HENRI FALCÓN: "Vivimos en un Estado lleno de improvisación y miedo"
Henri Falcón no lo dice, pero parece compartir, ahora que está fuera del chavismo, dos sentimientos contradictorios: por una parte el alivio de haberse quitado de encima el peso formidable de Hugo Chávez. Libre de intromisión que sentía como insoportable vive ahora, sin embargo, consciente del cerco sanitario que se le dispensa a los gobernadores insumisos y teme que las represalias se extiendan a su familia. Este hijo de campesino y maestra, proveniente ("yo sí") de la clase media baja, no oculta que alguna vez se calzó la boina roja con emoción y fe que obviamente ya dejó de sentir. Ex suboficial de las FAN, abogado especialista en Derecho administrativo y laboral, no participó en el golpe del 4F y confiesa que con Chávez pasó "del amor al respeto, del respeto al miedo y del miedo a la ...".
-¿No está arrepentido por irse del PSUV cuando Chávez está dando el gran salto hacia el socialismo?
-Cuando los hombres toman decisiones sobre la base de su conciencia no hay espacio para retroceder y menos para arrepentirse. Nosotros no nos apartamos de la lucha por transformar el país. Decidimos, sí, afianzar nuestro criterio sobre el avance hacia un modelo de país en el marco de una Constitución que contempla el proyecto de vida que soñamos y especialmente yo, como uno de sus corredactores. Creo que buena parte de los problemas que padecemos tienen sus soluciones en ella.
-La Constitución no habla de socialismo, ¿pero no era esa la concepción que manejó Chávez?
-No habla de socialismo y en honor a la verdad aquí no hay socialismo.
-¿Se siente socialista?
-No. Me siento constitucionalista, venezolano. Pero soy un hombre con convicciones de izquierda. Si el socialismo conlleva libertad, justicia, solidaridad, tolerancia, concertación y respeto, entonces, soy socialista. Si por el contrario, se distancia de esos conceptos, no lo soy. Y lo que estamos viviendo en la actualidad es eso.
-¿Qué estamos viviendo?
-La construcción de un Estado sobre un sistema que se diluye y eso no está previsto en una Constitución que habla de participación e inclusión como elementos básicos para la consolidación de una verdadera democracia.
-¿Ese desconocimiento de la Constitución no venía sucediendo desde mucho antes de que usted se apartara del chavismo?
-Este proyecto pasó por una etapa donde se generaban ideas, propuestas y programas que sería mezquino desconocer. No se puede negar, por ejemplo, el impacto positivo de las misiones, diseñadas para atender los desequilibrios.
-¿No se montaron las misiones sobre la base del clientelismo y la exclusión?
-Siempre tuvimos diferencias, las planteamos a lo interno y las desarrollamos en la práctica. Logramos diferenciarnos en la complejidad política, ante fuertes contradicciones, planteando la necesidad de la concertación. De allí que, a pesar de las diferencias sobre el proyecto de país, podemos decir que en Lara se gobierna para todos. Rompimos el paradigma de que solo gobierno para quienes piensen como yo o votan por mí. El arte de la política es sumar.
-¿No se planteó Chávez, desde el principio, gobernar solo para los suyos?
-Aquí se ha jugado a la diferenciación de clases, a profundizar la confrontación por espacios políticos y esto generó una polarización ficticia e interesada. Pero así como Chávez la promueve, hay factores de oposición que la compran. Esos extremos radicales, que no le hablan a la mayoría, generan desconfianza y desaliento. Por eso 55% de la población no se inscribe en las tesis de los partidos y los rechaza. Prefiere una alternativa que le hable de desarrollo, eficacia, resultados, entendimiento, paz y justicia, en un clima que convoque a todos los venezolanos.
-Esa intención es la ideal, ¿pero resulta la mejor manera de buscarla creando un tercer polo en vez de tender a la unidad con factores que andan tras ese objetivo?
-El evento electoral del 26 de septiembre abre la posibilidad de tener voces libres, autónomas e independientes en una Asamblea Nacional que debe regenerarse y vaya más allá de los requerimientos del Presidente. Necesitamos un parlamento que discuta, que produzca instrumentos legislativos capaces de procurar un tránsito efectivo a la democracia, que piense en el pueblo antes que en el partido y no se limite a levantar la mano.
-¿No es necesario, para lograr esos fines, tender puentes a otros factores políticos, considerando que su alcance nacional y el del partido que lo apoya es limitado?
