LORETTA NAPOLEONI
Quince meses después del inicio de la campaña de bombardeos por parte de la gran coalición del presidente Obama, los seguidores europeos del Estado Islámico (ISIS, en sus siglas en inglés) vuelven a golpear en París y causan una matanza. Es evidente que el reclutamiento y la radicalización de los militantes avanzan a buen ritmo. El Estado Islámico no deja de asombrarnos, y las dos cosas que más estupefacción nos producen son la capacidad que tiene de autofinanciarse y lo barata que resulta la radicalización en Europa.
¿Cómo hemos llegado hasta aquí?
Desde hace varios meses, el ISIS está rentabilizando también el éxodo de los refugiados. Son millones y millones de dólares. Este es el último y surrealista giro del conflicto sirio.
Tras el estallido de la guerra civil en Siria, en 2011, el negocio de los secuestros experimentó una enorme expansión. Para financiarse, las bandas de delincuentes y los grupos yihadistas secuestraban a sirios acomodados, a veces durante unas horas, para dejarlos en libertad a cambio de jugosos rescates. A medida que los sirios más ricos se fueron a Turquía y Líbano, los secuestradores trasladaron su atención a los occidentales, a los que muchas veces revendían a grupos armados más fuertes como el Estado Islámico o Al Nusra, la sucursal de Al Qaeda en Siria. Estas organizaciones disponen de la capacidad, la estructura y los fondos necesarios para tenerlos prisioneros incluso durante periodos prolongados, y además saben cómo utilizar los rescates durante las negociaciones con las potencias occidentales.
A diferencia de Al Nusra, el ISIS siempre ha considerado a los rehenes como una inversión a largo plazo. Dependiendo de las circunstancias, su valor político puede ser más alto si están muertos que si están vivos. Es lo que sucedió con Kenji Goto y Haruna Yukawa, los dos rehenes japoneses decapitados en enero de 2015. Al parecer, los ejecutaron como represalia contra la negativa del Gobierno japonés a pagar un rescate de 200 millones de dólares, 100 por cada uno. Pero el ISIS no estaba interesado en el rescate, y por eso exigió una cifra demasiado alta en comparación con otros casos.
Según un mediador europeo que negoció en 2014 el rescate de varios rehenes, los europeos han pagado entre uno y seis millones de dólares por rehén. Y todavía son más bajos los rescates exigidos por prisioneros no occidentales, como los empleados de la Embajada turca en Mosul, capturados tras la conquista de la ciudad a manos de las milicias del ISIS.
En total, se calcula que el Estado Islámico ha obtenido entre 70 y 100 millones de dólares en rescates, es decir, mucho menos de los 200 demandados en el caso de los dos japoneses. Está claro que el objetivo era cortarles la cabeza y hacer circular en Internet el vídeo de la ejecución para humillar al Gobierno japonés y aterrorizar a la población. Para el califato, al contrario que para otros grupos yihadistas, los secuestros no son una fuente importante de ingresos. Por otra parte, la ejecución de un rehén representa una pérdida neta, porque no permite recuperar ni siquiera el dinero pagado para comprarlo y mantenerlo en prisión.
Es un modelo horizontal y orgánico: los terroristas deciden cómo atentar y cómo obtener fondos
Es difícil establecer el valor de cada rehén en el mercado sirio, pero los estadounidenses y los británicos son los más caros, y es probable que el ISIS llegara a pagar 100 millones de dólares por James Foley y John Cantlie. Mucho menos debieron de costar los dos japoneses, capturados antes de que el primer ministro Abe prometiera 200 millones de dólares en ayuda humanitaria para los afectados por el conflicto. En ese momento, dejaron de ser simples rehenes para convertirse en peones políticos en manos del ISIS.
El negocio de los rehenes occidentales es una fuente de financiación importante para los grupos armados y criminales en Siria desde 2012. Ahora bien, en 2015, se ha vuelto mucho más rentable el tráfico de refugiados. Basta tener en cuenta dos datos: uno, que el viaje hasta Grecia cuesta entre 5.000 y 7.000 euros por persona, según el método de transporte. Eso significa un beneficio mensual para los traficantes de aproximadamente 100 millones de euros. Y otro, que a eso se añaden las llamadas economías de escala. Los mismos camiones con los que se traslada a los sirios a través de Turquía vuelven llenos de productos de contrabando que no se encuentran en el mercado sirio, como harina para el pan o pilas eléctricas. La compra se hace con el dinero en efectivo que los refugiados han pagado a los traficantes.
Cada día, una flota de camiones, camionetas, autobuses y automóviles atraviesa los pasos fronterizos entre Siria y Turquía controlados por el ISIS, que cobra una tasa por cada refugiado, obra de arte, barril de petróleo, etcétera, que sale de Siria, y otra por cada cargamento de contrabando que entra. Se calcula que el negocio proporciona al Estado Islámico entre 300.000 y 500.000 euros semanales, según el número de personas y el valor de las mercancías.
Varios negociadores en secuestros de europeos reconocen que la progresiva desestabilización de Siria, Irak y las zonas limítrofes es ventajosa para las finanzas del ISIS y los delincuentes sirios vinculados a él.
Todo es posible gracias a la tecnología, las armas baratas y la captación de yihadistas europeos
A juzgar por los motivos alegados por los autores de los atentados de París, los bombardeos sobre Siria e Irak contribuyen a facilitar el reclutamiento de combatientes en Europa con un coste ridículo. Fuera por el 11-S o por los atentados de 1998 contra las Embajadas estadounidenses en África, el mayor gasto que tenía Al Qaeda era el de la radicalización y el adiestramiento de los terroristas. Hoy, el adoctrinamiento del ISIS se lleva a cabo sobre todo en la Red, y con costes peligrosamente cercanos a cero. Los reclutas son europeos, jóvenes y jovencísimos musulmanes, a menudo nacidos en Europa, por lo que no necesitan trasladarse. También en la Red se lleva a cabo parte del adiestramiento: es posible planificar un atentado en un chat y entrenarse como guerrillero con una amplia gama de videojuegos. De ahí que el coste unitario de los atentados terroristas en Europa haya descendido.
El califato no necesita utilizar el modelo piramidal de Al Qaeda, con un cerebro central que decidía y financiaba en su totalidad las operaciones. Al contrario, el ISIS utiliza un modelo horizontal y orgánico: deja a los terroristas dispersos por el mundo la libertad de decidir los atentados, cómo realizarlos y cómo financiarlos. Todo ello es posible gracias a la tecnología, la amplia oferta de armas a precios muy asequibles y la popularidad del yihadismo en Europa y el resto del mundo. Un balance muy negativo tras 15 meses de bombardeos.
Loretta Napoleoni es economista.
Traducción de María Luisa Rodríguez Tapia
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