CARLOS ROMERO
En la medida en que se extiende la fractura del poder en Venezuela surgen numerosas dudas sobre si la conducta de los actores en pugna llevará a esta novela por entregas a un final feliz. Lo cierto es que los mecanismos tradicionales y efectivos de la promoción de la paz, la disuasión, la facilitación y la negociación brillan por su ausencia, dando paso a controversiales conductas relacionadas a los clichés de moda, “Responsabilidad de Proteger” y “ni un paso atrás”.
En medio de ese pugilato, de manera díscola y muy tardíamente, instancias multilaterales y estatales tratan de ofrecer su mediación con el fin de evitar una situación desastrosa para el gentilicio nacional y para nuestra propia historia. En verdad, pareciera que en Venezuela muy poca gente se acuerda de la necesidad de la paz y de los mecanismos para alcanzarla. Y la figura espiritual por excelencia está en veremos. ¡Ni su Santidad se salva de ser cuestionado!
¿Por qué se ha llegado a esta anarquía verbal? Desde luego que la primera piedra le corresponde al gobierno de Maduro que ha hecho todo lo posible para amarrarse las manos, evitando así abrir el compás de la política. El oficialismo en verdad, no ha tenido un solo gesto de apertura y ha insistido en sus políticas fallidas.
A su vez, la oposición respalda la receta de la Asamblea Nacional de acusar al presidente Maduro de usurpador, de crear un gobierno provisional diferente y de iniciar el cambio de régimen en Venezuela. Aquí tampoco se ha visto un gesto conciliador. Se trata de llevar adelante una conducta de “hechos consumados” y de tierra arrasada, siguiendo al pie de la letra lo que dice “el librito” sobre cómo resolver los conflictos del siglo XXI.
De uno y otro lado son los oídos sordos los que prevalecen en el debate y por ello es tan difícil modelar un espacio potable para iniciar unas conversaciones, tan necesarias como útiles para así evitar un choque de trenes, en donde no se salvará nadie.
romecan53@hotmail.com
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