sábado, 28 de agosto de 2010

UN NUEVO HORIZONTE PARA LA UNIDAD DEMOCRATICA VENEZOLANA


Hay que ser muy mezquino para no reconocer el crucial logro alcanzado por los partidos de oposición y otras organizaciones en el tema de la unidad electoral para las elecciones parlamentarias, a menos que se esté jugando otro juego.

A pesar de unos pocos descaminados que pretendieron torpedearla infructuosamente, diferentes visiones políticas e ideológicas culminaron en un acuerdo electoral en el cual algunos no tenían esperanzas.

Así las cosas, salimos adelante con candidaturas únicas, que no siendo todas del agrado de todos, los demócratas, de partidos e independientes, las apoyamos, sobre todo, porque es una grave exigencia de las circunstancias políticas de cara a las amenazas que se ciernen sobre la democracia y las libertades de las que hemos gozado en las últimas décadas.

Si fue difícil y arduo el esfuerzo de convergencia en el tema de las candidaturas, no lo es menos en la materia de campaña y su diseño.

Es natural que haya muchas opiniones, ópticas y propuestas. En el adversario esto no es un problema, el tirano decide de qué forma se hace y sus adláteres imponen a su militancia y dirigencia todo lo que tienen que hacer; para ello le sobran los recursos del Estado, que con toda impudicia utilizan.

De modo que en este campo, los encontronazos afloran naturalmente cuando son fuerzas democráticas distintas las que deben conciliarse en función de sus objetivos.

Desde la organización de campaña, el mensaje electoral, pasando por los responsables, las finanzas, hasta las consignas, todo se discute a lo interno de los partidos y desde fuera de ellos. Y cada quien quiere opinar, unos con buena intención, y otros, muy pocos, lamentablemente, con el propósito de señalar fallas de manera malsana y con objetivos políticos subalternos, deseando en el fondo el fracaso para después decir que tenían razón.

Los que creen que estos asuntos se resuelven con puro desprendimiento y disposición desinteresada, permítanme que desde mi modesta opinión, los desilusione. La política es un campo de acción humano y social muy complicado, de choque de intereses y aspiraciones, de enfoques encontrados, y de pasiones intensas, algunas muy bajas. Esto ha sido así, como decía el tango de Discépolo, “en el 506 y en el 2000 también”.

Por supuesto, que la política se ha refinado y las sociedades han ido avanzando en términos de control democrático y legal, para que los políticos no se desmadren; pero en lo sustantivo aquellos intereses y pasiones siguen allí. Por eso hay que vigilarlos y controlarlos permanentemente. Sólo del debate y la competencia pueden salir los equilibrios y consensos.

Pero volviendo a lo que nos ocupa en estas líneas, la Unidad democrática alcanzada es una conquista que nos permitirá avanzar en la contención del totalitarismo colectivista que nos amenaza. Aspiramos a obtener una mayoría que frene los grandes perjuicios causados a las instituciones, la economía y la paz del país. Tenemos la esperanza de que podamos derogar y enderezar las leyes disparatadas y dañinas que han sido aprobadas, así como sancionar otras muy necesarias. Y algo fundamental, ejercer constitucionalmente el contrapeso al poder ejecutivo, controlando y vigilando sus ejecutorias. Si obtuviéramos la máxima aspiración de lograr la mayoría en la Asamblea, las cosas en nuestra patria se enrumbarán por otros derroteros, que seguirán siendo difíciles aún, pero habremos dado un gran paso en la recuperación de la democracia. En la hipótesis de que esa mayoría no fuera lograda, estamos seguros que el número de diputados será muy importante, lo cual constituirá igualmente un crucial paso, y por ningún respecto una derrota, sobre todo, si pensamos en que estamos partiendo prácticamente de cero. El mundo no se acaba en septiembre.

Mucho se ha hablado de las triquiñuelas de que se ha valido el gobierno para sacar más diputados en las regiones de menor población en que él cree tener mayores posibilidades electorales, restando el número de ellos en las circunscripciones más populosas. Es una desventaja con la que tenemos que contar, sin mencionar el abuso en la utilización de los dineros públicos que tendrá lugar, frente a una Contraloría y un CNE parcializados con el oficialismo.

Iniciada la campaña, este opinador se siente muy optimista. Si las cosas las hacemos bien, si la estrategia unitaria aprobada se ejecuta y afirma (ya no hay tiempo para estar inventando mucho, es un solo mes), si focalizamos y hacemos esfuerzos mayores en las circunscripciones donde es necesario dar un no muy grande salto cuantitativo, el resultado será el que todos queremos que se de.

Con seguridad avanzaremos, debemos tener claro que ésta no es la confrontación final, y el que tenga más resistencia es el que triunfará.

EMILIO NOUEL V.

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