miércoles, 22 de septiembre de 2010

¡VEN A VOTAR!

El voto cuando es libre es forma de madurez colectiva, modo específico e individualizado de escogencia social perfeccionada que sitúa al ciudadano frente a una elección que marcará su vida futura, el ser biológico que somos se bautizará de civilidad mediante la decisión de intervenir en ese rito que lo convierte en animal político. Pero las elecciones también, cuando son libres, son decisiones colectivas en las que un gran jurado, el pueblo soberano o la ciudadanía, escoge entre propuestas, suficientemente debatidas que tendrán vinculación legal y hasta penal entre electores y elegidos. Este último enseñará nombre y apellido y quedará frente a la consideración del primero cuya identidad se custodiará, ya que siendo en teoría y derecho el voto secreto, no se divulgará ni rostro, ni nombre, ni huella. Serán estadística, cantidad calificada, número soberano, democracia. Y existe además, cuando el voto es libre, un organismo supremo que organiza y cuenta, y es confiable, pues es apolítico en el sentido más político de la expresión. Está conformado por todas las banderías en certamen, y es consensual y supra ciudadano en la medida en que simboliza los intereses del común que ha decidido respetar y hacer cumplir las decisiones de tal ente a justicia limpia. Poder independiente por tanto. Por su parte los partidos políticos, cuando son democráticos, escogen bien entre los suyos y no por designios superiores a aquellos que serán responsables de un programa de acción que se comprometen llevar a cabo si son elegidos, como un compromiso de lealtad y respeto con quienes los favorecieron con su voto o no, ya que al ser electos no representan a una parte exclusiva de la sociedad sino a toda la nación. El destino de ese conglomerado que forman lengua, valores y geografía, está servido sobre bandeja de ilusiones que se ofrecen al porvenir de la patria. Y también, cuando el voto sea libre, el Estado y las instituciones que lo conforman, que no pertenecen a parcela alguna, sea partido, secta, religión o líder, deberán darse la dignidad de velar porque se acaten las decisiones electivas de manera efectiva y en paz. Y las fuerzas armadas, cuando se trate de la sociedad organizada democráticamente, y tratándose de la jurisdicción civil, no serán sino organismo de apoyo y salvaguarda del sentir ciudadano. El día que las elecciones sean libres, los militares serán institución no deliberante. Cuando por fin de democracia se trate, estos elementos del mínimo proceder que hemos subrayado, deberemos practicar los venezolanos en esta menguada hora de la vida política en la que tenemos que luchar aún contra las ambiciones retrógradas que aspiran convertir en un solo poder omnipotente, el del caudillo, el del Estado, el del gobierno y su partido, el de las fuerzas armadas, además del de los militantes y clientes del comunismo del siglo XXI. Mientras tanto, y en razón de la angustia, salgamos a defendernos. ¡Vota por ti! ¡Vota por el país! ¡Vota democracia!

Leandro Area

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