JOSE VICENTE RODRIGUEZ AZNAR
Hace pocos días el presidente Nicolás Maduro decretó nuevo aumento de salarios y del bono alimentación con el propósito, según dijo, de proteger los ingresos de los trabajadores. Este es el séptimo incremento en los últimos doce meses, por un monto total equivalente al 600% al pasar de Bs. 24.853 a Bs. 148.638.
Aunque la tasa de inflación del año 2016 aún no ha sido informada por el Banco Central, contrariando lo dispuesto en el artículo 337 de nuestra Constitución que expresa que los Estados de Excepción, como el vigente, no pueden restringir el derecho de información, es fácil deducir que la inflación en Venezuela en ese año ha sido igual o superior al 600% habida cuenta que los aumentos salariales siempre se han hecho en forma rezagada, recogiendo aunque sea parcialmente lo sucedido en los meses anteriores.
Mucho se ha escrito sobre las causas que han originado el proceso inflacionario que padecemos en Venezuela en los últimos años. Entre muchas de estas causas, podemos mencionar tres de ellas que son universalmente aceptadas: a) Exceso de dinero en la economía; b) Régimen cambiario con continuas devaluaciones; c) Aumento de costos de producción interna. En Venezuela las tres causas mencionadas son generadas por el gobierno que contradiciendo sus feroces ataques al sistema de mercado, ha creado su propio mercado imperfecto de oferta y demanda de dinero y de productos, en el cual es el principal actor y factor de distorsión.
La liquidez monetaria está constituida por el dinero en manos del público y en depósitos bancarios. El excedente de liquidez lo crea el gobierno a través del desmedido gasto público. Al no contar con ingresos suficientes, acude al endeudamiento externo u obliga al BCV a financiar el déficit mediante emisiones de dinero inorgánico, es decir, sin reservas internacionales que lo respalden. Ese exceso de dinero en la economía crea una demanda de productos superior a las cantidades de artículos disponibles. Obviamente, al haber mayor demanda que oferta, suben los precios de los productos. Además esta situación se agrava por la escasez de productos en el mercado.
Por otra parte, tenemos una economía altamente dependiente del exterior no solo por vivir de la exportación de petróleo sino también por tener que importar materias primas y bienes manufacturados. Por lo tanto cualquier devaluación del bolívar significa un aumento de costos de las importaciones que se trasladan a los precios locales. Recordemos que en el año 2008 cuando se creó el bolívar fuerte, el cambio oficial quedó en Bs. 2,15 por dólar; además funcionaba un tipo de cambio en el mercado de Bs. 5,70. Actualmente esos dos tipos de cambio se han elevado a Bs. 10 y Bs. 698. También existe un mercado no oficial en el que el dólar se transa en alrededor de Bs. 4.000. Estos datos por sí solos explican una de las causas de nuestra inflación.
Los aumentos de salarios por sí solos no mejoran la situación de los trabajadores mientras existan elevados y continuos incrementos de precios de los artículos y subsista la escasez de productos esenciales. El aumento de salarios apenas es una engañosa solución transitoria por pocos días, pues el trabajador, aunque con mayor salario, comprará menor cantidad de mercancías que antes debido a la escasez y a los altos precios.
Los mayores costos salariales obligarán al cierre o reajustes de empresas con lo cual crecerá el desempleo y se reducirá aún más la producción de bienes. En consecuencia, la política económica debe orientarse a una estabilización de los tipos de cambio y a estimular la producción nacional con el fin de equiparar la demanda con la oferta y exportar los excedentes de producción.
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