Asamblea Nacional, transición y negociación
ISMAEL PEREZ VIGIL
1 diciembre, 2018
El Gobierno venezolano, al que ni siquiera le decimos “gobierno”,
sino régimen o dictadura, ha perdido toda legitimidad, interna e
internacionalmente; al proceso electoral del 20 de mayo de 2018, en el
que salió reelecto el actual presidente, apenas concurrió un 40% del
electorado –de acuerdo a cifras oficiales, que para muchos no son
fiables– y más de 60 países no han reconocido tampoco ese proceso. El 10
de enero, cuando según la Constitución debe iniciarse un nuevo periodo
constitucional, tendremos un atisbo completo de la falta de legitimidad
del régimen, al juramentarse solo, frente a sus compinches
internacionales: Rusia, China, Irán, Palestina, Turquía, Bolivia, Cuba,
Nicaragua, El Salvador, y pocos más.
Además de esa circunstancia política
concreta, de no reconocimiento, el país económica y socialmente se
deshilacha; los venezolanos huyen en masa de la miseria, el desempleo,
la inseguridad, la hiperinflación —aún en el cálculo más optimista es
del 4 al 6% ínter diario— de la corrupción que aflora por todas partes,
de la malversación de la riqueza del país, del fracaso de un régimen al
que solo le queda el recurso de la fuerza para mantenerse en el poder.
Pero en algún momento, no sé cuándo —no es cuestión de generar falsas
expectativas— el país entrará en un proceso de transición política que
implicará un intenso proceso de negociación. Por lo tanto, no podemos
continuar satanizando el tema y sí debemos prepararnos para ese proceso.
Naturalmente, lo que se va a negociar es el fin y la salida de este
régimen y el período de transición de la misma.
El escenario natural de una negociación política en Venezuela es la
Asamblea Nacional (AN), por algo es el “parlamento”. Pero es evidente
que el Ejecutivo es el que querrá negociar, por parte del régimen, y no
aceptará que sean sus parlamentarios los que lleven la voz cantante.
Pero por parte de la oposición si debería ser la fracción opositora
de la AN —donde están representadas todas las facciones políticas que en
su momento disputaron esos cargos— la que debe decidir los objetivos y
los lineamientos de la negociación y además, de su seno deben salir los
negociadores y escoger, como parte del equipo negociador, a
representante del resto de la sociedad civil.
La primera disposición de la fracción parlamentaria opositora de la
AN, sería reiterar los objetivos mínimos de la oposición para esa
negociación y el proceso de transición, que suponemos que ya gozan de
consenso y han sido reiterados en múltiples oportunidades: a) libertad
de todos los presos políticos, b) regreso de los exilados, c)
reconocimiento de la Asamblea Nacional, d) designación de un nuevo CNE,
de acuerdo con lo previsto en la Constitución, y e) rehabilitación de
los partidos políticos y candidatos opositores inhabilitados.
Naturalmente la actuación de la AN debe ir precedida por la
disolución inmediata de la ilegal, ilegítima e inconstitucional Asamblea
Nacional Constituyente y la incorporación a la AN de los diputados de
Amazonas, inconstitucionalmente obligados a desincorporarse por el
irregular TSJ. Así reconstituida plenamente, la AN deberá apoyar la
negociación con algunos acuerdos y los instrumentos legales que se
enumeran más abajo, de manera no exhaustiva.
Algunos le piden a la AN cosas que no están dentro de sus facultades y
no puede hacer, sin violentar el ordenamiento jurídico que estamos
reclamando que la dictadura respete; pero la AN si puede llegar a
acuerdos, definir políticas y un conjunto de leyes que faciliten ese
proceso de negociación. Esa podría ser la “hoja de ruta”, por utilizar
un término que ahora está de moda, por la que la AN defina su
participación en el proceso.
Por tratarse de un acuerdo político, se debe recoger en leyes
especiales todo lo concerniente al proceso de transición; es decir,
apoyar con disposiciones legales aprobadas por la AN, todos los acuerdos
que regirán ese período de transición y los cronogramas de los procesos
electorales que eso implique, que permitan renovar, en plazo
perentorio, todos los poderes públicos: Presidente de la República, la
Asamblea Nacional, Gobernaciones y Alcaldes, Asambleas Legislativas y
Municipales, etc.
Tan solo a título de ejemplo, para blindar jurídicamente el proceso
de transición, internamente y frente a la comunidad internacional, esas
leyes o instrumentos legales de carácter especial, podrían ser:
* La libertad de los presos políticos debe producirse por medida
presidencial, pero de no ser así, la AN debe tener lista para aprobar
una Ley General de Amnistía.
* Aprobación de una Ley de Participación Política, que permita que
los candidatos inhabilitados ilegalmente –por la Contraloría, el
ilegítimo CNE y el TSJ, con sus magistrados designados irregularmente–
puedan ejercer sus funciones políticas y aspirar a cargos por elección.
* Designar un CNE, conforme al procedimiento Constitucional y de acuerdo a lo establecido en las leyes que regulan la materia.
* Aprobación de una nueva Ley Electoral, conforme al proyecto que ha
venido discutiendo la AN desde hace más de un año y que regirá los
procesos electorales que se deban celebrar.
* Aprobación de una nueva Ley de Partidos Políticos, conforme a los
parámetros establecidos en la Constitución y en los Acuerdo
Internacionales suscritos por Venezuela, que permita que todos los
partidos políticos que fueron ilegalmente inhabilitados por el CNE y por
el TSJ puedan participar en los procesos electorales que se vayan a
celebrar.
* Aprobación de una Ley Transitoria que facilite y permita la
inscripción en el Registro Electoral y la votación de los venezolanos en
el exterior, conforme únicamente a los mismos requisitos que se exigen
para los electores en Venezuela.Lo responsable y estratégico es prepararnos para negociar con el mejor discurso, los mejores argumentos, el mayor respaldo, los mejores negociadores y voceros, el mejor equipo asesor y las herramientas y fortalezas que requeriremos para actuar y triunfar. Negar esto será debilitarnos, permitir que el régimen gane tiempo y dividirnos aún más.
Politólogo
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