"NINGUN PAÍS CONTROLA A LA CIDH"
JUAN FRANCISCO ALONSO , SANTIAGO CANTÓN| EL UNIVERSAL
domingo 1 de julio de 2012
Tras pasar casi tres lustros en la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), de los cuales los últimos diez los pasó dirigiéndola, el argentino Santiago Cantón se apresta mañana a empezar a conducir el Centro Robert Kennedy para la Justicia y Derechos Humanos.
Su partida es saludada por algunos, sobretodo por funcionarios de los gobiernos de Ecuador, Nicaragua, Bolivia y en particular de Venezuela, mientras que activistas y organizaciones de Derechos Humanos la reciben con incertidumbre por el futuro y por la suerte de la instancia que vela por el respeto de las garantías fundamentales en el continente.
En conversación telefónica con El Universal, Cantón hizo balance de su gestión, explicó los motivos de su retiro y habló del futuro del organismo, vista la decisión de una mayoría de países de la Organización de Estados Americanos (OEA) de reformarlo.
-¿Cuál es la evaluación que hace de su gestión? ¿Qué recibió y que entrega? ¿Qué le quedó por hacer?
-Sería un error que yo lo hiciera esa evaluación, a menos que hiciera puras criticas. Sin embargo, diría que estos años han sido complejos en materia de Derechos Humanos y de institucionalidad democrática, pero creo que hemos avanzado en el objetivo de proteger a las víctimas de violaciones a los Derechos Humanos, en la protección del Estado de Derecho y en mantener la autonomía e independencia de la Comisión.
En Derechos Humanos los temas pendientes son muchos (...) Me voy sabiendo que hay un montón de casos que no se resolvieron en el tiempo que han debido resolverse, pese a que se ha reducido el retraso procesal éste aún sigue siendo inaceptable. Desde el punto de vista sustantivo se avanzó en la investigación de las violaciones a los Derechos Humanos cometidas por las dictaduras, así como la ampliación de la agenda a temas como la situación de los defensores de Derechos Humanos, de los afrodescendientes y de los indígenas.
-Muchos aseguran que su salida se debe a las criticas del Gobierno venezolano en su contra. ¿Eso es así?
-Es público y notorio que Venezuela ha pedido mi salida desde hace años y la Comisión me ha ratificado la confianza durante todo ese tiempo osea que no fue el motivo de mi retiro. Mi retiro fue una decisión personal. Indudablemente existía la voluntad del Gobierno de Venezuela, pero mi salida es por motivos personales. Primero no creo correcto la prolongación excesiva del mandato de una persona en ninguna institución. Los cambios son importantes porque fortalecen a las instituciones.
-El Gobierno le acusa de tener una particular fijación con Venezuela. ¿Es usted enemigo del presidente Hugo Chávez? ¿Dedicó más esfuerzos y recursos a analizar lo que ocurre en Venezuela?
-Por supuesto que no y si vemos las expresiones públicas que ha habido creo que la animadversión en todo caso es del presidente Chávez para conmigo. No he tenido un interés particular sobre Venezuela y eso lo ve uno en las estadísticas de la Comisión. Son más los países que tienen más medidas cautelares, visitas e informes que Venezuela. A parte eso la Comisión es una institución que tiene por objeto supervisar el cumplimiento por parte de los Estados de los Derechos Humanos y ese objetivo no se detiene en quién es su Secretario Ejecutivo ni quién es el Presidente de este o aquel otro país.
-Otro argumento es que antes de 1998 la CIDH conoció pocos casos, pero desde 1999 se multiplicaron.
-La Comisión responde a las denuncias que se reciben, sino se reciben la capacidad de acción es pequeña. Haití, por ejemplo, casi no tiene denuncias, pero eso no significa que allí no se cometan violaciones a los Derechos Humanos, sino que no hay organizaciones capaces de acudir al sistema. Ciertamente en la última década ha habido un aumento de casos de Venezuela, y de todos los países del continente, pero eso es porque hoy tramitamos más casos.
-¿Los ataques de Venezuela influyeron en algo en su trabajo? ¿Cohibieron a la CIDH a actuar en determinados casos?
-Cuando uno tiene claro cuál su trabajo todas estas cosas no influyen (...) El Gobierno de Venezuela no fue el primero que planteó mi salida, sí lo hizo de una forma más pintoresca. A meses de haber asumido como relator para la Libertad de Expresión un canciller de un país, pidió al secretario General de la Organización de Estados Americanos de la época, César Gaviria, que me echara por cuestionar la situación de la libertad de expresión en su país. Luego el Gobierno de Alberto Fujimori hizo lo mismo.
