Emilio Nouel
Los acontecimientos recientes en Mercosur nos convocan a la reflexión por los efectos insospechados que pueden tener en nuestro país y en los demás de la región.
¿Cuales razones políticas de peso esgrimió la presidente Dilma Rouseff en relación con el ingreso forzado de Venezuela, para que se saltaran a la torera consideraciones fundamentales de naturaleza jurídica sus pares Mujica y Kirchner?
¿Qué grave asunto planteó la Rouseff en reunión privada a los dos presidentes que haya ameritado la exclusión de cancilleres y asesores "molestos" a la hora de la decisión?
¿De qué no debían enterarse éstos?
Algún día lo sabremos a ciencia cierta. Por lo pronto sólo nos queda, de un lado, dar rienda suelta a las conjeturas, y de otro, constatar el daño que se le ha hecho a la institucionalidad y a la imagen exterior de esa organización, que ya venía desde hace tiempo proyectando un perfil decadente, incluso para observadores al interior de ese bloque.
Pero no es sólo eso. Este quilombo mercosuriano amenaza con afectar a otros actores.
UNASUR, CELAC y OEA tendrán que tocar el tema en algún momento.
A menos que le apliquen una sordina regional, las evidencias de la intromisión del gobierno chavista en los asuntos internos de Paraguay, conducta reiterada y documentada también en otros países, no son de poca monta.
Las testimoniales de los altos jefes militares paraguayos de que fueron presionados a sublevarse ante la inminente expulsión del poder del señor Fernando Lugo mediante un impeachment constitucional, han sido concluyentes.
El inicio de una investigación de aquellos hechos por la fiscalía paraguaya, el retiro del embajador en Venezuela, la declaración de persona non grata del embajador venezolano, la averiguación en el parlamento uruguayo sobre la visita de 200 militares venezolanos sin autorización, el anuncio de acudir a instancias judiciales para dirimir el caso de la suspensión de Paraguay en Mercosur, molestias de Rouseff con Itamaraty y el ingreso de Venezuela a este bloque, constituyen hechos que hacen escalar las tensiones político-diplomáticas en la región.
Si a esto sumamos las declaraciones del canciller y el Vicepresidente de Uruguay, personalidades, cámaras empresariales y políticos (Parlasur) de todos los países de Mercosur, rechazando la forma cómo se hizo entrar a Venezuela a ese bloque comercial, es de esperar días muy movidos en el vecindario.
Desde Venezuela, todo este embrollo, principalmente, el ingreso a Mercosur aun no consumado, se vive con una incertidumbre llena de interrogantes por parte de los sectores económicos que se verán envueltos en esa competencia comercial más intensa que la actual, cosa que poco interesa al gobierno nacional.
Definitivamente, nuestro aparato productivo a la hora presente no tiene las fortalezas necesarias para afrontar tales retos. El entorno nacional que podía ayudar en esa tarea es adverso. Las nefastas políticas económicas gubernamentales han disminuido las capacidades instaladas y le han restado competitividad a nuestras empresas. Se impone, sin duda, la necesidad de un tiempo que permita la recuperación y una amplia consulta a la sociedad.
Un nuevo gobierno, con políticas de estímulo a las inversiones, eliminación de controles perversos y que impulse modificaciones legales imprescindibles, podría crear un clima propicio para hacer cara a las exigencias de nuestra inserción internacional. Habrá que pensar en la definición de nuestras relaciones económicas y comerciales hacia el futuro, y esperamos que los países socios comprendan las circunstancias y nos acompañen en el esfuerzo, todo, por supuesto, en el entendido de que vemos como crucial para nuestro desarrollo la interdependencia global.
Obviamente, estos deseos debemos enmarcarlos en un espacio hemisférico agitado por las tensiones diplomáticas señaladas.
Brasil, bajo el gobierno Rouseff, reitera su aspiración de liderazgo y hegemonía. En estos momentos está claro que busca poner a Suramérica a su cola, propósito consistente con viejos anhelos. No le conviene que el proyecto Mercosur naufrague, sobre todo, cuando ve que surgen nuevos esquemas como el de la Alianza del Pacífico. Dentro de sus planes está repotenciar la idea de un poder suramericano mediante la incorporación de todos los países de la región. Eso requerirá modificaciones sustantivas del régimen establecido.
Sin embargo, si lo político-ideológico, como parece ser, es lo crucial en ese objetivo, el proyecto no tendrá largo aliento. Si la integración que persigue Brasil se sustenta sólo en la amistad de presidentes circunstanciales y no en instituciones fuertes y duraderas, no le veo futuro.
Según Pepe Mujica, presidente de Uruguay, razones políticas muy poderosas esgrimidas por la señora Rouseff lo hicieron decidirse por que Venezuela se incorporara a Mercosur desdeñando la normativa jurídica obligante. No obstante, a mi juicio, lleva razón su vicepresidente, Astori, cuando dice que esa decisión es “una herida grave al corazón del Tratado de Asunción” y que “Ojalá se pueda hacer algo para revertirlo”.
Por otro lado, también es certero el ex canciller brasileño Luiz F. Lampreia, firmante del Protocolo de Ushuaia, al señalar que "El Mercosur es hoy un mecanismo político orientado solo por razones ideológicas", que "desde hace mucho tiempo está dañado como espacio comercial".
Ya lo dijimos en otra oportunidad. No todo es oro lo que en Mercosur brilla. Aunque son de esperarse como naturales los desencuentros en todo proceso de este tipo, las reiteradas controversias por los mismos temas, las crónicas quejas de los pequeños y los lamentos por la precariedad institucional presentes en este régimen comercial, no parecen aminorar sino aumentar con el tiempo. Estas divergencias crecientes que deterioran las relaciones internas, amenazan con neutralizar o suprimir los logros obtenidos. Y los retrocesos respecto de los compromisos jurídicos de integración de las 4 economías que fundaron Mercosur, son cada vez más frecuentes. Reinstalar las barreras comerciales eliminadas, subir aranceles consolidados, imponer de nuevo licencias de importación, cupos o establecer nuevas trabas, representan acciones de retorno de cara a los logros de liberación comercial alcanzados en fases anteriores. Eso no tiene otro nombre sino proteccionismo redivivo puro y duro. Esto es lo que está haciendo hoy, con desparpajo, Argentina.
Es por eso que hace un tiempo un observador europeo decía sobre Mercosur: “Ilusión óptica, pura vocinglería, nula eficacia”.
Es por eso que hace un tiempo un observador europeo decía sobre Mercosur: “Ilusión óptica, pura vocinglería, nula eficacia”.
Es allí en ese espacio económico preñado de contradicciones, incumplimientos de compromisos y desencuentros políticos, en donde Chávez nos quiere meter, por cierto, para incordiar como lo hace dentro de Venezuela.
EMILIO NOUEL V.
@ENouelV
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