sábado, 15 de diciembre de 2018


LOS ENCHUFADOS SOCIALISTAS DEL SIGLO XXI


Enrique Viloria Vera

Niña que bordas la blanca tela 
niña que tejes en tu telar
bórdame el mapa de Venezuela
y un pañuelito para llorar.

Aquiles Nazoa


La historia de Venezuela es la de un expolio continúo llevado a cabo por los gobernantes de turno. Estos dirigentes - por sí solos, mediante testaferros y los enchufados de rigor -, han saqueado las arcas públicas, convirtiéndolas en ansiado y predilecto botín. Diferentes regímenes – sin importar su calificativo -: populistas viejos o nuevos, nepotistas, prebendalistas, clientelares, se dieron a la tarea de robar el Tesoro Nacional y de arruinar al país, en especial, el actual socialismo del siglo XXI, verdadero sistema de gobierno corrupto y cleptómano.



La Revolución Bolivariana ha sido pródiga en la multiplicación de los enchufados que nutren sus cuentas en el exterior con las divisas birladas al pueblo, privados de lo esencial para subsistir y llevar una vida verdaderamente humana.



Estos enchufados pululan y no hay actividad en la que estén ausentes. Son de todo cuño y calaña: familiares de la pareja presidencial y de los altos cargos socialistas, amigos de altos personeros gubernamentales, compañeros de armas y de partido. Los gobiernos afectos al régimen ex - regalón, también recibieron lo suyo en forma de petróleo barato, negocios turbios, donaciones de todo tipo, uso de los aviones del Estado venezolano y paremos de contar. Igualmente, grupos terroristas y movimientos políticos extranjeros recibieron lo suyo, aunque ahora - sin vergüenza alguna-, se laven las manos y nieguen la mano socialista que les suministró ingentes fondos a fin de mantener presencia y vigencia a costa del menguado erario venezolano.



Toda una generación de nuevos empresarios, los llamados bolichicos, forman parte de esa inmensa fauna de enchufados que desfrutan de lo robado, de lo mal habido, en mansiones de lujo, carros de último modelo, en prendas de vestir y relojes de marca, aunque cada vez más estén temerosos del cerco que organizaciones internacionales les van tendiendo para confiscar los bienes y ponerles los temidos ganchos, al momento de leerle sus derechos antes de que ingresen a la justiciera cárcel extranjera.



Todos, gobernantes, testaferros y enchufados, hicieron suyos los versos de Quevedo:



Madre, yo al oro me humillo, 
Él es mi amante y mi amado, 

… Poderoso caballero 
Es don Dinero. 


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