viernes, 4 de junio de 2010

Muerto antes de nacer
VENECONOMIA


Luego de tres semanas de mantener en inactividad forzosa al mercado permuta, este jueves el presidente Chávez instó a la banca privada a salir de todos sus bonos en divisas, so pena de ser estatizada. Cabe aclarar que en ese lapso la demanda represada de divisas ya suma a $1,5 millardos. Además de lo arbitrario del mandato y de la repetida amenaza a la banca, Chávez en su perorata también dejó escapar algunos datos que hablan de la precaria situación financiera del país:
Afirmó, por ejemplo, que la banca pública sólo dispondría de $126 millones en bonos en moneda extranjera, apenas el 2,3% del total que registra el sistema. Éste según informó el mismo Chávez estaría en unos $5,5 millardos a valor nominal, y no en los $40 millardos que había indicado días atrás el mandatario.
Pero, la realidad es que esos $5,5 millardos tampoco serían tales, ya que esos bonos representarían apenas unos $3,3 millardos a valor de mercado. Monto que apenas alcanzaría para satisfacer la demanda de un mes y medio del mercado permuta. ¿Y después qué?

Estas cifras irrisorias dejan traslucir el verdadero problema: El que suministraba una gran parte de las divisas al mercado era el propio gobierno y esa fuente se agotó.
A esto se añade que las reservas internacionales no muestran signos de recuperación, a pesar de que el precio promedio del petróleo está en $71,29/bbl (25% mayor que el de todo 2009). Las reservas hoy están en $27,8 millardos, 5,8% menos en que en igual fecha de 2009 ($29,4 millardos). Esta merma se debe principalmente a que PDVSA además de estar produciendo menos que el año pasado, está enviando petróleo al exterior como contraparte de ingresos ya percibidos por sus incontroladas ventas a futuro. A esto se añade, altos gastos operativos, una mala administración y un manejo poco transparente de los recursos. Ahora, el nuevo sistema le inflingiría más daños a la deteriorada economía nacional. Por un lado, obliga a los bancos y a todo el que posea un bono valorado en dólar a participar en un mercado controlado. Por otro, incrementaría la vulnerabilidad de la banca para responder o garantizar las operaciones en divisas que tenga con el exterior.
Además, de acuerdo a cómo sean valorados y pagados esos bonos, podrían acarrear problemas al sistema financiero. Y, no menos importante, sería la posición en la que quedarían los pequeños ahorristas o inversionistas que confiaron en la propuesta del Gobierno. Hoy en día éstos están entre la espada y la pared: Quedarse con los bonos hasta su vencimiento o venderlos al BCV al precio que éste imponga.

Este esquema parece muerto antes de nacer. ¿Una vez agotadas las tenencias de los bancos y de los pocos tenedores no institucionales, quién irá a ofertar sus divisas a un valor que evidentemente está por debajo del valor real de mercado?

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