José Virtuoso sj
Con ocasión de la postulación ante el Consejo Nacional Electoral del Presidente Chávez para una nueva reelección presidencial, el rector Vicente Díaz le reclamó el reiterado uso de sus prácticas ventajistas, que trasgreden descaradamente las normas de competencia electoral.
El uso de fondos públicos para la campaña electoral, el monopolio de los medios de comunicación de servicio público como tribuna proselitista, la utilización de los espacios de las instituciones del Estado para promover el voto a favor del presidente, la conversión de los actos de gobierno en campaña electoral, la presión sobre los funcionarios públicos para asistir y participar en los actos de movilización del gobierno, son, entre muchos otros, hechos evidente que avalan la denuncia del rector Díaz.
Posteriormente, el rector señaló que sus homólogos permiten estas violaciones con mirada complaciente, dejando pasar y hacer, como si nada estuviera pasando. Lo que lo convierte en un CNE parcializado, aunque el día de las elecciones cuente los votos correctamente.
Es fácil suponer que tales posiciones le traerán al rector conflictos y situaciones difíciles. En un contexto en donde impera el miedo, la complicidad, el silencio acomodaticio, estas posturas son ejemplares para funcionarios públicos y para la ciudadanía en general. Vale la pena andar con la conciencia en alto, aunque ello tenga sus costos.
Es innegable que parte de las causas que explican la diferencia electoral entre el Presidente y el candidato de oposición se deben a ese ventajismo electoral que el primero usa descaradamente sobre el segundo. Una competencia más equitativa lograría una expresión más real y sincera de las preferencias electorales, que las que actualmente reportan las encuestas. No me cabe la menor duda.
De lo anterior se desprende que el candidato de oposición tiene que incorporar en su discurso una clara denuncia de las condiciones bajo las cuales se realiza la campaña electoral. Y exigir rectificaciones muy concretas. La democracia saldrá beneficiada y con ella todos los que aspiran a competir electoralmente para ocupar el poder del Estado.
Por su parte, la ciudadanía no puede acostumbrase a este uso arbitrario del poder que contribuye sin lugar a dudas a su perpetuación. El CNE también se ha especializado en limitar y obstaculizar, casi hasta hacerlo desaparecer, el derecho que tienen los ciudadanos de organizarse para observar y monitorear el proceso electoral. La presión de la ciudadanía es la mejor arma contra el fraude.
No hay comentarios:
Publicar un comentario