-¿A qué atribuye esto?
-Primero hay que decir que no todos los Estados hacen esto son una minoría. La mayoría de los Estados respetan al sistema aunque no estén de acuerdo con sus decisiones (...) Yo creo que el comportamiento de esa minoría se debe a falta de entendimiento del funcionamiento del Sistema Interamericano y también porque a los Estados no les gusta que se divulgue la situación de Derechos Humanos que viven, pero este es uno de los objetivos del sistema: Visibilizar las violaciones de los Derechos Humanos y esto lo ha hecho la Comisión y a muchos en la región no les ha gustado.
-¿Esto no demuestra que nuestros países no son plenamente democráticos?
-No me gustaría hablar en esos términos. Cuando llegué a la Comisión en los debates entre los Estados se decía que la Comisión no debía seguir haciendo lo que hacía porque hoy hay gobiernos democráticos y los gobiernos democráticos no violan Derechos Humanos. Yo creo que una de las deudas que tiene la transición hacia la democracia nuestros países es lo que tiene que ver con la aceptación del rol que cumplen los organismos internacionales de protección de Derechos Humanos. No podemos estar levantando las banderas de la soberanía para evitar que estos organismos cumplan sus funciones. Uno de los grandes logros de la historia universal se produjo en 1948, cuando se encontraron vías que permitieran, sin perjuicio de la soberanía, acudir ante organismos internacionales para proteger los Derechos Humanos.
-¿La Comisión está controlada por Estados Unidos?
-Ni Estados Unidos ni ningún otro país controla a la CIDH. Obviamente son muchos los países que quieren influenciar las decisiones de la CIDH, pero su valor es su independencia frente a los Estados, la Secretaría General de la OEA y la sociedad civil. La presión siempre va a existir, pero la Comisión es la que decide y ella no cede a presiones (...) Uno de los países con más medidas cautelares en 2011 de la CIDH fue EEUU. La Comisión ha recibido y decidido casos relacionados con EEUU, tales como el de la cárcel de Guantánamo.
-En la reciente cumbre de la OEA de Cochabamba (Bolivia) uno de los temas centrales fue la revisión del Sistema Interamericano. ¿Hay que cambiar algo?
-Seguramente se puede mejorar. Siempre hay que buscar nuevos mecanismos para defender mejor los Derechos Humanos. Pero cuando uno habla de reforma uno tiene que preguntarse para qué es: para fortalecer o debilitar. En Cochabamba no se escucharon propuestas para fortalecer al Sistema Interamericano y eso implica dotarlo de herramientas para que pueda mejorar su actuación. Lo que se está planteando son propuestas que parecen ir destinadas más a debilitarlo que a fortalecer.
-Además de esta revisión Venezuela ha anunciado su intención de retirarse de la CIDH. ¿Qué está en riesgo el sistema?
-En 1948 se dio el gran cambio a nivel universal: La creación de mecanismos por afuera de los países que logren defender los derechos de las personas. ¿Qué implica esto en el día a día? Que la Comisión pueda dictar medidas urgentes para proteger los derechos de las personas que pueden ser violados y aquí estamos hablando de la vida. El avance más importante que ha tenido la región en las últimas décadas ha sido lograr que se enjuicie a los responsables de las violaciones a los Derechos Humanos de las dictaduras. Argentina es un ejemplo de eso, lo mismo Uruguay y ahora Brasil está comenzando también.
Sistemas como el interamericano se crearon y existen para evitar que los Estados bajo la excusa de la soberanía violaran los Derechos Humanos. Lo que está en juego es la de supervisión exterior (... ) Yo espero que prive la sensatez, porque el desmantelamiento de estos sistemas o el retiro de sus miembros lleva al aislamiento y eso es malo en materia de Derechos Humanos.
-¿Por qué es malo? ¿Cuál es el peligro?
-Porque los mecanismos de supervisión internacional han permitido evitar nuevas violaciones.
Consultado sobre las razones del acuerdo entre la CIDH y la Corte Penal Internacional, Cantón explicó que el mismo busca que "en futuro si un Estado no cumple con el mandato que le gire la Comisión y la Corte Interamericana de Derechos Humanos de hallar a los responsables de las violaciones a los Derechos Humanos entonces que el Tribunal de La Haya asuma el caso".
