PARAGUAY: ACTITUD ERRÁTICA DE LUGO
COMPROMETE SUERTE DEL PAÍS
En ocasión del juicio político decidido por la Cámara de Diputados a Fernando Lugo, el entonces presidente sostuvo que no renunciaría, pero que se sometería “con absoluta obediencia a la Constitución y las leyes ante el juicio político con todas sus consecuencias”. El mundo valoró entonces su decisión. Una vez conocido el fallo, y en su discurso de despedida, dijo también: “Me someto a la decisión del Congreso y estoy dispuesto a responder siempre por mis actos como exmandatario nacional”. Sorpresivamente, el fin de semana dio un giro copernicano en su postura, llamó a sus seguidores a manifestarse, evaluó la posibilidad de ser reinstalado en el cargo y, finalmente, se consideró presidente en ejercicio. No es difícil concluir que fue inducido por terceros a modificar su posición original, y poca duda cabe que los liderazgos más virulentos del bolivarianismo están detrás de este irresponsable cambio de actitud, en particular el gorila Hugo Chávez y la frenética Cristina de Kirchner.
En ocasión de adoptarse por la Cámara de Diputados el inicio del proceso de juicio político en contra del presidente Fernando Lugo, el pasado jueves, el entonces primer mandatario sostuvo que no renunciaría, pero que se sometería “con absoluta obediencia a la Constitución y las leyes ante el juicio político con todas sus consecuencias”. El mundo valoró entonces su decisión, por el elevado espíritu cívico que suponía.
En Washington, por ejemplo, el secretario general de la Organización de los Estados Americanos (OEA), José Miguel Insulza, emitió un comunicado en el que declaraba tomar conocimiento de la decisión de la Cámara de Diputados del Paraguay, y de la determinación de Lugo de “someterse a él, con todas sus consecuencias”.
Sustanciado el proceso constitucional previsto en el artículo 225 de nuestra Ley Fundamental, y una vez conocida su destitución, Fernando Lugo pronunció un discurso de despedida en el que dijo: “Me someto a la decisión del Congreso y estoy dispuesto a responder siempre por mis actos como exmandatario nacional”.
Sorpresivamente, en el transcurso del fin de semana, el expresidente dio un giro copernicano en su postura, llamó a sus seguidores a manifestarse, evaluó la posibilidad de ser reinstalado en el cargo y, finalmente, se consideró presidente en ejercicio. Sus seguidores, entre ellos el anterior secretario general de la Presidencia, Miguel López Perito, llamaron incluso a la ciudadanía a resistir al Gobierno constitucional de la República, por considerarlo subjetivamente usurpador.
No es difícil concluir que, en el transcurso del fin de semana, Fernando Lugo fue inducido por terceros a modificar su posición original, hasta entonces respetuosa de los mandatos constitucionales, y, al estilo del expresidente hondureño José Manuel Zelaya, proclamarse el real jefe de Estado. Poca duda cabe de que los liderazgos más virulentos del bolivarianismo sudamericano están detrás de este irresponsable cambio de actitud, en particular el gorila Hugo Chávez y la frenética Cristina Fernández de Kirchner.
Fernando Lugo, como ciudadano libre de este país, puede sostener las opiniones que quiera y su imaginación le sugieran. Puede estimarse presidente de la República, pero lo que de ninguna forma puede es usurpar funciones y títulos que no le corresponden en derecho, llamar a la rebelión o ejercer la representación del país en el exterior. No al menos sin incurrir en precisos delitos contemplados por la ley y en traición a la patria.
El señor Lugo debe entender claramente que fungiendo de presidente y tensando peligrosamente el clima político del país, se convierte en el principal y directo responsable de los eventuales hechos de inestabilidad y violencia que pudieran comprometer la paz, la seguridad y la vida de los habitantes del Paraguay, y que toda la población pasará a considerarlo automáticamente el artífice e inspirador de las medidas punitivas que, dado el caso, ciertos países pudieran adoptar contra la República.
De hecho, si los países miembros de la Unasur o del Mercosur decidieran aplicar las acciones previstas en sus respectivas “cláusulas” democráticas, las cuales prevén el establecimiento de un ignominioso bloqueo político, económico y comercial (cierre parcial o total de fronteras, suspensión o limitación del comercio, tráfico aéreo o marítimo, comunicaciones, provisión de energía, servicios y suministros), Fernando Lugo será considerado el único responsable de los eventuales padecimientos que el pueblo paraguayo deba sobrellevar como fruto de tan draconianas cuan inaceptables sanciones.
Sin embargo, el exmandatario aún tiene en sus manos la posibilidad de evitar su total y profundo descrédito, lo cual será obtenido en la medida en que recupere la sensatez que nunca debió haber perdido, retomando sus públicas posiciones originales y permitiendo que el país se encauce por la vía de la pacificación y la estabilidad, condiciones imprescindibles para bregar por el desarrollo económico y social del Paraguay.
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