¿NIGERIA O CUBA?
Ibsen Martínez
Michael Reid, jefe de la sección latinoamericana de The Economist, opina que, más que rumbo a ser una segunda Cuba, nuestra condición de petroestado corrupto nos acerca a una segunda Nigeria. Ya estamos en Nigeria, amigos; al borde de ser un estado fallido, aunque concebiblemente rescatable. ¿Daremos un paso al frente para caer en la pesadilla que es Cuba?
Al discurrir sobre nuestra América, muchos analistas extranjeros se ciñen a la “regla del pulgar” del novelista Graham Greene, gran valedor británico de hombres fuertes caribeños como el desaparecido general panameño Omar Torrijos. Para ellos, si el hombre es “carismático” – esto es: un espadón vociferante, tiránico e inepto –, si habla “en nombre de los pobres” y llena de dicterios al imperialismo yanqui, entonces el tipo es de izquierda y, sin más, el bueno de la película.
Al otro candidato, Henrique Capriles Radonski, lo tratan como a José Carreras en el chiste de Jerry Seinfeld a costa de los tres tenores: es el otro tipo, simplemente. Y, por descarte, debe ser el candidato “ de la derecha”. Pero las cosas no son tan sencillas al llegar a Venezuela, con seguridad uno de los petroestados populistas más antiguos del planeta. Y esto último – el petroestado venezolano y sus singularidades – resulta de suma relevancia a la hora de comprender porqué Hugo Chávez, a quien erróneamente se le piensa invicto en lides electorales, bien puede perder ante el otro tipo las presidenciales del 7 de octubre.
2.-
Cuando eres un petroestado hispanoamericano heredas la potestad de la corona española sobre la riqueza del subsuelo y acabas convirtiéndote en el “ogro filantrópico” de que hablaba Octavio Paz : sólo tú cortas el bacalao. Tú solo dispensas todo el dinero de la renta petrolera y el resto de la población – incluídos buena parte de la banca y el empresariado local – no son más que cazadores o pedigüeños de esa renta.
Y por lo mismo, menos ciudadanos que súbditos cuya religión laica es el estatismo redistributivo. Clientes, no más. O aspirantes a serlo, con muy poco espacio dónde situarse en medio. Para irnos entendiendo, todo lo malo del populismo colectivista latinoamericano puede ser y, en efecto, es peor en Venezuela, donde el Estado-billetera ha sido siempre indistinguible del gobierno de turno y, en términos absolutos, el empleador de bastante más del 80% de la población económicamente activa. Paciencia con esta digresión de asunto económico, amigo lector: es del todo relevante para esta bagatela de fin de semana.
2.-
Los petroestados experimentan fases maníacas y estados depresivos, según cómo se comporten los precios del crudo. En fase maníaca, de altos precios, a sus gobernantes les da por pensar, o fingen pensar, que ahora sí cerrarán la brecha que nos separa del Primer Mundo. Se arrogan toda clase de competencias, creando así más y más incentivos a la corrupción. ¿ Crear un fondo para cuando caigan los precios? ¡Ni hablar!: ahorrar es de timoratos, cosa de cigarras, o para decirlo mas crudamente , con palabras del inolvidable Salvador Garmendia: “El ahorro es p’a los peorros”.
En fase depresiva – siempre llega el momento—, los petroestados se endeudan, dan en garantía a los mercados la factura petrolera futura o aceptan las fórmulas del FMI,
La fase maníaca que siguió al embargo impuesto a Occidente por los países de la Opep, en 1973, nos trajo al “primer” Carlos Andés Pérez y la nunca bien llorada “Venezuela Saudita”. Todo era posible; todo podía y debía hacerse: desde grandes obras de infraestrutcura, masivos planes de becas, un modélico sistema de orquestas juveniles o editoriales como la Colección Ayacucho, hasta obsequiar buques cargueros a Bolivia para simbolizar el apoyo al país andino en procura de una salida al mar o enviar armas a los sandinistas. ¡Ah!, y grandes negocios, grandes empréstitos jamás recuperados por el petroestado buchón.
Así que Chávez no fue, por cierto, el primero en pretender comprar con petrodólares el liderato de los condenados de la tierra: en su fase maníaca, también CAP quiso comprar para Venezuela la jefatura del los países no alineados. Pero Chávez ha presidido el más prolongado boom de precios registrado hasta ahora en elplaneta: la más extendida fase maníaca petrovenezolana.
3.-
Tan largo ha sido el boom, y tan duradero el brote maníaco, que pese a la matanza de la gallina de los huevos de oro que fue Pdvsa, ha podido financiar fallidos, corruptibles y corruptores planes sociales de subsidio directo a los más pobres, costosos delirios belicistas, improbables alianzas antimperialistas , una mostrenca federación con Cuba , el desguace definitivo de nuestra instucionalidad – endeble desde siempre—, el incondicional subisidio a Cuba, un antimperialismo tan vociferante como dispendioso y el inequívoco y decidido empeño en llevarnos hacia un sistema totalitario.
Todo ello ha alentado la despiadada espiral de violencia criminal que nos despedaza. Los tres lustros de Chávez han hecho posible que Venezuela acoja modalidaes del narcotrafico que involucran “protagónicamente” a la institución militar y al Poder Judicial. Todo ello en nombre de la solidaridad, el humanitarismo y el bien colectivo: el socialismo del siglo XXI.
Con todo, Michael Reid, el perspicaz jefe de la sección latinoamericana de The Economist, opina que, más que rumbo a ser una segunda Cuba, nuestra condición de petroestado corrupto nos acerca a una segunda Nigeria.
La inviable Nigeria, un petroestado podrido, como el nuestro, figuró el año pasado en el puesto 143 del Índice de Corrupción que elabora Transparency International: sin instituciones, rica pero infaltablemente sin recursos, sin equidad ni posibilidades reales de detener la espiral de violencia y terror que la deshace. Venezuela figura en el mismo índice, sólo que 35 puestos por debajo de Nigeria, en el 178, apenas 7 países por encima del último en una lista de 182: Somalía.
Así que ya estamos en Nigeria, amigos; al borde de ser un estado fallido, aunque concebiblemente rescatable. ¿Daremos un paso al frente para caer en la pesadilla que es Cuba? ¿Seremos un estado fallido y, además, irreversiblemente totalitario?
Votaré por el otro tipo. Llevaré dos más a votar por él. ¿Y usted?
Ibsen Martinez está en @ibsenM
www.ibsenmartinez.com
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