EDUARDO FERNANDEZ
He dedicado mis últimos artículos a comentar ejemplos exitosos de transiciones interesantes de la dictadura a la democracia. Hemos visto los ejemplos de Polonia, Chile, Sur África y España. En todos esos casos terminaron prevaleciendo dos valores: la inteligencia y el patriotismo.
Vale la pena recordar que también en Venezuela hemos tenido momentos luminosos en los que ha prevalecido la inteligencia y el patriotismo. Uno de esos momentos fue cuando los tres jefes políticos más importantes de su tiempo: Rómulo Betancourt, Jóvito Villalba y Rafael Caldera, suscribieron el Pacto de Punto Fijo que nos dio cuarenta años de República Civil.
El Pacto de Punto Fijo tuvo el mérito de haber sido suscrito antes de conocerse cuantos votos tenia cada uno de los partidos. Los firmantes no sabían cuál de ellos iba a ser el presidente en el próximo periodo constitucional. Los tres se comprometían a respaldar al que resultara electo en las elecciones que se celebrarían unos meses más tarde.
Otro mérito del Pacto de Punto Fijo es que estaba acompañado de un programa común. Ganara quien ganara todos se comprometían a llevar adelante un programa de beneficio para la nación entera.
El signo del Pacto de Punto Fijo fue el de la unidad y el de poner los intereses de Venezuela y de los venezolanos por encima de los intereses partidistas o personales.
El partido comunista fue excluido del Pacto de Punto Fijo por dos razones: en primer lugar, por su subordinación a los intereses de una potencia extranjera como la Unión Soviética y, en segundo lugar, porque el PCV proponía una dictadura del proletariado. Y los venezolanos queremos vivir en democracia y no en dictadura. Ni siquiera del proletariado.
Fue una lástima. El PCV venia cargado de méritos por la lucha sostenida en contra de la dictadura de Pérez Jiménez. A veces me pregunto si la inclusión del PCV en el acuerdo de Punto Fijo hubiera contribuido a la cultura democrática de ese partido y nos hubiéramos ahorrado la dolorosa política de violencia y de sangre que inspiró, en muchos militantes de la izquierda, el ejemplo de Fidel Castro.
También los venezolanos hemos dado ejemplos de inteligencia y de patriotismo en circunstancias dramáticas.
Hoy, Venezuela está viviendo unas circunstancias tan dramáticas que requieren, más que nunca, de la inteligencia y del patriotismo de todos sus hijos y, particularmente, de sus líderes políticos.
Seguiremos conversando.
Eduardo Fernández
@EFernandezVE
Vale la pena recordar que también en Venezuela hemos tenido momentos luminosos en los que ha prevalecido la inteligencia y el patriotismo. Uno de esos momentos fue cuando los tres jefes políticos más importantes de su tiempo: Rómulo Betancourt, Jóvito Villalba y Rafael Caldera, suscribieron el Pacto de Punto Fijo que nos dio cuarenta años de República Civil.
El Pacto de Punto Fijo tuvo el mérito de haber sido suscrito antes de conocerse cuantos votos tenia cada uno de los partidos. Los firmantes no sabían cuál de ellos iba a ser el presidente en el próximo periodo constitucional. Los tres se comprometían a respaldar al que resultara electo en las elecciones que se celebrarían unos meses más tarde.
Otro mérito del Pacto de Punto Fijo es que estaba acompañado de un programa común. Ganara quien ganara todos se comprometían a llevar adelante un programa de beneficio para la nación entera.
El signo del Pacto de Punto Fijo fue el de la unidad y el de poner los intereses de Venezuela y de los venezolanos por encima de los intereses partidistas o personales.
El partido comunista fue excluido del Pacto de Punto Fijo por dos razones: en primer lugar, por su subordinación a los intereses de una potencia extranjera como la Unión Soviética y, en segundo lugar, porque el PCV proponía una dictadura del proletariado. Y los venezolanos queremos vivir en democracia y no en dictadura. Ni siquiera del proletariado.
Fue una lástima. El PCV venia cargado de méritos por la lucha sostenida en contra de la dictadura de Pérez Jiménez. A veces me pregunto si la inclusión del PCV en el acuerdo de Punto Fijo hubiera contribuido a la cultura democrática de ese partido y nos hubiéramos ahorrado la dolorosa política de violencia y de sangre que inspiró, en muchos militantes de la izquierda, el ejemplo de Fidel Castro.
También los venezolanos hemos dado ejemplos de inteligencia y de patriotismo en circunstancias dramáticas.
Hoy, Venezuela está viviendo unas circunstancias tan dramáticas que requieren, más que nunca, de la inteligencia y del patriotismo de todos sus hijos y, particularmente, de sus líderes políticos.
Seguiremos conversando.
Eduardo Fernández
@EFernandezVE
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