Más sobre la MUD, con ánimo constructivo
Alonso MoleiroViernes, 11 de junio de 2010
El racionamiento eléctrico, la comida descompuesta de Pdval, la penosa marcha de las empresas estatizadas, el brote de secuestros, la merma del aparato industrial del país. La contracción económica y el drama inflacionario.
Todas son enormes oportunidades electorales; regalos, con lazo bordado, que le están mandando las circunstancias a la MUD. Brechas que tienen que encontrarlas, no sólo con el diagnóstico hecho, sino con un discurso elaborado y un aparato con una velocidad de respuesta lo suficientemente adecuado como para segregar pronunciamientos que no lleven dos semanas de atraso. Hablo de mensajes políticos elaborados que le lleguen a la ciudadanía. No de una suma de declarativas que le cuenten a la gente lo que ya sabe. Poco es el efecto que produce que un canal de televisión en particular señale los desmanes oficiales y sus violaciones a la ley. Si detrás de esta circunstancia no hay diseñada una estrategia de comunicación política completa, con ánimo de continuidad, podría suceder lo increíble: que a fuerza de escasez de imaginación, ninguna de las calamidades cotidianas que vivimos se traduzca en votos para la causa de la libertad.
Los partidos por delante, la sociedad civil por detrás.
Otras veces hemos rebatido acá, letra por letra, esta conseja según la cual "la oposición no tiene nada que decirle al país" que algunos mercachifles retóricos, como José Vicente Rangel, pretenden venderle a los demás. Si en este país sobran, porque en efecto sobran, las asociaciones civiles, los centros académicos, las escuelas de Derecho, los foros penales, los juristas y los activistas sociales con ideas, soluciones, publicistas y comunicadores, diagnóstico, programa y músculo conceptual, todos absolutamente ganados para la causa democrática, el deber de la MUD está cantado: salirlos a buscar. Hacerlos sentir parte de este proyecto. Trabajarlos conceptualmente en torno a una idea-fuerza para hacerlos parte de este proyecto de unidad nacional. Porque también se trata de eso: debería ser la MUD, no el resorte sobre el cual se apoya el país democrático para salir de esta pesadilla, a falta de otro, sino el marco inicial, el espacio emocional en el cual concurra y se encuentre de buena gana toda la ciudadanía cuando toque comenzar a reconstruir este país. No estoy ganado en absoluto al deporte de lanzarle dardos a la MUD para matar el ocio. Sé que se reúnen, que saben de sus límites, y que se trabaja para, incluso, sobrepasar, como debe ser, la circunstancia electoral de este año y presentar un aparato político sólido de cara a las elecciones de 2012. Todos debemos ayudarla. De lo que sí debe estar claro todo el mundo es que, con lo hecho, que es importante, no es para nada suficiente. Nadie podrá decir que no hay insumos realengos, casi regalados, para explotarlos políticamente.
Porque si acá nos descuidamos, tendremos el peor de los dos mundos en octubre: un gobierno que está acabando con el país, y un presidente que, en vista de que nadie pasó a llevarse lo suyo, decidió, por cuenta propia, cobrar de nuevo.
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