-No podemos hablar de inclusión si excluimos a quienes, aun pensando distinto a nosotros, pudieran estar impulsados por la misma motivación de una Venezuela mejor. Esas coincidencias se verán en la práctica y nosotros esperamos que se den con los sectores progresistas.
-¿Hay en la oposición sectores que no lo son?
-Los hay.
-Pero, ¿tienen mayoría?
-No todos son así. Hay sectores, incluso más allá de la oposición, ganados para una opción que les hable a todos por igual. Que el espacio para coincidir sea la Asamblea es perfectamente posible. También lo es que esto se logre en otros espacios sobre la base del rechazo a lo clientelar politiquero, para una propuesta que se eleve sobre intereses subalternos.
-¿No cree que la oposición cristalizó un proceso de unidad que superó pequeñeces y mezquindades?
-La oposición escogió un método que, como el del PSUV, consideramos legítimo y aplaudimos. Así comienza a materializarse la democracia en los partidos. Nosotros acogimos un método de asambleas, de búsqueda, más allá de nuestra propia militancia, de sectores sociales, sindicales, académicos e intelectuales. Está claro que hay un hondo aliento por lograr puntos de equilibrio y de consenso que convoquen al país en la búsqueda de soluciones a los grandes males que afectan el desarrollo del Estado.
-¿Cómo cuáles?
-La crisis institucional. El equilibrio de poderes se perdió, el poder es ahora uno solo. La Asamblea no tiene legitimidad y lo mismo ocurre con el Poder Judicial. Las instituciones están por el suelo y de allí vienen los grandes males de la salud, el desabastecimiento, la crisis económica, la corrupción, la violencia, la pérdida de valores.
-La superación de esa crisis institucional ¿pasa por la salida de Chávez?
-La alternabilidad, como principio que recogen las constituciones democráticas del mundo, debe darse como un hecho natural, lógico y necesario. Los hombres pasan, las constituciones quedan.
-Sí, pero a veces los hombres se quedan.
-Necesitamos avanzar en un proceso de concientización colectiva para entender que no todo es perdurable en el tiempo. Nosotros vamos a operativizar los principios constitucionales.
-¿Con una candidatura presidencial?
-¿De..?
-Suya.
-El objetivo no se puede reducir a una aspiración personal. La prioridad es la Asamblea Nacional y la mía es Lara. Decía mi amigo Vladimir (Villegas): "No puedo decir que de esta agua no beberé, pero ahora no tengo sed". Cualquiera tiene derecho, pero ese no es el objetivo inmediato.
-Podemos se desprendió del chavismo con un discurso parecido al suyo y terminó en la oposición. ¿No pasará lo mismo con ustedes?
-El compromiso está en posicionar una alternativa distinta a los extremos. Sabemos que no es fácil, pero tampoco imposible. Queremos superar esos modelos en blanco y negro, de "estás conmigo o en mi contra". En Lara nos entendimos más allá de nuestras diferencias y esa experiencia puede ser vitrina para otros estados. Yo no salgo del PSUV por sumiso ni por radical, sino por mantener criterios propios y actuar de acuerdo al sentido común. Nuestra acción se ha centrado en transformar realidades, caminar con los pobres, sentarnos con la clase media, entendernos con sectores productivos, empresa privada.
--Y defender a la Polar.
-Fíjate que no.Yo defendí a los buhoneros. La economía informal permaneció en las calles de Barquisimeto por 50 años. Nosotros resolvimos el desorden y la anarquía con diálogo y concertación.
-Una cosa es defender a los buhoneros y otra a la Polar. ¿No le está dando argumentos a Chávez para acusarlo de vendido al capitalismo?
-Esa es la manipulación, la mentira.
-¿Son perjudiciales las estatizaciones?
-Sin duda. No hay una sola práctica positiva. Vivimos en un Estado lleno de improvisación, fantasía, hipocresía, ineficacia y miedo. Que alguien diga en un programa de televisión, "¡exprópiese!", no puede ser. No hay planes ni visión de futuro. Lo que hay es una acción desmedida y retadora contra un sector que quiere invertir. El Estado debe ser rector de la economía, pero no puede irrespetar la Constitución y el derecho a la propiedad privada.
-¿Es Chávez un dictador?
-No debería calificar a priori, pero sí sé que se irrespeta la Constitución.
Roberto Giusti
EL UNIVERSAL
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