jueves, 24 de junio de 2010

Escotet responde a Asdrúbal Aguiar

Señor Asdrúbal Aguiar, comienzo por la generalización: en su artículo escribe Usted "los Escotet". Se equivoca, tanto si intenta inmiscuir a mi familia en sus pretensiones como si su propósito consiste en convertir mi apellido en una muletilla denigrante. Los Escotet somos una familia venezolana como cualquier otra, dedicada al estudio y al trabajo. Y, entre todos los que llevamos ese apellido con orgullo, el único que ostenta el cargo de Presidente de la Asociación Bancaria soy yo. Generalizar, convertir el nombre o el apellido de una persona en una etiqueta, en una categoría que incite al desprecio, es un procedimiento que tiene una historia muy precisa: es la práctica que comparten dictadores y resentidos. Se ha dicho mucho, pero vale repetirlo aquí: a menudo la falta de argumentos se sustituye con insultos y acusaciones fuera de la lógica. No creo que sea pertinente que yo participe en discusiones públicas. Pero su gratuita referencia a "los Escotet" me obliga a exigirle respeto.


Insiste Usted en generalizar, esta vez de modo ruidoso: dice que la situación de los bancos "no es distinta a la del Federal, pues dependen de los papeles y depósitos del Estado". Yerra otra vez. Que los bancos tengan realidades en común (por ejemplo, depósitos de organismos oficiales cuyo promedio es menor a 10% del total de los depósitos), no significa que tengan la misma situación. En absoluto. Hay toda una serie de variables de gestión y gerencia que define el resultado de unos y otros. Es decir, hay diferencias sustanciales entre unos bancos y otros. De allí la relevancia, la necesidad de remitirse a los informes técnicos, si se quiere hacer de la política algo más sustancioso que el mero ejercicio de señalamientos sin fundamento.

Muy grave

Es falsa, absolutamente falsa su afirmación de que hay banqueros que se frotan las manos por "el final de Mezerhane". La gravedad de tal afirmación no se corresponde con la preocupación que el gremio que presido siente por el hombre, por el cierre de una institución financiera, por la pérdida de empleos que viene aparejada con estas medidas y por la angustia que toma cuerpo entre los ahorristas cuando el Estado interviene a un banco, que se preguntan, legítimamente, por el destino de su dinero. En cada ocasión en que un banco deja de operar normalmente, algo de la credibilidad del sistema se pierde. A ningún profesional de la actividad de la intermediación financiera le interesa que ocurran hechos como el ocurrido con el Banco Federal.

Banal acusación

Formula Usted una acusación de índole moral: la de que otros banqueros y yo hemos vendido el honor para salvar el negocio. Qué fácil, qué cómoda, qué banal acusación. Banesco es la fuente de empleo de más de 14 mil personas, es la inversión que han hecho casi 40 mil accionistas, es la institución que administra los dineros de más de 6 millones de clientes, es la marca que ha invertido más de BsF 163 millones en programas de inversión social entre 2006 y 2010. Si a lo anterior le suma Usted las cifras que podrían aportar otras instituciones del sistema financiero, quizás pueda entender la responsabilidad enorme que tenemos las autoridades de los bancos venezolanos.

En la Venezuela polarizada existe una presunción, bastante frecuente entre políticos que desdeñan la lectura de informes técnicos y que alimentan su pensamiento de vacuas generalizaciones: que la destrucción del sistema productivo del país podría resultar beneficiosa a sus fines. Creen que la ruina de las empresas podría ser el motor de cierta fantasía, según la cual a mayor incertidumbre, mayor pobreza, más desorden y menores fuentes de empleo, es decir, en el escenario de una Venezuela devastada, podrían tener lugar las condiciones para que prosperen sus intereses políticos.

Responsabilidad

Todo lo anterior nos conduce, otra vez, al terreno de la responsabilidad. Más específicamente, de la responsabilidad que cada quien tiene ante los asuntos públicos. ¿La responsabilidad de un empresario es la misma a la que corresponde a un político? Mi respuesta es que como ciudadanos tienen obligaciones y derechos comunes, pero también diferencias sustantivas: mientras ciertos políticos pueden permitirse opinar más allá de las realidades y de los datos duros de los informes técnicos, los empresarios estamos obligados, contra todas las fuerzas que se empeñan en lo contrario, en mantener nuestra actividad en funcionamiento, en proteger los ahorros de millones de venezolanos, en evitar la quiebra de nuestras empresas, en continuar generando empleo, riqueza, inversión social y progreso. No forma parte de nuestra responsabilidad apostar por la destrucción. Tampoco negar la realidad, incluso cuando ella no se acomoda a nuestros intereses. Y, mucho menos aún, denigrar contra personas para que ello sirva a ilusos propósitos políticos.



