jueves, 6 de septiembre de 2012

MÉXICO

    AMLO, DEMOCRACIA Y REGLAS DE JUEGO


     CARLOS MALAMUD
La semana pasada se conoció el veredicto de la Sala Superior del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) convalidando los resultados de la elección presidencial en México. La reacción deAndrés Manuel López Obrador (AMLO), del Movimiento Ciudadano que encabezó en estos comicios y de algunos de sus principales dirigentes, como Ricardo Monreal, su coordinador de campaña, muestran la estentórea incompatibilidad de AMLO con la democracia y las reglas de juego.
Ante lo ocurrido seis años atrás con el proceso de insumisión puesto en marcha por el entonces principal dirigente del PRD (Partido de la Revolución Democrática), las reacciones de los derrotados el 1 de julio pasado eran totalmente previsibles. Podría pensarse que ante la palmaria victoria del priísta Enrique Peña Nieto, AMLO moderaría un poco sus manifestaciones. No fue así. Pese a la contundencia y dureza del fallo del TEPJF, AMLO ha mantenido su línea argumental y añadido a su larga lista de traidores a la patria a los siete magistrados del alto tribunal federal.
Sin embargo, para los siete jueces no existió ninguna duda sobre la debilidad argumental de la querella presentada por el Movimiento Ciudadano para solicitar la anulación de la elección presidencial. El tribunal estimó que las pruebas aportadas fueron “vagas, genéricas, inoperantes, ineficaces e insuficientes”.
Pese a este juicio unánime y contundente, la reacción de AMLO y sus seguidores, incluido el “Movimiento Yo soy 132″, ha sido brutal y virulenta. No obstante, ningún detractor del Tribunal Electoral ha sido capaz de explicar la legitimidad de los comicios parlamentarios, donde el PRD obtuvo unos óptimos resultados, frente a la ilegitimidad de la elección presidencial, pese a que ambas se celebraron el mismo día y con los mismos ciudadanos-votantes.
Tras conocerse el fallo judicial, López Obrador insistió en sus manidos argumentos de elección ilegítima y compra de votos, mientras que Monreal calificó a los magistrados como “unos farsantes con toga y birrete que van a sepultar la Constitución y van a convertirse en la comparsa más vil en la historia de la democracia nacional”.
Coincidiendo con estas manifestaciones, y pese a insistir en su independencia respecto a AMLO, el “Yo soy 132″ va más allá al pretender enterrar a la democracia mexicana responsabilizándola de semejantes atropellos. A pesar de que sus puntos de vista fueron derrotados por el voto popular en las pasadas elecciones, insisten en que Peña Nieto es una imposición del PRI y del sistema.
En unas de sus últimas declaraciones, López Obrador afirma que prefiere que lo llamen loco, mesiánico y mal perdedor antes que aceptar un gobierno ilegítimo. El reconocimiento tácito de sus debilidades evidencia su incapacidad no sólo de comprender la democracia y el necesario respeto a las reglas de juego, sino también su imposibilidad de llegar al poder a través de las urnas.
Si bien su campaña de contestación no ha igualado lo ocurrido hace seis años, su conducta puede lastrar a la izquierda mexicana durante bastante tiempo. Más que en un activo para el PRD, López Obrador se ha convertido en una carga para los perredistas. Por ello, sus dirigentes y militantes deberían extraer las enseñanzas necesarias y acabar con el permanente chantaje de AMLO, tanto al sistema político mexicano como al propio PRD.
CARLOS MALAMUD

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