jueves, 26 de agosto de 2010

La gran deuda
ORLANDO OCHOA P. | EL UNIVERSAL
jueves 26 de agosto de 2010

Por qué un Gobierno que tiene al frente un enorme fracaso económico no intenta rectificar a tiempo antes que elevar aceleradamente el endeudamiento público más oneroso y humillante? La deuda pública externa titularizada, las ventas de petróleo a futuro contra dinero en efectivo para gastarlo hoy (hipoteca), los mega-prestamos sin discusión en la Asamblea Nacional, los pasivos del BCV y contingentes por estatizaciones pendientes por pagar (sin considerar el perder en litigios) suman un estimado de 112.000 millones de dólares para finales de 2010. No incluye deuda interna en títulos por más de BsF. 53.000 millones, ni pasivos laborales del Estado, ni deudas por fondos de seguridad social aportados por ciudadanos y diluidos, ni pasivos ocultos a través de diversas operaciones y compromisos del Gobierno, Pdvsa y sus filiales.

Muchos gobernantes que agotan los recursos fiscales de su nación, recurren a la deuda pública externa e interna y también obligan al banco central a imprimir dinero sin valor, en una desesperada carrera por "tapar" temporalmente los graves errores cometidos en política económica y/o en una onerosa política exterior y militar de "alianzas", de interés del gobernante por ideología y ambición personal, pero no del interés nacional. Generan inflación, corrupción sistemática, destrucción económica y pobreza. Buscan ganar tiempo y esperan poderse salvar por alguna maniobra política de las consecuencias de arruinar a una nación. Pueden llegar a inventar una invasión o una conspiración internacional para tratar de justificar la permanencia en el poder. Al final, la propaganda lo es todo para el desesperado y traicionero plan.

¿Hasta dónde llegará la falta de escrúpulos en endeudar y comprometer con acuerdos contrarios al interés nacional de Venezuela? Difícil de responder, pero en medio del lenguaje heroico, deterioro económico, afán de enriquecimiento de dirigentes del PSUV y seguidores militares del "espíritu" del MBR200, se llegará al límite del despilfarro de los recursos nacionales. Este país nunca deberá olvidar ni repetir esta costosa zambullida en el subdesarrollo guiada por resentimientos, viejas ideologías y avaricia.

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