para el próximo 26 de septiembre, el Gobierno y la oposición se preparan para una batalla decisiva. El oficialismo podría perder, en el Legislativo y en el resto de los órganos del poder público, la hegemonía que le ha servido para avanzar en la construcción del llamado socialismo del siglo XXI. La oposición busca revertir el proceso revolucionario a través del restablecimiento de los contrapesos institucionales y la participación real de los ciudadanos en la gestión pública. Estudios de opinión revelan que hay una tendencia creciente a responsabilizar a Chávez por los problemas más apremiantes de los venezolanos: inseguridad ciudadana (los 11 años de gobierno chavista acumulan casi 14.000 muertos por la violencia), inflación (25,1% al cierre de 2009, y 3,3% acumulado hasta febrero de 2010) y deterioro de los servicios públicos básicos (racionamientos de agua y eléctrico a los que los venezolanos nunca habían estado sometidos).

Sin embargo, la elección de los candidatos a diputados dejó en evidencia las dificultades de la oposición para presentar al país un liderazgo alternativo.

FORTALECIDO POR LA LUCHA ANTICRIMEN

CIUDAD DE MEXICO

En lo que se prevé como una prueba de fuego para los partidos políticos que buscan reajustar sus fuerzas con vista a las elecciones presidenciales de 2012, durante este año, un 40.13% de la lista nominal de electores del país será convocado a las urnas en 15 de las 32 entidades federativas. Actualmente, el PRI encabeza 20 estados con 60% del total de la población del país (unos 60 millones de habitantes), mientras que el PAN controla seis entidades con 17% de la población (19 millones) y el PRD administra otros seis estados con 22% de los mexicanos (aproximadamente 22 millones), de acuerdo con datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI). La lucha del presidente Felipe Calderón contra el crimen organizado y el narcotráfico ha sido de contrastes. Al arranque de su gobierno se vio fortalecido, pero luego de tres años de una guerra cruenta, su administración se ha debilitado ante la opinión pública. Aun así, mantiene el respaldo de EE.UU. que aprueba la política anticrimen del gobierno calderonista. Leonardo Curzio, investigador de la UNAM, afirma que los operativos y esta lucha contra las bandas delictivas le han dado al Presidente una imagen de estadista valiente.

Colaboraron en la elaboración de este informe especial Martín Dinatale (LA NACION, de la Argentina); Alejandro Nogueira (El País, de Uruguay); Carlos Rojas A. y Luis Moncayo (El Comercio, de Ecuador); Edgar López (El Nacional, de Venezuela); Silvia Otero y Alberto Cuenca (El Universal, de México); Cecilia Rosales Ferreyros (El Comercio, de Perú); Matías Bakit (El Mercurio, de Chile); Leonor Mulero (El Nuevo Día, de Puerto Rico); Juan Francisco Valbuena (El Tiempo, de Colombia); Carlos A. Villalobos (La Nación, de Costa Rica), y Eliane Oliveira (O Globo, de Brasil)


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