Los Vargas y los Escotet

ASDRÚBAL AGUIAR

En buena o mala hora se cierra el círculo, como para que no le queden dudas a la estupidez o falta de memoria: "¡Ah, pero me estoy enterando que tienen unas acciones [Nelson Mezerhane y su Banco Federal] en Globovisión!; bueno qué culpa tengo yo de eso, compadre, (... ) va a tener que aparecer el señor (Guillermo) Zuloaga para que nos entendamos por ese canal", dice el innombrable Esteban arguyendo que tiene flores. Olvida, por cierto, que el 19 de diciembre pasado señala al canal 33 como de "propiedad de este banquero" a quien pide lo investigue la fiscal general. Pero lo dicho y el olvido no deja resquicios para terceras interpretaciones -que si los carros acaparados o que si la insolvencia del Federal- puesto que el objetivo del propio Esteban es uno solo: que Zuloaga se entienda con él, como lo han hecho otros canales privados de Venezuela. Así de simple. Y tratándose del asunto de los bancos, cuya situación general no es distinta a la del Federal, pues dependen de los papeles y depósitos del Estado según lo confiesa Esteban, le hará bien a los banqueros que quedan en pie y se frotan las manos por el final de Mezerhane o porque les tiemblan las canillas, desengañarse a tiempo.


La decisión de establecer una hegemonía comunicacional de Estado viene o se hace evidente luego del referendo revocatorio de 2004. Esteban la traza sin ambages en su documento sobre La Nueva Etapa, donde, al paso, sugiere tímidamente el control igual de la banca privada. Y quizás por la ambigüedad tanto discursiva como fáctica con la que éste juega deliberadamente para sus despropósitos, sus víctimas potenciales no creen lo que tampoco cree la mayoría de nuestros compatriotas. ¿Usted piensa, doctor, que la cosa se pondrá peor? ¿Llegaremos a una dictadura? ¿Exageramos?, son preguntas que recibe a diario quien esto escribe. Los Vargas y los Escotet, quienes justifican el cierre del Federal "por meras razones técnicas" y saludan eufóricos a Esteban por cuidar con diligencia de la red bancaria a la que pertenecen, deben considerar lo que a ellos y a los suyos también les espera a la vuelta de la esquina. Esteban odia a los oligarcas. En su declaración de principios adoptada el pasado mes de abril, el PSUV, partido de Esteban, se manifiesta "anticapitalista" y "marxista". Y en su programa político afirma que "solo es posible avanzar en la eliminación del capitalismo si se eliminan las relaciones sociales de producción basadas en la explotación del trabajo ajeno y, por consiguiente, si se eliminan los procesos de acumulación privada del capital basados en la ganancia producida por la explotación del trabajo". La consecuencia no se hace esperar. A tenor del último documento está decidida la "reducción progresiva y creciente hasta su eliminación definitiva de la explotación del trabajo ajeno, es decir, reducción progresiva hasta su eliminación definitiva de la tasa de plusvalía". Luego de lo cual sigue lo más interesante. Pero cuando ello ocurra no quedarán banqueros para respaldar la decisión que a todos les confiscará. El programa de marras, en concreto, establece la "ruptura de la financiarización (sic) de la economía, que permite al capital financiero internacional, que controla los sistemas financieros nacionales, captar el ahorro interno, incluyendo la renta petrolera, para propiciar la fuga de capitales, elevando además el costo de la operación bancaria y operando como un mecanismo de explotación...". Luego señala la medicina, cual es crear "una banca estatal sólida, transparente, eficiente y solidaria en capacidad de promover el crédito como apalancamiento de una economía productiva y mantener la estabilidad financiera".

No huelga comentar que al decidir Esteban, recién, sobre el destino de Mezerhane y con ello darle una estocada mortal a Globovisión y de suyo a Zuloaga, arguye para ello que el Federal hace crisis desde 1994. Desde entonces es un enfermo sin recuperación. El caso es que Vargas y Escotet sufren de amnesia o como dice Quevedo venden el honor para salvar el negocio, sin saber que pierden el negocio y el honor. No callan siquiera por pudor. Hace 16 años sus bancos tiemblan y el del primero fue intervenido por "razones técnicas", aquí sí, pues no media para la época una amenaza marxista o el intento de control de Globovisión. Y Vargas toma las de Villadiego. Cree, ingenuo, que la revolución le perdonará su capitalismo grosero. A Esteban, en suma, lo hacen y sostienen, para desgracia del pueblo venezolano, los Vargas y los Escotet, que no el perdón de Caldera.

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