¿SE CONTROLARÁ LA INFLACIÓN?
LUIS VICENTE LEÓN
La inflación no está explicada por la devaluación, como parecen sugerir quienes preguntan por qué los precios suben a pesar del desfase entre devaluación (moderada) y precios internos (desatados). No es una función de la devaluación sino de la generación artificial de dinero, que el gobierno realiza para cubrir el déficit fiscal. Producir dinero, real o virtual, sin respaldo en la producción de bienes y servicios del país, ni confianza en las instituciones monetarias que la emiten, ni en la política económica del gobierno que la respalda, genera una presión inflacionaria.
LUIS VICENTE LEÓN
La inflación no está explicada por la devaluación, como parecen sugerir quienes preguntan por qué los precios suben a pesar del desfase entre devaluación (moderada) y precios internos (desatados). No es una función de la devaluación sino de la generación artificial de dinero, que el gobierno realiza para cubrir el déficit fiscal. Producir dinero, real o virtual, sin respaldo en la producción de bienes y servicios del país, ni confianza en las instituciones monetarias que la emiten, ni en la política económica del gobierno que la respalda, genera una presión inflacionaria.
Por
supuesto que cuando la moneda se devalúa impacta los precios, lo cual
también es cierto con los aumentos salariales compulsivos,
independientemente de que sean necesarios, justos y desfasados, pero la
inflación es fundamentalmente un fenómeno monetario que nada tiene que
ver con la devaluación, ni los costos laborales, ni la especulación, ni
guerra económica alguna. Está explicada por una política económica,
monetaria y fiscal, mala e inadecuada y una incapacidad, casi pasmosa,
de reaccionar frente ella.
No hay forma de
parar la hiperinflación tratando de estabilizar el dólar por vía
punitiva, ni prohibiendo las transferencias de venezolanos desde el
exterior, ni suspendiendo páginas web, ni apresando operadores
cambiarios. Todas estas son consecuencias y no causas del problema. Por
su parte, el tipo de cambio no es más que otro precio, en este caso del
dólar. Si ese precio se rezaga con respecto al resto de los bienes, como
ha ocurrido este año, el resultado es previsible. El dólar se vuelve el
bien más barato de la economía y entonces aumenta su demanda y se
dispara su precio: es decir, que en estas circunstancias la devaluación
explosiva a futuro está cantada y eso no está tampoco determinado por el
incremento salarial. Pese a que la devaluación del dólar aún no cubre
la brecha contra la inflación acumulada (que es evidentemente mayor),
los precios internos siguen creciendo dramáticamente en bolívares y cada
vez se requieren más dólares para obtener los mismos productos,
pulverizando aún más la capacidad de compra de la población, antes que
se produzca la explosión devaluacionista esperada.
Con
la demanda interna pulverizada, sin estímulos de inversión, precios
controlados y el mercado negro dominando la escena económica, no hay
forma de evitar que la subsistencia de los productores y oferentes de
bienes en Venezuela esté basada más en precios que en el volumen de
producción y ventas y esto refuerza la hiperinflación exponencialmente.
El incremento salarial, en medio de este fenómeno, es como poner una
curita en una herida de motosierra.
Corregir
la propuesta de ajuste económico del gobierno no significa concentrarse
en aumentar de nuevo los sueldos, que por cierto, la mayoría de los
empleadores habrá tenido que ajustar en los meses previos, pues con
niveles de inflación de esta magnitud, era imposible retener
trabajadores sin ajustes voluntarios. Eso es más de lo mismo, con el
mismo resultado esperado. Por supuesto que los trabajadores necesitan
más salarios para vivir en un país de precios desatados, pero ese desate
no se para con el incremento aislado de sueldos y se convierte en un
elemento recurrente que llevará al gobierno a aumentarlos con cada vez
mas frecuencia, toda vez que su valor se perderá cada vez más rápido.
El
reto real es liberar el cambio de verdad, ajustar la gasolina (sin
intentar colocar lectores ópticos en Parapara de Ortiz), reducir el
déficit fiscal y buscar ayuda financiera multilateral. Es muy simple el
dilema: o producen los cambios reales o echarán este mismo cuento en un
ratico, sólo que en peores circunstancias.
luisvleon@gmail.com
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