jueves, 26 de julio de 2012


A Chávez no lo quieren ni en su casa

THAYS PEÑALVER |  EL UNIVERSAL
jueves 26 de julio de 2012 
Cuando oí por primera vez que la oposición es mayoría, "que los empleados públicos ya no quieren a Chávez", "que no hay mejor encuesta que la calle", me impresioné. Eran los días previos de las mega elecciones del 2000 y "nuestro hombre" era el candidato actual del oficialismo en el Zulia (solo en Venezuela). Luego vendría la indignación general al ver al "candidato" reconociendo su derrota contra el 60% de los votos. ¡Nos hicieron trampa!, gritaban en los "automercados" (lugar donde generalmente se quejan los venezolanos) tuvo que haber fraude. La segunda vez que oí lo mismo fue en 2004 en el revocatorio, para volver a ver a todos con la boca abierta mientras escuchaban a los "líderes" reconocer su derrota con casi el 60% de los votos en contra y la tercera vez volví a ver la misma emoción, aumentada por las gigantescas concentraciones y marchas de los "Atrévete", la "Avalancha Andina" y el fastuoso cierre de campaña "nunca antes visto" para terminar indignados al ver a Rosales reconociendo al ganador con el 62,84% de los votos como decían las encuestas.

No fue sino hasta dos años más tarde, cuando oí en un programa la voz de Luis Vicente León quien con un coraje tremendo, explicaba que habían sembrado la idea de "que a Chávez no lo quieren ni en su casa" y una famosa "mentira" que le salió del alma. Era un "ya basta" con el que sentí la voz de alto ante tanta ingenuidad. Pero como bien escribió Albert Camus: "La estupidez, insiste siempre".

Amigos a Chávez lo quieren, esa es  una realidad. Pero como los españoles inequívocamente quisieron a su último líder populista, o a los socialistas griegos, los populistas portugueses o los irlandeses al suyo. A ningún español, portugués, irlandés o griego jamás le importó que los llamaran cerdos (PIGS) y que les previnieran sobre su negro futuro. Los estaban conduciendo al abismo en el que hoy se encuentran pero mientras más los empujaban al despeñadero, más puestos alcanzaban en los índices de felicidad del planeta (Venezuela aumentó 17 puestos en felicidad desde el 2006, España 22, Portugal 39, Irlanda 40 puestos y Grecia 50 puestos) y más defendían a sus líderes y más votaban por ellos, antes de colmar las calles frenéticos y llenos de ira.

Por eso ya basta de llamarlos socialistas o derechistas. A Chávez o a los ex de Portugal, Irlanda, Grecia o España no se les quiere por que eran socialistas o de derechas, porque en realidad no lo son, socialistas o de derechas eran Konrad Adenauer, Robert Schuman o Manuel Azaña. No los mequetrefes actuales de la política que se les quiere porque como en el África, dicen ser los "buenos". Los que como explica el economista africano James Shikwati, famoso porque gritó en las Naciones Unidas: "Por el amor de Dios, detengan la ayuda", gastan millones en llevar mosquiteros de 30 dólares, en vez de invertir unos pocos de miles en que los africanos aprendan a fumigar por 2 dólares cada casa. Los "buenos" son los que fomentarían la democracia en las instalaciones de ayuda humanitaria, sabiendo que nadie jamás votará por los que propondrán construir puentes, canales de irrigación y escuelas, los que haciéndose pasar por  "justicieros de la moralidad" explicarían a los necesitados que esos recursos bien podría utilizarse para los que están en esas instalaciones.

Difícil es querer a quien no es populista, a quien pretende realmente construir políticas de largo aliento. Por eso la más interesante de las láminas de Datanálisis no es la tendencia, o cuánta gente aprueba la gestión de Chávez, o si Henrique ha logrado calar, sino la que habla de que casi 2 millones de personas esperan que Chávez le entregue su vivienda este mismo año (electoral). Es pues, imposible que no lo quieran y aunque un sector de la oposición se autoengañe con que "esa gente está harta", la realidad es que ellos van a votar por su hoy y su ahora, por la simple idea de una casa que todos nosotros sabemos que este año no será entregada. Lo quieren, hasta que terminen en las calles frenéticos y llenos de ira cuando baje el petróleo y vuelvan a gritar que los engañaron.

Como bien saben, soy una de las venezolanas más interesadas en que gane Henrique Capriles para que renazca una nueva Venezuela, pero no me llamo a engaños y espero con avidez que nuestros líderes nos estén llevando por el camino correcto esta vez.

@thayspenalver

tpenalver@me.com

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