La hora del deslinde
RICHARD CASANOVA
1 diciembre, 2018
Está llegando el momento de aislar a los extremos, de dar la espalda a
quienes desde el anonimato acusan de cobarde a los que arriesgan. Luce
absurda la crítica mordaz y obstinada desde Miami contra los que hacen
política y procuran construir una salida real, más allá de fantasiosas
invasiones o salidas mágicas que francamente no existen. El país está
hastiado del show y las faltas promesas de un liderazgo mesiánico que
tiene meses autoproclamándose como una “reserva moral” y cuestionando a
todos los demás.
Esa pretensión de pureza, de ser una
raza superior predestinada, tiene un insoportable tufo fascista. No
tengo dudas que el país está colocando a esos sectores en el hombrillo y
está circulando una ruta distinta. Quizás lo haga en silencio, sin
estridencia, pero el país se mueve bajo otras referencias.
Lamentablemente, también en nuestras organizaciones encontramos gente
incapaz de comprender procesos que se están dando en diversos ámbitos y
esferas de la sociedad, articulados por un hilo invisible. En todas las
organizaciones encontramos gente que piensa en la confrontación como
único recurso político, que cree que Twitter es Venezuela, que convierte
cualquier grupo de WhatsApp en su campo de batalla y persigue victorias
minúsculas. Es hora de empinarse por encima de lo subalterno, centrarse
en lo relevante y dejar en el hombrillo a quienes carecen de la madurez
política para colocarse a la altura de las circunstancias.
Es la hora del deslinde…. No perdamos ni un minuto en ese debate estéril.
En efecto, el país está cambiando. En gremios profesionales,
empresariales y sindicales, en ONG`s y grupos de trabajo, en distintos
escenarios se está hablando de la necesidad de incrementar la presión
interna y articular la elevada presión internacional para forzar la
negociación de una salida a la descomunal crisis que sacude al país.
Hace unos meses, tal posibilidad habría sido molida por una opinión
pública radicalizada pero como decía Teodoro “solo los estúpidos no
cambian de opinión”. Comienza a sentirse una ola de sensatez. Hay
políticos de diversa procedencia pensando como estadistas y articulando
esfuerzos unitarios en bajo perfil. Aun cuando incipientes, los avances
en el Frente Amplio hay que valorarlos como positivos.
En fin, aunque muchos no las vean, están pasando cosas.
La política no se hace a partir de dogmas sino de realidades. Votar o
abstenerse no es un asunto de principios sino de estrategia y está
asociada a una condición determinante: la Unidad. En dictadura,
concurrir a un evento electoral sin la unidad de las fuerzas
democráticas es francamente una ociosidad que eventualmente termina
fortaleciendo al régimen. Sería algo tan estúpido como la abstención
crónica o la necedad de que “no voto porque legitimo al gobierno”. Las
dictaduras son ilegítimas por definición y tal condición no depende de
su participación o no en determinado evento electoral. Lo cierto es que
una oposición democrática debe procurar el escenario electoral, donde el
arma es el voto y no el fusil, máxime si el gobierno tiene un rechazo
superior al 80%. Entonces, de lo que se trata es de “hacer política”. El
liderazgo debe trabajar en generar las condiciones políticas para que
cualquier escenario democrático pueda traducirse efectivamente en un
resultado y no sea un ejercicio quimérico de grupos principistas. Ese es
un cambio sustancial en la Política y el país se está moviendo en esos
nuevos referentes. Además, la inmensa fuerza internacional que respalda
una salida democrática en Venezuela, no puede entender que no exista una
interlocución unitaria que le brinde coherencia a esa política. Sin
duda, ha llegado la hora del deslinde….
Twtter: @RichCasanova
Dirigente progresista. Vivepresidente ANR del Colegio de Ingenieros de Vzla.
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