BERNARD HORANDE
El Grupo de Lima se ha reunido después de los acontecimientos sucedidos el fin de semana con el ingreso a Venezuela de ayuda humanitaria.
Frente a los desmanes criminales del régimen de Maduro, las expectativas de los venezolanos se elevaron. La petición general, abierta o a sotto voce, es que es necesaria ya una intervención militar.
No sería para menos. Lo que mucha gente intuía, ocurrió: que el aparato delincuencial madurista actuaría brutalmente de una u otra forma, impidiendo o saboteando la entrada de ayuda humanitaria.
En la encuesta que acompañó nuestro artículo de la semana pasada, 4 Escenarios sobre la Ayuda Humanitaria, más del 63% de nuestros lectores votaron por alguna de las opciones que sugería que la ayuda humanitaria no pasaría como Dios manda. Así ocurrió.
Ante esta situación, el Grupo de Lima, con la presencia del Presidente Encargado de la República de Venezuela, Juan Guaidó, y del Vice-presidente de los Estados Unidos, Mike Pence, han elevado la apuesta. Hay que leer entrelíneas las intervenciones.
Para algunos no es suficiente el Comunicado del Grupo de Lima. Es entendible. La desesperación y el sentido de necesidad ante los muertos y heridos del fin de semana hace que todos deseemos una solución inmediata y final.
Además de los dramáticos hechos sucedidos en el Táchira, es insólito lo ocurrido en Santa Elena de Uairén.
El chavismo, que se ha llenado la boca durante años manipulando el tema de la “reivindicación de los indígenas”, arremete de forma asesina contra la etnia pemón, dejando como saldo un importante número de muertos y heridos.
Esa es su verdadera naturaleza. Allí se descubrió su inmensa hipocresía.
No es momento de desesperanzarse. Para nada. El régimen asesino de Maduro y sus secuaces hace aguas. Cada acción que emprende los hunde más. Creen estar ganando batallas cuando de lo que se llenan es de derrotas.
Suena un tanto infantil esperar que unos países declaren públicamente una intervención militar en otro país. Más si esos países son vecinos de Venezuela.
Esas cosas no se hacen así. Además, el Grupo de Lima fue creado para otros fines. Pacíficos específicamente.
Estos asuntos se manejan con discreción. Las conversaciones se dan en reuniones privadas. Los acuerdos se cierran y no se divulgan.
El que crea que los Estados Unidos y particularmente Donald Trump, que de bolsa no tiene nada, se han embarcado en una aventura sin medir todos los riesgos debe estar soñando.
No van a poner en duda su reputación de mayor potencia mundial en lo militar,
Por otra parte, Venezuela no es Grenada. Ni tampoco es Panamá. Venezuela representa un reto mucho mayor.
Y el régimen venezolano también es un caso distinto. Aquí no se trata de un simple dictador que hay que desplazar. Por el contrario, estamos hablando de un complejo entramado de organizaciones criminales mafiosas de diverso tipo.
En Venezuela hacen cómoda vida cubanos castro-comunistas, terroristas, narcotraficantes, guerrillas del ELN y las FARC, pranes, asesinos a sueldo y el comunismo mundial, quienes han penetrado y se han apropiado de todos los estamentos del Estado venezolano y se reparten territorios.
Han utilizado nuestro país para cometer el mayor saqueo que la humanidad ha conocido en toda la historia.
Así que la tarea no es un sencillo “Maduro vete ya”.
En la reunión del Grupo de Lima, la mayoría de los países expresaron claramente que los venezolanos no podemos salir solos de esta tiranía. Que necesitamos ayuda.
Y el Vice-presidente Pence, en nombre de Trump, dio dos mensajes claves, simples y muy poderosos: uno: que los Estados Unidos están 100% respaldando al pueblo venezolano. Dos: que la hora ha llegado.
Las piezas se van acomodando progresivamente. Conllevan un proceso. ¿Tarda más de lo que se quisiera? Sí.
Pero estas operaciones se conocen el día – o la noche – en que se ejecutan. Unilateral o multilateralmente. Es decir, por uno o por varios.
Lo importante es lo afirmado por diferentes voceros nacionales e internacionales, desde María Corina Machado hasta el mismísimo Trump: no hay vuelta atrás.
Ahora más que nunca.
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