viernes, 27 de agosto de 2010

¿Quién va a empujar la economía?
MIGUEL ÁNGEL SANTOS | EL UNIVERSAL
viernes 27 de agosto de 2010

Por estos días la economía de España parece haberse estacionado y no se vislumbra en el horizonte nada que pueda ayudarle a moverse de ahí. Esa situación nos trae de vuelta a los fundamentos de la economía y ha provocado una discusión sobre la cual vale la pena reflexionar. De todo esto podemos aprender mucho nosotros, a quienes la vida se nos va a cuenta gotas, pensando si es el mejor momento para comprar dólares, ya sea en su versión más cruda y más verde, o a través de la compraventa de instrumentos de la deuda pública venezolana.

El proceso de integración europea produjo mucho más ganancias que pérdidas, pero eso no significa que todos hayan salido beneficiados por igual. En la medida en que un país posee más industrias de capital intensivo se beneficia más del acceso a mercados más grandes. Mientras más se produce los costos por unidad son menores. Ese es el caso de Alemania. En España la mayor parte de las industrias son de mano de obra intensiva. ¿Quieres producir más? Tienes que contratar más gente. Es el caso de la pesca y los servicios asociados al turismo. Por esa razón, cuando se tiene acceso a mercados más grandes, no caen los costos unitarios. Para eso existen los fondos de compensación: los ganadores aportan parte de sus ganancias para resarcir (con creces) a los perdedores.

El problema está en que los ganadores sí han trabajado ese beneficio mayor, mientras los perdedores son compensados por producir menos. Se crea una renta nacional que no tiene como contrapartida el trabajo (¿suena conocido?). Así es como se empieza a vivir muy por encima de la propia capacidad de generación. Ese dinero que llovió sobre España por la vía de las compensaciones europeas se canalizó hacia el sector construcción (será por eso que en Madrid viven reventando las aceras y reconstruyéndolas), produciendo una enorme burbuja inmobiliaria. En el proceso se crean muchos empleos, algunos de los cuales los afluentes españoles prefirieron dejar a los inmigrantes suramericanos y africanos.

Ahora que se ha agotado el caballo de la construcción, que ha tirado del país durante muchos años, ¿quién va a empujar la economía? (hacia adelante, no por un barranco). Ha surgido una discusión de opciones muy interesantes que incluyen a la política industrial para favorecer ciertos sectores (y el cómo identificarlos), la creación de condiciones más favorables para la inversión, la revisión de la legislación laboral, y la consecuencia por inacción: la deflación de sueldos. ¡Qué difícil es ahora tener que volver a vivir de acuerdo con lo que se produce! Hasta ahora el mood es de negación: El desempleo sigue creciendo y los españoles aún no muestran disposición de asumir los trabajos menos calificados, esos que en la época de bonanza dejaron a los inmigrantes. El gobierno ya ha tomado la iniciativa, ofreciendo a estos últimos enormes sumas (el valor presente de los beneficios por paro) por retornar a su país.

Toda una lección para nosotros, acostumbrados a vivir muy por encima de nuestra capacidad de producción, temerosos de la competencia internacional, muy inseguros de nuestras propias ventajas comparativas y poco dispuestos a cargar con los trabajos más duros.

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