El anuncio del retiro de Venezuela de la CIDH se produjo días después de que se conociera este acuerdo. Hace unas semanas la fiscal general, Luisa Ortega, propuso revisar el tratado que crea el juzgado internacional.
Su partida es saludada por algunos, sobretodo por funcionarios de los gobiernos de Ecuador, Nicaragua, Bolivia y en particular de Venezuela, mientras que activistas y organizaciones de Derechos Humanos la reciben con incertidumbre por el futuro y por la suerte de la instancia que vela por el respeto de las garantías fundamentales en el continente.
En conversación telefónica con El Universal, Cantón hizo balance de su gestión, explicó los motivos de su retiro y habló del futuro del organismo, vista la decisión de una mayoría de países de la Organización de Estados Americanos (OEA) de reformarlo.
-¿Cuál es la evaluación que hace de su gestión? ¿Qué recibió y que entrega? ¿Qué le quedó por hacer?
-Sería un error que yo lo hiciera esa evaluación, a menos que hiciera puras criticas. Sin embargo, diría que estos años han sido complejos en materia de Derechos Humanos y de institucionalidad democrática, pero creo que hemos avanzado en el objetivo de proteger a las víctimas de violaciones a los Derechos Humanos, en la protección del Estado de Derecho y en mantener la autonomía e independencia de la Comisión.
En Derechos Humanos los temas pendientes son muchos (...) Me voy sabiendo que hay un montón de casos que no se resolvieron en el tiempo que han debido resolverse, pese a que se ha reducido el retraso procesal éste aún sigue siendo inaceptable. Desde el punto de vista sustantivo se avanzó en la investigación de las violaciones a los Derechos Humanos cometidas por las dictaduras, así como la ampliación de la agenda a temas como la situación de los defensores de Derechos Humanos, de los afrodescendientes y de los indígenas.
-Muchos aseguran que su salida se debe a las criticas del Gobierno venezolano en su contra. ¿Eso es así?
-Es público y notorio que Venezuela ha pedido mi salida desde hace años y la Comisión me ha ratificado la confianza durante todo ese tiempo osea que no fue el motivo de mi retiro. Mi retiro fue una decisión personal. Indudablemente existía la voluntad del Gobierno de Venezuela, pero mi salida es por motivos personales. Primero no creo correcto la prolongación excesiva del mandato de una persona en ninguna institución. Los cambios son importantes porque fortalecen a las instituciones.
-El Gobierno le acusa de tener una particular fijación con Venezuela. ¿Es usted enemigo del presidente Hugo Chávez? ¿Dedicó más esfuerzos y recursos a analizar lo que ocurre en Venezuela?
-Por supuesto que no y si vemos las expresiones públicas que ha habido creo que la animadversión en todo caso es del presidente Chávez para conmigo. No he tenido un interés particular sobre Venezuela y eso lo ve uno en las estadísticas de la Comisión. Son más los países que tienen más medidas cautelares, visitas e informes que Venezuela. A parte eso la Comisión es una institución que tiene por objeto supervisar el cumplimiento por parte de los Estados de los Derechos Humanos y ese objetivo no se detiene en quién es su Secretario Ejecutivo ni quién es el Presidente de este o aquel otro país.
-Otro argumento es que antes de 1998 la CIDH conoció pocos casos, pero desde 1999 se multiplicaron.
-La Comisión responde a las denuncias que se reciben, sino se reciben la capacidad de acción es pequeña. Haití, por ejemplo, casi no tiene denuncias, pero eso no significa que allí no se cometan violaciones a los Derechos Humanos, sino que no hay organizaciones capaces de acudir al sistema. Ciertamente en la última década ha habido un aumento de casos de Venezuela, y de todos los países del continente, pero eso es porque hoy tramitamos más casos.
-¿Los ataques de Venezuela influyeron en algo en su trabajo? ¿Cohibieron a la CIDH a actuar en determinados casos?
-Cuando uno tiene claro cuál su trabajo todas estas cosas no influyen (...) El Gobierno de Venezuela no fue el primero que planteó mi salida, sí lo hizo de una forma más pintoresca. A meses de haber asumido como relator para la Libertad de Expresión un canciller de un país, pidió al secretario General de la Organización de Estados Americanos de la época, César Gaviria, que me echara por cuestionar la situación de la libertad de expresión en su país. Luego el Gobierno de Alberto Fujimori hizo lo mismo.
-¿A qué atribuye esto?
