Bolivia, forzada al supremo derecho de la rebelión
Carlos Sánchez Berzaín
Aplicando el guion de Cuba ejecutado en Venezuela y Nicaragua, Evo Morales acaba de manipular al Tribunal Supremo Electoral de su régimen
haciéndose declarar habilitado como candidato para las elecciones de
2019 y posteriores, imponiendo su reelección indefinida. Los bolivianos
ya no tienen duda que están sometidos a una dictadura,
mientras el régimen arrecia el amedrentamiento, control político y de
prensa. Está en evidencia la falsificación de democracia y el pueblo de Bolivia es forzado al supremo derecho de la rebelión contra la tiranía y la opresión.
El
derecho al “supremo recurso de la rebelión contra la tiranía y la
opresión” es un derecho natural y jurídico reconocido en la Declaración
Universal de Derechos Humanos. Aleksandar Marsavelski lo resume como el
“derecho de los pueblos frente a gobernantes de origen ilegítimo o que
teniendo origen legítimo han devenido en ilegítimos durante su
ejercicio, que autoriza la desobediencia civil y el uso de la fuerza con
el fin de derrocarlos y reemplazarlos por gobiernos que posean
legitimidad”.
El derecho de rebelión fue proclamado por Platón y fundamentado por Santo Tomas de Aquino.
Está incluido en la Declaración de Independencia de los Estados Unidos
que luego de proclamar los derechos “a la vida, la libertad y la
búsqueda de la felicidad” establece “que para garantizar estos derechos
se instituyen entre los hombres los gobiernos, que derivan sus poderes
legítimos del consentimiento de los gobernados; que cuando quiera que
una forma de gobierno se haga destructora de estos principios el pueblo
tiene derecho a reformarla o abolirla e instituir un nuevo gobierno que
se funde en dichos principios…”.
El artículo 35 de la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano de la Revolución Francesa expresa que “cuando
el gobierno viola los derechos del pueblo, la insurrección es, para el
pueblo y para cada una de sus porciones, el mas sagrado de los derechos y
el mas indispensable de los deberes“. Todas las constituciones
al reconocer que “la soberanía reside en el pueblo y que su ejercicio
está delegado” fundamentan el derecho de rebelión.
El
socialismo del siglo XXI o castrochavismo aplica la metodología de
suplantar el orden democrático con leyes infames para “violar
legalmente” los derechos humanos, las libertades fundamentales y cometer
todo tipo de crímenes con impunidad. Lo que sucede en Bolivia es solo
el cierre de un proceso que comenzó en octubre de 2003 con el
derrocamiento del Presidente Constitucional con la falacia de defender
los hidrocarburos con un golpe de estado que los golpistas llaman
“guerra del gas”. Luego suplantaron la Constitución y liquidaron la
República de Bolivia con una írrita constituyente.
La proclama
de la “reelección indefinida” para Evo Morales culmina un “iter
criminis” de 15 años y se abre otro de duración indefinida y de
consecuencias imprevisibles. Repitiendo a Chávez y Maduro en
Venezuela y Ortega en Nicaragua, Evo Morales que llegó al poder por un
periodo de 5 años y que debió haber entregado la presidencia el 2011,
cumplirá 13 años detentando el poder y tiene todo montado para “ganar
elecciones preparadas a su medida”. Lo hará con una cadena de crímenes
que van desde la suplantación constitucional, la desaparición del estado
de derecho, la concentración de todos los poderes, el desconocimiento
de la voluntad popular expresada en el referéndum del 21 de Febrero de
2016 (21F), hasta el fraude electoral con control de la identificación,
registros ciudadanos, publicidad, prensa y de todas las autoridades que
debería ser imparciales pero que ahora integran “la banda delictiva de
los 6” al servicio del dictador.
La
situación es tan grave que Evo Morales como “dictador electoralista”
controla incluso los candidatos de oposición a los que tiene en un
proceso de elecciones primarias para consumar el desconocimiento al 21F
en un ambiente simulado de democracia. Los líderes bolivianos
tienen el desafío urgente de desactivar la farsa electoral del dictador
haciendo que los candidatos realmente democráticos abandonen el proceso, denunciando su naturaleza, pues quienes se queden lo harán como funcionales y cómplices para legitimar al dictador.
La
dictadura de Evo Morales y la intervención internacional castrochavista
de Cuba y Venezuela en Bolivia fuerzan a los bolivianos al supremo
derecho de la rebelión. “Bolivia no es Venezuela” proclaman y ojalá
tengan razón, pues hace unos años los venezolanos decían “Venezuela no
es Cuba”.
*Abogado y Politólogo. Director del Interamerican Institute for Democracia
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