La salud de Chávez no puede ser un secreto
Teodoro Petkoff
La comparación entre las actividades de campaña de ambos candidatos es muy elocuente. Veamos lo que hicieron en los meses de julio (cuando oficialmente comenzó la campaña), agosto y lo que va de septiembre.
Henrique Capriles Radonski visitó en ese lapso 274 ciudades y pueblos en los cuales realizó 39 actos de campaña o mitines y 26 asambleas con sectores específicos. En los demás recorrió a pie y a veces en caravana las diversas localidades. Por su parte, Hugo Chávez ha llevado a cabo 25 visitas a ciudades y pueblos del país, que se tradujeron en 5 actos de campaña o mitines y una asamblea sectorial. En cambio, contabilizó 55 largas apariciones en TV y 7 contactos telefónicos. La diferencia entre ambos es abismal. Mientras Capriles imprimió un ritmo arrollador a su campaña, que en menos de 90 días lo llevó 274 veces a todo lo largo y ancho del país, Chávez en los mismos 90 días apenas si se movió por el territorio 25 veces.
Obviamente, este no es el Chávez que hemos visto en otras campañas. Este Chávez es un hombre limitado por la enfermedad que sufre, lo cual lo obliga a dosificar cuidadosamente sus acciones, reduciéndolas a lo mínimo indispensable y apoyándose sobre todo en la televisión.
El Presidente ha argumentado, para justificar el lanzamiento de su candidatura, que él ya "se curó". Pero si esto fuera cierto lo demostraría con sus actividades de campaña. El hecho de que continúe actuando a menos de medio brazo es la evidencia de que todavía falta camino por andar en su proceso curativo.
Traemos esto a colación, nosotros que en Talcual hemos manejado el tema con suma discreción, sólo tangencialmente, porque terminando la campaña el tema de la enfermedad de Chávez adquiere un relieve que no tenía en sus días iniciales. El desgaste físico es claramente visible y es imposible imaginar una mejoría que sería casi milagrosa en los pocos días que nos separan del 7-0. De modo que hoy los venezolanos no hemos sido informados de las características del cáncer; un secretismo absurdo ha mantenido en la ignorancia a los principales interesados, que son los 19 millones de votantes, sobre todo sus partidarios. ¿Quien vota por Chávez lo hace realmente por él o por un eventual sucesor? Nadie lo sabe de cierto pero es una eventualidad que no se puede descartar.
¿Qué deberíamos saber los venezolanos para no ir parcialmente a ciegas a las elecciones más importantes del último medio siglo? Deberíamos saber dónde tiene el cáncer y cuál es su naturaleza; deberíamos saber si ha habido metástasis; tendríamos que saber si requerirá más tratamiento después de las elecciones y si estará en capacidad de asumir los deberes del cargo en caso de resultar reelegido.
En realidad sólo se está pidiendo la verdad, la mayor diafanidad en cuanto al estado de salud del Presidente, tal como hicieron Lula y Fernando Lugo cuando informaron ampliamente sobre sus respectivas situaciones cancerosas. En una sociedad democrática la salud del presidente-candidato no puede ser un secreto.
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