-Primero hay que decir que no todos los Estados hacen esto son una minoría. La mayoría de los Estados respetan al sistema aunque no estén de acuerdo con sus decisiones (...) Yo creo que el comportamiento de esa minoría se debe a falta de entendimiento del funcionamiento del Sistema Interamericano y también porque a los Estados no les gusta que se divulgue la situación de Derechos Humanos que viven, pero este es uno de los objetivos del sistema: Visibilizar las violaciones de los Derechos Humanos y esto lo ha hecho la Comisión y a muchos en la región no les ha gustado.
-¿Esto no demuestra que nuestros países no son plenamente democráticos?
-No me gustaría hablar en esos términos. Cuando llegué a la Comisión en los debates entre los Estados se decía que la Comisión no debía seguir haciendo lo que hacía porque hoy hay gobiernos democráticos y los gobiernos democráticos no violan Derechos Humanos. Yo creo que una de las deudas que tiene la transición hacia la democracia nuestros países es lo que tiene que ver con la aceptación del rol que cumplen los organismos internacionales de protección de Derechos Humanos. No podemos estar levantando las banderas de la soberanía para evitar que estos organismos cumplan sus funciones. Uno de los grandes logros de la historia universal se produjo en 1948, cuando se encontraron vías que permitieran, sin perjuicio de la soberanía, acudir ante organismos internacionales para proteger los Derechos Humanos.
-¿La Comisión está controlada por Estados Unidos?
-Ni Estados Unidos ni ningún otro país controla a la CIDH. Obviamente son muchos los países que quieren influenciar las decisiones de la CIDH, pero su valor es su independencia frente a los Estados, la Secretaría General de la OEA y la sociedad civil. La presión siempre va a existir, pero la Comisión es la que decide y ella no cede a presiones (...) Uno de los países con más medidas cautelares en 2011 de la CIDH fue EEUU. La Comisión ha recibido y decidido casos relacionados con EEUU, tales como el de la cárcel de Guantánamo.
-En la reciente cumbre de la OEA de Cochabamba (Bolivia) uno de los temas centrales fue la revisión del Sistema Interamericano. ¿Hay que cambiar algo?
-Seguramente se puede mejorar. Siempre hay que buscar nuevos mecanismos para defender mejor los Derechos Humanos. Pero cuando uno habla de reforma uno tiene que preguntarse para qué es: para fortalecer o debilitar. En Cochabamba no se escucharon propuestas para fortalecer al Sistema Interamericano y eso implica dotarlo de herramientas para que pueda mejorar su actuación. Lo que se está planteando son propuestas que parecen ir destinadas más a debilitarlo que a fortalecer.
-Además de esta revisión Venezuela ha anunciado su intención de retirarse de la CIDH. ¿Qué está en riesgo el sistema?
-En 1948 se dio el gran cambio a nivel universal: La creación de mecanismos por afuera de los países que logren defender los derechos de las personas. ¿Qué implica esto en el día a día? Que la Comisión pueda dictar medidas urgentes para proteger los derechos de las personas que pueden ser violados y aquí estamos hablando de la vida. El avance más importante que ha tenido la región en las últimas décadas ha sido lograr que se enjuicie a los responsables de las violaciones a los Derechos Humanos de las dictaduras. Argentina es un ejemplo de eso, lo mismo Uruguay y ahora Brasil está comenzando también.
Sistemas como el interamericano se crearon y existen para evitar que los Estados bajo la excusa de la soberanía violaran los Derechos Humanos. Lo que está en juego es la de supervisión exterior (... ) Yo espero que prive la sensatez, porque el desmantelamiento de estos sistemas o el retiro de sus miembros lleva al aislamiento y eso es malo en materia de Derechos Humanos.
-¿Por qué es malo? ¿Cuál es el peligro?
-Porque los mecanismos de supervisión internacional han permitido evitar nuevas violaciones.
Consultado sobre las razones del acuerdo entre la CIDH y la Corte Penal Internacional, Cantón explicó que el mismo busca que "en futuro si un Estado no cumple con el mandato que le gire la Comisión y la Corte Interamericana de Derechos Humanos de hallar a los responsables de las violaciones a los Derechos Humanos entonces que el Tribunal de La Haya asuma el caso".
El anuncio del retiro de Venezuela de la CIDH se produjo días después de que se conociera este acuerdo. Hace unas semanas la fiscal general, Luisa Ortega, propuso revisar el tratado que crea el juzgado internacional.
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