UNA MUERTE QUE PUDO EVITARSE
Alonso Moleiro
Lo fundamental sobre el terrible episodio de la muerte de Franklin Brito es que pudo haberse evitado. Un tratamiento más flexible, más honesto, una relación menos draconiana con el tema de la propiedad, un gesto claro para honrar la palabra empeñada, un mínimo de sentido común para negociar de parte de las autoridades, lo tendrían acá en este momento.
Y aunque los reportes sobre su delicado estado de salud tienen días circulando, daba la impresión de que las autoridades pensaron que esto no les iba a suceder. El silencio en las altas esferas oficiales, y las respuestas, torpes todas ellas, de algunos diputados apurados en desembarazar al gobierno de cualquier vínculo con lo sucedido, son suficientemente descriptivas. Es un nuevo desaguisado, otro lunar, un nuevo entuerto que le aparece a un gobierno que no da pie con bola desde hace al menos dos meses en el manejo de sus obligaciones.
De manera más amplia, no quedan en absoluto bien paradas las instituciones del estado, en especial la Defensoría del Pueblo, probablemente la más disfuncional de todas en esta hora. Una instancia que fue pensada para defender los intereses de los ciudadanos frente a los abusos del estado, y que en cualquier circunstancia no pierde ocasión de declarar y decidir cosas con el objeto de agradar al presidente Chávez. Oficina que representa un arreglo decorativo y que, vaciada de contenido desde hace rato, parece haber perdido son razón de ser. La muerte de Brito es paradigmática. Representa el capítulo más grave en toda la polémica sobre la propiedad privada que ha ido adelantando el actual gobierno. Su figura se convertirá en todo un símbolo sobre el significado del respeto a la Constitución Nacional y los valores ciudadanos y complica la posición de un gobierno que, así como se dice humanista, se descuidó de forma inexplicable en este capítulo con su tozudez tradicional. Puesto que la causa de Brito compromete el papel del estado venezolano y lo deja muy mal parado, es sencillo preveer que este caso tendrá su impacto en el ámbito hemisférico y dará de qué hablar por mucho tiempo. Es uno de los varios pasivos –uno de los más importantes- en materia de derechos humanos que va coleccionando un gobierno que se sigue creyendo con derecho a ocupar toda la vida.
La muerte de Franklin Brito es toda una vergüenza y marca un antes y un después en el tratamiento de los derechos humanos en la Quinta República.
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