“¡Qué viva el Presidente Uribe!”
Si la sorpresa no anduviese descalza hubiéramos tenido tiempo de entender que toda la parafernalia estocástica de las encuestadoras en Colombia estaba equivocada. Porque eso de decir, todas ellas, que lo que se observaba en la conducta del electorado era para concluir que había un “empate técnico”, “final de infarto”, resulta tan sorprendente como que el incremento en la tendencia de la opción de Juan Manuel Santos, que no pudo ser informada al público en la última semana por razones legales, tuviese tanta fuerza como para sacarle tres millones de votos a Mockus. En todo caso pienso que los mismísimos candidatos se sorprendieron ante tamaña diferencia. Ahora pondrán cara de “ya yo lo sabia”, pero creo que todos quedamos boquiabiertos.
En todo caso lo de la segunda vuelta implica un gasto económicamente alto pero democráticamente justificado y electoralmente interesante, más aún cuando el 50 por ciento del electorado no votó. Esa abstención superó el promedio histórico observado en Colombia, que ronda el 44 % y que es el más alto en América Latina. También hay que decirlo fueron elecciones pacíficas, cuyos resultados emitidos en tiempo record, fueron aceptados sin chistar por todos los candidatos de organizaciones políticas. Hasta las FARC se sintieron conformes, ¿Votarían por Juan Manuel? Ganó Santos, porque triunfó Uribe de quien dijo en el mitin triunfal: “Qué viva el presidente Uribe, el mejor presidente de Colombia”. “Presidente Uribe, éste es su triunfo, y el de todos quienes queremos conservar su legado”. Aquí esta su partido, “El de la “U”, triunfando como siempre”. Mockus se desinfló pero aún cuenta con tres millones de votos que no son malos, aunque como las olas de la mar peligran en convertirse en espuma. Por su lado los partidos tradicionales, liberales y conservadores, ¿así se llamaban?, andan de sanquintín; perdió Chávez; se burló el CNE de allá del de aquí, de treinta millones de electores 15 dejaron de votar, por flojera, rabia o convicción, lo que es muy preocupante en la radiografía de la cultura democrática, en el vecino país y para América Latina.
En lo que respecta a las relaciones con Venezuela, habrá que esperar, todo va a depender del humor y de los cálculos que haga el presidente venezolano, a menos que Santos, ya siendo presidente se le ocurra nombrar a Piedad Córdoba, Canciller de
Leandro Area
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