domingo, 2 de diciembre de 2018

JUICIO A LA CORRECCIÓN POLÍTICA

Mario Vargas Llosa: «En cierta forma es una nueva inquisición»



ABC

Lo políticamente correcto es opinar no como realmente piensas sino arrastrado por la frivolidad, la cobardía o el oportunismo, acomodando tus pareceres a esa corrección política que se pretende implantar. Es una falta de sinceridad, de autenticidad, que si se multiplica convierte toda la vida, principalmente política, pero también social, cultural, en una caricatura, en algo impostado, en una falsedad sistemática en la que no se expresan convicciones genuinas. Únicamente posturas, poses.
Lo políticamente correcto tiene que ver sobre todo con la izquierda, más que con el centro o la derecha, que ha establecido unos parámetros de los que no puede salir una persona que no quiera acarrear impopularidad, desprestigio, por no estar en el sitio que se considera adecuado desde el punto de vista ideológico, moral, sexual, etc. Lo políticamente correcto va contagiando cada vez mayores sectores. La cultura se llena de lugares comunes, resulta muy poco creativa, muy poco original, y muy poco representativa de lo que es la experiencia vivida.
Es una manera de imponer una censura discreta, disimulada, que no dice su nombre y que no te castiga físicamente sino con el descrédito en aras de una supuesta corrección. En cierta forma es una nueva inquisición.
Y nos lleva también a algo muy negativo, como es la autocensura. Si tú opinas no por convicción, sino por miedo, te transformas en tu propio censor. Tienes temor de decir cosas que sean incorrectas, y entonces eludes pronunciarte y pensar por tu propia cuenta. En especial quienes no poseen ideas, creencias, muy firmes y arraigadas, son los que más caen en ello.
Por fortuna, hay gente independiente que manifiesta lo que cree, sin sentirse obligada a formular, o a defender lo que se espera.

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