PICHAQUE
LEANDRO AREA
He tenido la oportunidad inolvidable y única, macabra e incluso de
morbo, de seguir estupefacto por los canales de VTV (la televisión de todos los
venezolanos), y me imagino en cadena nacional, la sesión en la Asamblea Nacional
del martes 5 de febrero del año en curso, es decir hace pocas horas. En ella se
aprobó, a puño-alzado-rojo-zurdo, investigar al partido Primero Justicia por
supuestos actos de corrupción administrativa. Invito al lector a buscar y mirar
el video de dicha reunión, si es que puede darse tan civilizado apelativo a ese
pichaque en que se ha convertido el país.
“Esto no es paja, son cheques cobrados, no es gamelote, no declarado en
ningún lugar”, ha expresado rimbombante el militar presidente de la “democrática”
Asamblea mientras mostraba eufórico copias ampliadas de cheques cobrados, que
aderezados con grabaciones de voces, dejarían demostrado, según él, con nombres
y apellidos, “en esta primera entrega”, el delito cometido por corruptos y
corruptores. Novela por entregas, pues. Otra lista Tascón.
Pero ese detalle dentro del escándalo-show, olla mediática o “como a ti
te salga del forro”, tal cual se dice ahora en nuestra inexpugnable vida
cotidiana, no es lo más significativo, y menos aún llamativo, pues eso es
burocracia. En cuanto a la corrupción, amigo mío, estamos, por ahora, más que
curados en salud, y desde el tiempo de las cavernas. Que para ello tenemos el
cuero bien curtido. La corrupción que algunos eminentes diputados confunden con
“corrucción” se ha convertido ya en cultura y ha sido y es el brazo, ya ni
siquiera oculto, la razón de ser del poder en todos los estratos sociales. La
ambición de poder en Venezuela es para corromperse, y corromperse para tener
más poder.
Conque imagino que estas denuncias de hace horas terminarán
extinguiéndose donde siempre, en la nada. Algún pendejo caerá, cual chinito de
Recadi, enredado en el mar de los Sargazos, que es como decir el Triángulo de
las Bermudas, a menos que como ahora se trata de la lucha de clases, Primero
Justicia sea la primera ajusticiada.
Ahora bien, lo verdaderamente fuera de serie y dignos de Ripley fueron
los detalles del escándalo-show contenidos en el lenguaje utilizado, en el trabajo esmerado de cámaras y
camarógrafos preparados para crear el ambiente de policías y ladrones en donde
los buenos son los que firman sus cheques quince y último, es decir los del
partido de gobierno, y los malos, los traidores, apátridas, lacayos del
imperio, “Pablo Escobar de la corrupción venezolana” los de la oposición. Pero
no se queda allí tanta facundia: intervenciones coléricas, soeces (no aptas
para todo público), aunque alguien más esotérico haya aprovechado su tiempo
para recordarnos el “modo de producción capitalista” o los Salmos de qué se yo
qué Apóstol. Estética circense y de mal gusto, guerra púnica entre gorras y
cachuchas; odio, ningún asomo o intención de diálogo, letreritos vaciladores y
hasta ridículos.
Pero el momento culminante, para mi gusto, se produjo no sólo con la
intervención del primer talanquero, sino ahora del segundo (con lo cual la
oposición pierde dos diputados), que fue vitoreada como faena de torero que se
lleva rabo y orejas y es aclamado, y no sé si sacado en hombros por el soberano,
con el estribillo canturreado y felicitador en esta plaza roja rojita de “Victoria,
victoria, victoria popular”. Para coger palco, sea de sol o de sombra, y no
perderse detalle de este desdén acaecido, espejo de lo que podemos llegar a ser
todos, si es que ya no lo somos. Ese es su plan, la inoculación de su veneno, la siembra
del caos; está más que cantado. Elecciones ya y con los ganchos puestos.
Maduro debe estarse riendo de lo lindo.
Leandro Area
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